Cuando estaba embarazada sobre mi mesita de noche llegaron a reposar más de 25 libros sobre maternidad y más de la mitad trataban sobre el tema del sueño. Los más agoreros me decían que tardaría años en volver a dormir una noche del tirón y yo no podía renunciar a ese lujo sin luchar. Tuve suerte pero la realidad es que un número elevado de niños menores de cinco años sufren problemas de sueño. En muchos casos, me doy cuenta que se pueden resolver con un simple cambio de hábitos ya que la mayoría de ellos se deben a malas costumbres.
Los seres humanos somos animales de costumbres y si algo funciona de verdad con un niño es la rutina. Por eso, hoy os explico un poco la rutina de sueño que practico con mis hijos, esperando que pueda ayudaros.
Pequeña guía práctica de seis puntos para conciliar el sueño.
Los horarios nocturnos han de ser fijos y tempranos. Entre las ocho y las nueve de la noche, nuestro cuerpo reclama descansar por naturaleza. Debemos avisar a los niños con antelación para que estén preparados cuando comencemos con nuestra rutina.
Baño nocturno. Hay niños a los que les relaja mucho. Si ese es el caso, propicia un ambiente de calma total: agua tibia, aceites esenciales, juegos tranquilos y música suave de fondo. Al terminar, escogemos un pijama con el que se sientan cómodos, incluso lo pueden escoger ellos mismo para implicarlos en el proceso (de algodón y acorde a la temperatura porque muchas veces tendemos a abrigarlos en exceso).
Cena ligera. Es un buen momento para reunir a la familia y contarnos que tal ha ido el día. Mejor no hacerlo delante de la televisión. Lo ideal es hacer una cena ligera para no propiciar digestiones pesadas que afecten al sueño. Tratemos de evitar el consumo de alimentos excitantes, ricos en azúcar o con cafeína como bebidas de cola, dulces o chocolate. Intentamos que pase un tiempo de al menos una hora entre la cena y el momento de acostarse.
Contar un cuento. Tras la cena, seguimos con el clima de tranquilidad donde se lavan los dientes y van al servicio. Después llegará la hora del cuento, momento que los niños suelen disfrutar mucho. Además es una manera genial de iniciarlos en el hábito de la lectura.
Comodidad. A pesar de que algunos especialistas, recomiendan posturas concretas para dormir, mi opinión es que lo mejor es que ellos adopten la que les salga de manera más natural. Por nuestra parte, debemos proporcionarles una cama confortable y con una ropa de cama adaptada a la temperatura. Una temperatura agradable (entre 18 y 20 grados) puede evitar los despertares nocturnos. Como ya dije, muchas veces tendemos a abrigarlos demasiado. La atmósfera tiene que ser tranquila, con poca luz y el mínimo ruido ambiental posible.
Juguete. A menudo, el problema no es que el niño se despierte de noche, sino que no se duerme de nuevo, pues los estímulos que relacionan al inicio del sueño ya no están. Por eso, lo peluches o almohadas de apego ayudan mucho. Si es necesario, podemos dejar una luz encendida, preferiblemente que sea desde otra estancia y que podamos apagar cuando se duerman.
Premio. Al progresar, puedes recompensarles pero no tiene que ser con algo material. Siempre los besos, achuchones o frases positivas tienen más poder que cualquier otro regalo.
¿Y qué pasa si se despiertan a media noche? Acudimos SIEMPRE pero interfiriendo lo menos posible: sin luz, sin hablar en exceso, acompañándoles incluso hasta que se vuelvan a dormir. Veréis como poco a poco el número de horas de sueño así como la calidad del mismo, irán en aumento.
Hablaba antes de la importancia de escoger el pijama adecuado. Los nuestros para esta temporada de verano son de Petit Bateau, conocida marca francesa de la que somos colaboradores. Seguro que la conocéis y si no, ya podéis correr a su web. Petit Bateau encarna un universo divertido donde la calidad importa por encima de todo. Sus pijamas están confeccionados con mucho mimo y con tejidos suaves que no pican y son fáciles de mantener. Además tienen unos precios super económicos (por ejemplo, el precio de los pijamas de los niños es de 19,90€).
Una última cosa que creo importante destacar: aquí no hay buenos ni malos, tanto hijos como padres salimos perdiendo con estas crisis del sueño, así que mucha paciencia, mucha calma y mucho cariño. Espero que os haya gustado el post y que si estáis pasando por esta situación os ayude.