Hoy vamos a recordar a algunos de esos niños que crecieron delante de las cámaras, en un mundo de adultos y sin tiempo para jugar y divertirse.
Al conseguir el papel protagonista de Solo en casa, Macaulay Culkin, con sólo 10 años, se convirtió en uno de los niños más ricos del mundo. La madurez forzada que tuvo que vivir le paso factura de una forma brusca que llego hasta el punto de alejarse de la vida del espectáculo, así mismo como el menciono en una oportunidad, su fortuna era tan grande que no era necesario volver a trabajar.
El caso más sorprendente quizás sea el de las gemelas Olsen, quienes comenzaron sus andaduras por la televisión antes de cumplir su primer año de edad. Desde entonces han aparecido en numerosas series y películas y cuentan con su propia firma de ropa. Sin embargo, es posible decir que de niñas veían ese ambiente como normal y eran capaces de llevar una vida de juegos, solo que también eran sometidas a estrés de trabajo que luego se han visto relacionadas con las drogas y la anorexia.
Emma Watson, la protagonista de Harry Potter, también creció de película en película. Se ha inscrito en la Universidad de Brown de Nueva York para llevar una vida de estudiante normal con una carrera adicional a la actuación y un detalle a favor es que no se ha visto envuelta en escándalos. En más de una ocasión ha dejado claro que le hubiera gustado tener una infancia normal, con frases como “ha sido difícil crecer durante la película” o “no permitiría que mis hijos fueran actores siendo unos niños”.
Dakota Fanning, Drew Barrymore, Miley Cyrus... desgraciadamente la lista de los niños de oro, que durante su infancia se convirtieron en estrellas y cambiaron el colegio por un plató de televisión, es demasiado larga.
También en España encontramos algunos ejemplos, como el de Paquirrín, hijo de Isabel Pantoja, quien, aunque no tiene una profesión definida, desde bien pequeño se acostumbró a las cámaras y supo mostrar su desparpajo ante éstas y ante el público. Os dejo con un vídeo de este momento mítico en el que siendo muy pequeño, no dudó en subir con su madre al escenario.
¿Creéis que merece la pena que el precio de la fama sea una infancia perdida? ¿Dejaríais que vuestros hijos se convirtieran en estrellas siendo tan sólo unos niños? ¿Creéis que un niño es capaz de aguantar la presión que supone la fama?
Fotos: Amazing planet, Actualidad Orange y Noseq