Que los niños nos hablen de amigos que no conocemos ni podemos ver es lo más normal del mundo entre los dos y los ocho años. El amigo imaginario es un puente entre la realidad y la fantasía; es una preparación para las futuras amistades del niño.Pueden ser animales, personas e incluso seres inventados (marcianos, extraterrestres, monstruitos...). Con él, el niño entabla conversaciones, juega y llega incluso hasta a enfadarse.
¿Es malo?
Por lo general, tener un amigo imaginario no supone ningún peligro. En la mayoría de los casos, tiene una función positiva: ayudará al peque a crecer desarrollando su creatividad y sus emociones.
Tener a alguien le ayudará a expresar sus miedos, alegrías, deseos... e incluso a atribuir sus sentimientos negativos a su “amiguito”, por ejemplo, para evitar un castigo, echa la culpa al otro.
La aparición del amigo imaginario suele ocurrir en la etapa del pensamiento mágico. Se caracteriza por la consciencia que van adquiriendo (poco a poco) del mundo real, y para poder asimilarlo y aceptarlo van creando un mundo paralelo en el que todo es posible, no hay nada prohibido y todo tiene solución.
¿Por qué lo crean?
Con un amigo imaginario los niños son capaces de liberar sus sentimientos (positivos y negativos). Pueden exteriorizar sus miedos o fobias ante nuevas situaciones, como ir al cole nuevo, quitar el pañal, la llegada de un nuevo hermanito...
Además puede favorecer la autoestima del niño, haciendo que se sienta más confiado y seguro ante determinadas situaciones
Servirá como válvula de escape para momentos en los que el niño no se sienta del todo cómodo, situaciones que no controle o no esté totalemente adaptado y para evitar alguna regañina.
¿Tiene beneficios?
Como todas las cosas, tener un amigo imaginario tiene su parte buena (y también una menos beneficiosa). Los niños, podrán aprender a controlar sus emociones y sobre todo, llegarán a entender el punto de vista de otra persona, de su amigo.
Tener a alguien con quien hablar de todo lo que le preocupa, lo que le gusta o disgusta, hace que desarrolle sus habilidades sociales y su capacidad de comunicación.
Lo negativo de esto, es que el niño es el que define y crea la personalidad de su amigo. Él escoge el nombre, su físico y hasta las cosas que hace. Esto proporciona al niño un grado de egoismo, dado que el amigo imaginario hace todo lo que quiere el niño, cosa que un amigo real no haría.
¿Cuándo desaparece?
Suele desaparecer alrededor de los siete u ochos años, cuando el niño ya tiene relaciones sociales y a participar en actividades con niños de su edad, lo que hará que poco a poco su amigo imaginario vaya desapareciendo.
Por otro lado, este amigo irreal puede convertirse en un obstáculo para la relación con otros niños y puede llegar a ser motivo de preocupación si la amistad dura más de la etapa normal, llegándose a convertir en una manera de evitar responsabilidades, el contacto con la realidad o llegar a perder el interés por estar con amigos. Si se da ese caso, debemos intentar conocer cuáles son las causas y si fuera necesario hablarlo con un especialista.
¿Cómo actuar?
Lo primero que tenemos que hacer es apoyar la imaginación del niño, sin llevarlo al extremo. Tenemos que hacer que el niño entienda que no todas las culpas son de los amigos imaginarios, y que el niño tiene que ser responsable con los actos que realiza así como asumir las consecuencias que conlleven.
Tienes que favorecer sus relaciones sociales, invitando a sus amiguitos a casa o dejando que el vaya a las de sus amigos, dejándole escoger las actividades que le apetecen hacer en sus ratos libres para no saturarle.
Por otro lado ofrecerle actividades de juego que potencien su creatividad y su participación activa le aleja de una posición pasiva en la que el niño se “encierre” en su mundo.