Experiencia que nos contaba la mamá del blog La Vera Donna sobre su experiencia tras el parto con las visitas.
Después de mi parto tan largo y complicado, recibí muchas visitas durante mi estadía en el hospital, me sentía tan agotada, y ni siquiera tenia conmigo a mi bebé, que pensé que recibir visitas en ese momento no era lo mas apropiado, me habían puesto una sonda y tenia tantos dolorosos puntos productos de una episiotomía y un terrible desgarro por el forceps realizado. No me permitían levantar, tenia la tensión arterial por los cielos, y mi esposo, que estuvo conmigo las 24 horas que estuvimos de parto, tampoco había podido pegar ojo, incluso tuvo que irse con el bebé a neonatos para hacer piel con piel, darle el biberón, y estar allí cada tres horas durante el primer día hasta que le dieron el alta y pudo estar a nuestro lado.
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Así que una vez di a luz les pedí a mis amigos que por favor no fuesen a visitarnos, pero algunos se presentaron sin anunciarse y con otros hicimos una excepción, en muchos casos las visitas duraron demasiado tiempo, muchos fueron con sus propios hijos, algunas duraron todo el dia, incluso unas mas molestas repitieron durante los días que estuve ingresada con el mismo patrón.
Una situación asi atenta con el libre establecimiento de la lactancia materna, la intensificación del vinculo madre-hijo, estresa a la madre, altera al bebé, amén de que no faltan los que quieren coger al bebé, se adueñan de él, y "como no llora" no te lo dan aunque lo pidas, lo que puede ocasionar que el bebé sufra bajas de glucosa por no comer a tiempo. Todo esto nos pasó con nuestro bebé, cuando al fin logré recuperar a mi hijo, tras un "no seas posesiva", "estas loca con ese bebé", "déjamelo a mi que no lo he cogido", "dormir también alimenta" y mi esposo con un "anda cógelo que no es un cerebro" le ofrecía el bebé a todo el que llegaba, algunos eran sus compis de trabajo a los que ni siquiera conocía.
Y claro después de todo esto ya el pobre niño estaba muy débil para mamar, tenia un hambre atroz y no lograba engancharse, habían pasado muchas horas desde la última vez que había mamado, al menos esa fue en calma aprovechando que mi esposo se había llevado a todas las visitas para ir a comer.
Como me había olido el percal, le escribí a una amiga que quería venir a visitarnos, porque ella es pro lactancia y necesitaba desesperadamente alguien que me apoyara. Mis otras amigas y conocidas que se habían presentado eran pro biberón a ultranza, muchas no pudieron amamantar, y defendían lo que conocían, lo que les había funcionado o lo que se les hizo mas cómodo.
Pero yo estaba segura de lo que quería y de lo que consideraba mejor para el bebé, no ia a desmayar en mi propósito. Durante la mañana había una enfermera maravillosa, que sacaba a todos de la habitación se sentaba conmigo a explicarme como poner al bebé, me daba tips y recomendaciones y sobre todo, transmitía paz, confianza, con ella me sentía segura y relajada y confiada en que lo iba a hacer bien. Pero por la tarde el panorama cambió, las enfermeras eran mas jóvenes, mas estresadas, los niños de toda la planta lloraban y estaban muy liadas, la crisis de hambre de mi bebé ocurrió justo cuando estaban realizando el cambio de guardia, y no había nadie que pudiese venir ante mi pedido de "por favor que alguien venga que no logro que mi bebé se enganche al pecho y tiene mucha hambre".
Al fin llegó mi amiga, pero las otras estaban aún allí con sus maridos e hijos, algunas se iban y luego se regresaban, los hijos de algunos correteaban por la habitación, era un circo, todos opinaban, todos sugerían biberón, me pusieron nerviosa, no lográbamos enganchar al bebé, me senté en una silla, me pasaron a un sillón, luego a un sofá, luego insistieron en que me tumbara de lado para darle el pecho acostada, con una sonda puesta, sin ropa interior pero si un empapador lleno de sangre, mi intimidad quedó relegada al rincón mas olvidado de la tierra, todos en la habitación ya me habían visto todo, entre el desespero por que mi hijo comiera, la vergüenza, el pudor, el cansancio y el "lárguense todos ya", comencé a llorar, y mi esposo estalló también y comenzó a gritarme que le diera un biberón al bebé. Entendí rápidamente que los dos estábamos muy cansados, que en ese momento él no lo entendería, asi que le pedí por favor con serenidad, que sacara a todos de la habitación, que me quedaría solo con dos de mis amigas, una pro lactancia y otra que no pudo amamantar pero que me respetaba, y llamamos a las enfermeras, ya era el nuevo turno y pudo venir una.
