El cachete asusta, duele y no educa.
Cuantas veces habremos visto a esos padres o a esos abuelos dando cachetes en el culete a los pequeños. Pues bien tengo que deciros que el cachete asusta cuando se da. Además duele y no es nada educativo. ¿Por qué no es educativo? muy sencillo; porque no enseña nada. Por el contrario, es un comportamiento agresivo y autoritario.
Los niños muchas veces se portan mal y así tiene que ser, porque son niños y es su forma de experimentar con su entorno. Es nuestra labor, explicarles el porque no tienen que hacerlo.
Es nuestro trabajo como padres y como educadores enseñarles y darles valores. Pero desde luego con el gesto de darle un cachete, no lo vamos a conseguir.
Voy a poner un ejemplo muy sencillo. Imaginemos que a nosotros no nos gusta que nuestro hijo salte por el sofá, pero de repente entramos en el salón y vemos que lo está haciendo. Ante esta situación tenemos dos opciones:
1- Ponernos a chillar como locos y darle su correspondiente cachete en el culo ó 2- Bajarlo del sofá, sentarlo en una silla y nosotros en otra y hablar tranquilamente con él. Explicarle que eso no se hace, porque el sofá se puede romper o bien porque si se cae se puede hacer daño.
Puedo entender perfectamente que hay momentos de muchísimo estrés. La paciencia se agota, estas desbordad@ por el trabajo, el día a día y encima encontrarte con situaciones como ésta. Son momentos en los que estallas y hacen llevarte al límite.
Antes de dar un cachete, siempre tenemos que pararnos y pensar.
Si tu das un cachete, te habrás desahogado y probablemente el niño deje de hacerlo. Primero por miedo y segundo por el dolor que siente al haberle pegado. Pero cuando la situación se calme, el niño no habrá aprendido nada, porque sólo ha escuchado gritos. Además tu como adulto, tampoco le has transmitido nada porque no le has explicado el porque eso no se hace. Con lo cual aunque tu puedas pensar situación resuelta, en el fondo ha sido el pez que se muerde la cola. Al día siguiente la situación volverá a ser la misma.
Si por el contrario, en el momento en el que te encuentras al niño subido al sofá, dejas todo de lado. Lo coges y lo sientas para explicarle que eso esta mal, que no se puede hacer, que se puede caer y hacerse daño, que el sofá se puede romper, etc. Tu te calmas y él lo entiende. Aunque quizás y seguramente no te sirva de nada. Porque a la que te des la vuelta, estará de nuevo saltando, ya que a él le parece divertido. Pero a la larga lo comprenderá.
Hay que coger este hábito como una rutina. Siempre que tu hijo se porte mal, hay que hacer la misma acción y a la larga te darás cuenta que le estas enseñando a comportarse. Él por si mismo dejará de hacerlo.
Cuando tu entres en el salón y siga saltando en el sofá, te mirará y dejará de hacerlo, porque estará aprendiendo los valores que tu le estas enseñando. Hasta que llegue el día en el que dejará de hacerlo.
Los niños son traviesos por naturaleza, les encanta experimentar y sobretodo llevarnos al límite. Ahí es donde entra nuestro papel como padres, en ponerles límites y barreras y sobretodo, como siempre digo COMUNICACIÓN. Hablar las cosas cara a cara.
Un cachete no transmite nada, excepto dolor y rabia. Además de que lo recuerdan y les transmite miedo e inseguridad, por no hablar de la humillación que les causa.
Si por el contrario hablamos con ellos, les transmitimos calma y serenidad. Además de proporcionarles unas bases de buena conducta y comportamiento.
La educación es algo constante y muy presente en el día a día de un niño. A nosotros, como padres, nos lleva mucho tiempo, pero a la larga puedo aseguraros que lo agradeceréis.
¿Y vosotros, qué pensáis del cachete? ¿Estáis a favor o en contra?
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