Compartí en este foro mis dudas, mis miedos, que siempre fueron muchos y muy diferentes a losde la inmensa mayoría, sobre todo porque yo no tenía nada claro que quisiera ser madre.
Me voy a sincerar en este blog, aun a sabiendas que muchas foreras puedan llegar a sentir cierta antipatía por lo que voy a explicar, pero es la única manera de que me conozcáis realmente.
Yo tenía claro que quería tener un hijo; visto desde ahora, mi postura era un tanto egoísta, ya que tengo una relación estupenda con mis padres y quería vivirla con un hijo (como si esto fuera matemático), pero no quería que fuera ya. Mi vida siempre ha sido un tanto anárquica exceptuando mis horarios laborales, pero entraba y salía a placer, tenía una vida social maravillosa y una relación de pareja muy respetuosa. No obstante, el tiempo apremiaba y llegué a la treintena. Nunca era un buen momento para ser mamá y mi pareja empezaba a impacientarse; mentiría si dijera que yo no tenía prisa, puesto que tampoco me atraía mucho ser mamá primeriza con mucha más edad.
Dentro de los millones de defectos que tengo, uno es que cuando algo se mete en mi cabeza, ha de ser YA. Ahora o nunca. Y eso me pasó un cierto día. No os puedo decir cuál fue el detonante, pero de un día para otro le dije a David: vamos a intentarlo. La naturaleza es sabia y antes de que yo pudiera arrepentirme, mi bebé corrió y corrió y se cogió a mí con toda la fuerza que pudo.
Mi debacle vino al hacerme el test de embarazo. El primer día me sentía rara, pero ilusionada. No puedo explicar qué pasó unos días después, en los que quedé inmersa en un estado depresivo que no me permitía ni siquiera levantarme de la cama: familiares y amigos estaban preocupadísimo; qué decir de mi pareja. Antes de cumplir el tercer mes, él mismo me propuso ir a perder ese bebé, con la ilusión que le hacía a él. Imaginaros cómo estaba yo.. me ahorraré detalles para no hacer demasiado extensa esta primera intervención.
La pelota estaba sobre mi tejado: sólo era necesario decirle a mi pareja que quería perderla y hacerlo. Sé que ahora me odiareis, pero si la intervención hubiera consistido en tomarme alguna medicación, mi hija no estaría en este mundo. La operación me echó para atrás, no tuve valor, pero fue una decisión totamente egoísta.
Pasó el primer trimestre y de un día para otro, mi estado de ánimo cambió (después me enteré que el primer trimestre puede resultar durísimo para algunas mujeres). Empecé a ilusionarme con mi pequeña y cuando supe que era nena, llegué a personalizarla y a esperar a que me enviara su "primer mensaje" en forma de patadas desde dentro de mí.
Me he desnudado del todo en esta primera intervención, pero necesitaba plasmarlo y guardarlo para no olvidar cómo fueron los inicios. A veces me pregunto si el carácter de mi hija (es muy nerviosa, lloró continuamente durante sus 4 primeros meses de vida y ahora sigue sin dormir más de 3 horas seguidas) es responsabilidad mía, si esa animadversión que sentí a todo este proceso fue la culpable de que mi hija lo pasara tan mal.
Seguiré en otro ratito.