Si conoces la disciplina positiva habrás oído hablar de que en la educación de los niños es necesario que seamos muy amables pero a la vez muy firmes…y si eres una mamá humana ya te habrás dado cuenta de lo complejo que es conseguirlo y aplicarlo siempre. Y si, a mi también me cuesta muuucho.
Antes que nada voy a explicar qué significa este principio de lo disciplina positiva por si no lo conoces. Amble y firme al mismo tiempo consiste en tratar al niño con amabilidad ante todo, pase lo que pase y haga lo que haga. Los niños merecen respeto aunque se hayan equivocado portándose de una manera que para nosotros no ha sido adecuada. Igual que no vemos respetuoso que un jefe eche la bronca a su empleado gritándole o diciéndole frases hirientes por haber cometido un error en su trabajo, tampoco es respetuoso reñir a un niño con frases castigadoras o gritándole y reprochándole su error. Y digo error por que cuando un niño se porta mal, lo que ha hecho es cometer un error. Su intención no es hacerlo mal, su intención siempre siempre siempre es positiva y lo que pretende con su conducta es conseguir un objetivo o satisfacer una necesidad para sentirse mejor.
Bien, así que la amabilidad garantiza que mantengamos el respeto por el niño en los momentos en que su comportamiento no nos parece adecuado. Veamos ahora la firmeza. Al mismo tiempo (y aquí está la clave) que tratamos al niño con amabilidad, necesitamos ser firmes para mantener el respeto por nuestras propias necesidades. Es decir que la firmeza garantiza el respeto por nosotros mismos. Por su puesto cada persona tiene unas necesidades u otras y tendrá más necesidad de establecer límites o menos.
Pongamos un ejemplo con un límite común a cualquier persona:
Tu hijo se siente frustrado y muy enfadado por alguna razón (no importa la razón o la situación, puedes imaginar la que más te ocurra a ti) y en un momento dado te lanza un puñetazo. En ese momento necesitarás ser firme porque no quieres permitir que te pegue, porque consideras que no es respetuoso contigo. Y le dirás con firmeza pero sin faltarle el respeto a él, que eso no quieres que te lo haga más.
Imagina ahora que el conflicto ocurre en otra situación que puede tener diferentes percepciones: Vais andando por la calle y tu hijo ve comida, un juguete o unas flores (lo que sea) en un escaparate y lo quiere comprar. Tu no puedes comprarlo porque: has decidido que no comprarías cosas fuera de fechas señaladas, no llevas dinero encima, no vas bien de tiempo para entretenerte o es casi la hora de comer (tampoco importa el motivo, el caso es que no lo vas a comprar). Mantenerse firme en esta situación para no comprar lo que el niño ha pedido dependerá más de tu percepción y de si para ti, el hecho de comprarlo, no es respetuoso contigo. Y cada familia actuará de un modo distinto ante esta situación y creerá que lo adecuado es no comprarlo solo porque él lo pida o que no pasa nada por pararse a comprarlo si tiene dinero para ello. Ninguna de las dos formas será incorrecta ni ninguna será correcta, todo dependerá de si para el padre o la madre resulta respetuoso comprarlo o no.
Resumiendo, las situaciones en las que necesitarás ser firme van a depender de tus necesidades, de las necesidades del momento y del lugar, sin olvidarnos de la necesidad de mantener la integridad física del niño y de los demás. Así que seguro que todos coincidiremos afirmando que si el niño quiere cruzar la Gran Vía él solo y con los coches circulando, no lo vamos a permitir. Pero seguramente no todos pensemos que no podemos comprar un juguete a un niño si lo pide por verlo en un escaparate. Y no pasa nada.
Sean los que sean los límites que tienes o que necesitas mantener con firmeza, es importante usar la amabilidad y la empatía.
Parece muy complicado ¿verdad? Con total sinceridad te digo que a mi también me cuesta. Si. No lo logro siempre y sé que nunca lograré aplicarlo siempre a no ser que algún día me convierta en robot o en extraterrestre o algo de esto. Soy humana, no hay más vuelta de hoja, y cuando esté pasando por una época de emociones intensas, o de estrés, y que tenga los nervios a flor de piel, pues seguramente ese equilibrio entre la amabilidad y la firmeza lo perderé. (Seguramente no, ¡que ya me ha pasado!, que ya he pasado por épocas de éstas y lo he perdido…y encima luego, con la culpabilidad machacando, me pregunto a mi misma qué cómo puede ser con todo lo que he estudiado. ¡Pues porque soy humana, leches! ¿A ti también te pasa a que si? Dilo conmigo…. Soy humana, no un robot……..).
Lo mejor que podemos hacer es intentar hacer las cosas como mejor sabemos, aprender sobre educación respetuosa y trabajarnos interiormente a nosotros mismos para conocernos mejor a nosotros mismos y a la historia que tenemos detrás, sin olvidarnos que somos humanos y que la vida no es una línea recta en la que nunca pasa nada que pueda alterarnos. Sólo así, logrando quitarnos la presión por hacerlo todo perfecto, lograremos disfrutar al máximo de nuestros hijos mientras que son pequeños. Y la disciplina positiva, nos ofrece las herramientas para lograr educar de manera respetuosa teniendo en cuenta las necesidades de los padres y que nuestros errores, también son una gran fuente de aprendizaje para nosotros y nuestros hijos.
¡No somos perfect@s, somos human@s!
La entrada ¿Amable y firme a la vez? A mi también me cuesta. aparece primero en Educar para el futuro.