Niño triste, imagen de ambermb en Pixabay
Aquí tenéis su reflexión:
Me ha encantado Lídia, agradezco estas líneas. Yo fuí capaz de pegar a mi bebé un cachete. Se me escapó corriendo hacia una carretera, cuando lo cogí de milagro le dí un cachete, me salió del alma y muy natural. Sentí pánico, lloré casi una hora. Casi no podía ni abrazarle después.
Mi madre nos pegaba, no solo cachetes, azotes y golpes cuando estaba muy enfadada. Yo jamás pensé que sería capaz de pegar a mis hijos. Cuando le dí, me dí cuenta de lo profundo que se arraiga la violencia cuando la sufres. Eso me hizo cambiar y me pasé al extremo, no me permitía ni un grito, no me daba tregua. Mi hijo empezó a mostrar muy mal carácter, agresivo. Y yo empecé a frustrarme, no me daba cuenta que estaba todos los días al límite y que no era sano.
Empecé a trabajar en serio, a sanar, a recorrer otros caminos y a permitirme fallar y a enfadarme y a pedir perdón. Nunca más he vuelto a pegar a mis hijos. Reconozco haberles sujetado con fuerza e incluso obligarles a hacer algo que no querían valiéndome de mi fuerza y he pedido perdón por ello. He gritado y les he dicho cosas que no me gustan. Pero nunca he vuelto a sentir el impulso de pegar, me sigue doliendo ese cachete, me duelen los momentos en los que no he estado a la altura. Pero estoy orgullosa de todo el camino recorrido. Mi niño mayor es La Luz de mi vida, a medida que yo fui sanando él volvió a ser mi niño alegre, dulce y cariñoso de siempre. Y mi pequeño es mi otra luz que me ha enseñado todo lo que soy capaz de hacer.
Madre-hijo, imagen de MSneor en Pixabay
Nunca he contado esto, en un grupo en internet. Se habla mucho y se debate sobre la violencia infantil y todos llevamos un pequeño saco a cuestas de cachetes a tiempo, algunos más grande que otros. Soy Doula y asesora de lactancia, veo muchos sacos a cuestas. Las madres nunca nos damos tregua ni a nosotras ni a otras madres. Creo que he sentido el impulso de contar mi camino porque las que defendemos otro tipo de crianza no somos infalibles, no somos perfectas. No podemos serlo con la mochila que cargamos. Pero me consuela pensar que la de mis hijos será más pequeña que la mía, la de mis nietos aún más pequeña y quizás llegue el día que no habrá mochila... Solo por este pensamiento merece la pena.
Necesitaba escribirlo. Cuando defiendes la no violencia a veces yo me siento como una impostora, enseguida ves que se crea la imagen de la madre perfecta que nunca grita y que siempre es respetuosa. Me apetecía decir que tras esos esfuerzos hay un trabajo personal y duro, que no siempre da resultado. Lleva mucho tiempo descubrir que efectivamente el cachete no es un método, si no la falta de recursos. También lo he escrito para animar a cualquier mami o papi a desahogarse, a contar esos baches en la relación con los niños. Entendiendo este espacio como un lugar seguro para hacerlo, NO para justificarlo ni para decir no pasa nada, pero si para arropar a quien haya tenido un mal día, para animarla a seguir sanando y que siempre haya un espacio para el perdón.
Que hay una vez que nos duele y que hemos fallado, pero que si pensamos y rebuscamos los momentos en los que hemos ganado y hecho mejor las cosas veremos que la norma es esa y que nuestros niños lo viven así , pueden recordar un momento malo y cien mil buenísimos. Publica si quieres, y animar a publicar a todos, que es necesario bajar de un pedestal autoimpuesto y admitir que a veces no sabemos lo que hacemos y que tenemos miedo, que es mucha responsabilidad criar, que lo hacemos lo mejor que sabemos y que cada día aprendemos más. Un beso.
Espero que os haya gustado tanto como a mí y os ayude a avanzar, y a dejar de juzgarnos a nosotros mismos y a los demás, todos tenemos derecho a fallar, a equivocarnos, lo importante es reconocerlo e intentar mejorar por nuestr@s hij@s, para que su mochila no pese como la nuestra. Desde aquí te doy las gracias por dejarme publicar tu reflexión, creo que puede ser de gran ayuda para otras personas.
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