Cuando termina el cole, uno de los principales retos como papás trabajadores es el de ¿dónde dejamos a los niños? ¿quiénes pueden (y quieren) hacerse cargo de ellos?
La opción más económica y también la más segura para los padres, siempre es el abuelo o la abuela. Ellos son las personas que mejor van a saber atender a los peques, además de aguantarles en sus pataletas y complacerles con antojos y caprichos. Pero no todos tenemos la suerte de contar con los abuelos cerca,o sanos como para hacerse cargo de los peques,¿verdad?
Por otro lado, está ésa amiga íntima que se encuentra en paro y que, mientras prepara sus oposiciones por la tarde, no duda en cuidar de los críos, mientras los papás trabajan. O el caso de nuestra adorable vecina del 5º, que tan amablemente se presta a cuidar de ellos, de 9 a 15 horas y que además, cuenta con sus propios niños que se llevan de maravilla con ellos.
¿Qué ocurre cuando ninguna de estas opciones, es viable para nosotros? Aparece la opción B, el canguro. Esa persona supuestamente cualificada para cuidar de niños, en quien vais a tener que delegar vuestra confianza, además de respeto como profesional.
Luego están las guarderías de verano y colegios que abren sus puertas durante las vacaciones, pero cuidado, que esta opción no está presente en todas las provincias ni distritos, y tampoco es tan accesible a todos,como parece.
La verdad es que es una faena para muchos papás cuyas opciones son muy limitadas.
¿Me contáis cómo hacéis para que los peques no estén solitos mientras trabajáis?