Después de esa noche pude amamantar a mi bebé, con complicaciones, mi hijo tuvo un enganche dificil hasta varios meses después del parto, solo mamaba bien del pecho izquierdo, del derecho no había forma.
El dia que me dieron el alta también recibí visitas, mas cortas, mas agradables y las enfermeras insistieron en que debía comer antes de irme aunque ya tuviese el alta, lo que fue maravilloso, porque pude darle de comer a mi bebé en un entorno ya probado, parece una tontería pero al inicio si eres primeriza, es muy importante.
Una vez en casa, los mismos que hacían acampada en el hospital, insistieron en ir todos los días a casa, llegaban con sus ropas olorosas a tabaco, aunque les explicaba que está contraindicado coger a los bebés en estas condiciones, siempre alegaban que no habían fumado, pero su olor los delataba. Como llegaban alterados del trabajo, le transmitían su inquietud a mi bebé, era llegar ellos y que el pobre comenzará a llorar como loco. Si mi madre lo tenía en brazos, ellos insistían en quitárselo, y obviamente, el bebé lloraba, si el bebé estaba mamando,esperaban ansiosos a que terminara, o a que se quedara dormido para meterlo en su carrito, porque "tenia que dormir allí", un día me cansé y les dije que dejaran a mi niño en paz, que mi hijo no me molestaba, y si no se habían dado cuenta cada vez que hacían eso, el niño se despertaba, lloraba y a nosotros nos daban las 11 o mas de la noche tratando de calmar a un bebé que se ponía muy nervioso. Imagina el mismo panorama todas las noches.
Evidentemente llegó el ofrecimiento de que ella era una experta en hacer dormir a los bebés, y aunque mi hijo llorara un buen rato no me lo regresaba porque ella tenia que hacerlo dormir porque sí. Decidí pedirle a mi madre que por favor no les abriera la puerta por las tardes, pero mi esposo los recibía con los brazos abiertos por las noches, los consideraba casi de su familia y les tenia un alta estima. Aunque le explicara lo que estaba pasando, no era capaz de entenderlo. El no estaba durante el dia y no tenia la información completa, y aunque se la diera yo, siempre pensaba que exageraba o que juzgaba a la gente porque si.
Afortunadamente, el resto de mis amigos lo entendió, alguna se disgustó porque no la invitaba "a tomar un café" y todas las semanas me pedía lo mismo, hubo vecinos a los que les pedí y fui enfática con mi marido, de que les expresara nuestro agradecimiento por querer venir a conocer a nuestro bebé, pero que en ese momento yo no estaba para recibir visitas. Hubo quien se molestó y me dijo que ya no tenia gracia conocerle, que había dejado de ser novedad. Pero mis amigos, los de siempre, empatizaron conmigo, y esperaron a estar bien de salud, esperaron a que se fueran mis padres, y dejaron en mis manos que les invitara a conocer al bebé. Me enviaban mensajes y preguntaban si podían llamar, fueron las visitas ideales, los mas corteses y educados y sobretodo, entendieron mi situación. Cuando vinieron, traían sus postres, tentempiés, se servían y se hacían su propio café, y dejaban puesto el lavavajillas, ellos me atendieron a mi, yo no tuve que atenderles.
A quien no ha estado en una situación así, puede parecerle exagerado, pero ciertas visitas pueden hacer de tu puerperio y vida en pareja un infierno. Durante el puerperio, tu relación con las visitas dependerá de como hayas quedado después del parto, como estés de ánimo, si estas medicada por alguna situación física o tienes depresión post parto, si has dormido o no, si comes bien, si tu bebé está comiendo adecuadamente, si puedes lograr dormir cuando tu bebé lo hace, si tienes ayuda en casa, de como es tu relación con tu bebé, con tu pareja y tu carácter para dejar las cosas claras, aunque esto ultimo, parece tener mas relación con las hormonas y la oxitocina, o explotas y mandas a todo el que moleste de paseo, o estas envuelta en una nube de amor y no eres capaz de reaccionar a tiempo.
Tu puerperio es una etapa muy importante, en ella te estabilizas, tu cuerpo vuelve a sus valores normales, algunos necesitaran un poco de ayuda, y tu vuelves a aterrizar en este mundo. Trata de estar tranquila, que nada interfiera en la paz de tu mente, de tu vida, de tu hogar y tu familia. ¡Que nadie te moleste!