Antes de hablar del por qué un cachete a tiempo no es la solución, quiero aclarar que yo no soy ninguna experta, psicóloga ni gurú y que solo hablo desde mi propia experiencia.
Desde que era bien pequeña siempre he oído que un cachete a tiempo a los niños evita muchos problemas. Enseña al niño firmeza. Deja claros los límites. Siempre ha sido lo normal y cuando lo ves desde siempre, lo terminas interiorizando como lo que hay que hacer.
Y entonces te conviertes en padre y es algo que ni lo piensas, si se da la situación pues lo harás y listo, es lo que hay que hacer.
Pues hoy quiero hablar de mi propia experiencia, de por qué creo firmemente y tengo muy claro que un cachete a tiempo no es la solución.
Yo he pegado a mi hija.
Cuando tenía unos 7 meses, ya habíamos empezado la alimentación complementaria y un día, una noche más bien, no quería comer. Y no sólo eso, sino que me tiraba la comida intentando dar manotazos a la cuchara. Normalmente tomaba sólidos ya que hemos hecho BLW, pero esa noche había puré para cenar.
Habitualmente suele comer bastante bien y esa situación me estaba poniendo muy nerviosa. Además se sumó el cansancio de noche tras noche sin dormir bien y el estrés del trabajo. Esa noche no me sobraba paciencia precisamente.
A la tercera vez que me tiró comida al suelo con malas formas y gritos la di un cachete en la boca. Evidentemente, lejos de mejorar, la cosa empeoró bastante. Se puso a llorar muchísimo con unos gritos tremendos y obviamente no quiso comer más.
Al día siguiente tenía fiebre.
Mi hija no estaba emperrada en llevarme la contraria, no quería molestarme ni dejaba de comer porque sí. Mi hija estaba malita y su única manera de decírmelo era a través del llanto, los gritos y los gestos porque aún no sabía hablar. Y yo me sentí la peor madre de este mundo.
En ese momento entendí dos cosas. La primera, que mi hija es una niña que habitualmente come bien, por lo que obligarla a comer cuando no quiere es una pésima idea. Si no quiere comer, es por algo, aunque ella no me lo sepa transmitir con palabras.
Y la segunda, que con el cachete, (no siempre tiene que ser en el culo), lo único que conseguí fue descargar mi frustración, no solucionar nada. Ella sólo vio que yo la pegaba. Dudo mucho que lograse comprender por qué lo hacía.
¿Cómo puedo pensar que estoy enseñándole algo si ni siquiera entiende lo que estoy haciendo?
Como adultos, podemos entender que un acto malo tiene unas consecuencias. Pero como niño pequeño, si lo que estás haciendo es decirle a tu madre que no te de de comer porque estás malito y no quieres más, ¿cómo vas a interpreta que te pegan porque lo estás haciendo mal?
Sin embargo, cuando estamos al borde del ataque de nervios, descargamos sobre ellos nuestra frustración y encima les echamos la culpa.
Es obvio que llegué a ese estado por su acción, pero soy yo, como adulto, como madre, quien ha de buscar la forma de comunicarme con ella, de hacerle sentir bien, cuidada y comprendida. La vía fácil y rápida, es la de soltar e guantazo y luego decir que “es por tu bien”.
Es muy difícil, cuesta cambiar el chip. Cuesta controlarse, las cosas como son. Pero yo al menos, desde ese día que cambié el chip y no he vuelto a dar a mi hija. Creo que me he vuelto más humana. He buscado formas de actuar, he descubierto la disciplina positiva (millones de gracias Bei), leído libros interesantes que me aportan otra visión de las cosas.
Nunca es tarde para darse cuenta de las cosas y poner remedio a lo que no nos gusta.
Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Yo he pegado a mi hija y espero que ella lo olvide, pero yo, por suerte o por desgracia lo tengo muy presente y no lo quiero volver a repetir.
Lo realmente importante no es cómo actuamos en los momentos de crisis. Lo que importa es lo que eso nos suscita, lo que nos hace pensar y sentir después. Querer mejorar es lo que nos lleva al cambio.
Perdón por el tochaco, pero tenía mucho que decir. ¿Qué opinión tenéis sobre el cachete a tiempo?
Seguimos en contacto en Twitter, Facebook e Instagram
La entrada se publicó primero en Criando Pulgas.