Ya no volvemos a ver con los mismos ojos nuestra casa. Como adultos, estamos acostumbrados a movernos a nuestro aire. Con el tiempo, nos hemos rodeado de comodidades. Sin embargo, con la feliz llegada de un bebé, hay que replantearse algunas de estas cuestiones que tenemos naturalizadas y que podrían lastimarle. Sobretodo cuando crecen un poco.
¿Por qué nos preocupamos tanto?
Que tampoco queremos crear la necesidad en papás y mamás de comprar mil cosas para acorazar la casa. Toda la vida nos hemos apañado con menos y ha salido bien. Lo que sí que es curioso es ver cómo afrontamos la llegada de un hijo, sobretodo cuando se trata del primero.
Es bueno tener en cuenta que hay algunos detalles que podemos cuidar para evitar berrinches innecesarios.
En este punto, el debate está abierto y nos damos cuenta que depende a menudo de las preferencias y las energías de cada pareja.
Por ejemplo, el conocido fenómeno del nido provoca cambios a muchos niveles. Muchas futuras mamás sienten la necesidad repentina, a partir del octavo mes de embarazo, de poner la casa patas arriba y dejarlo todo preparado para la crianza del bebé. Se preocupan del orden y de la seguridad, presienten los primeros meses como una situación más vulnerable y buscan algún alarma doméstica con el que sentirse más tranquilos.
Otras parejas prefieren centrarse más en la salud y las energías. Ellas, con todo el derecho, se interesan por hacer algunos ejercicios de pilates para embarazadas que podrá suponer una pequeña ayuda de cara al parto.
Por citar otra vivencia cercana, mi hermana fue más de anticipar los cambios que iba a suponer su hija durante los primeros meses de embarazo. Ella decidió que los últimos meses se cuidaría más para llegar con buen ánimo al parto. Luego, claro, le entró el ansia de querer hacer cosas. A pesar de este subidón, cumplió con lo previsto y se dedicó a pasear para posicionar bien al bebé en la barriga.
Así que tenemos en verdad tres grandes enfoques: la energía y la salud, la organización y la seguridad. Creemos que los tres pueden convivir perfectamente y dejar lugar al resto de cosas de la vida, porque ésta sigue y no tenemos por qué renunciar a todo.
En cuanto a algunas soluciones para lograr que nuestros hijos e hijas no se hagan mal, conocemos algunas pocas.
Protecciones de enchufesQuizás sea la solución a la que recurrimos con más frecuencia. Los enchufes suelen estar cerca del suelo y, por tanto, accesibles para los bebés desde una edad muy temprana. Es cierto que los enchufes modernos han ganado en seguridad, pero no sabemos lo que nuestro pequeño querrá introducir en los agujeros, sólo por probar.
Esquineras
Bien, no se trata de que vivamos en una burbuja que nos separe de los incidentes, ya que no es posible. Pero sí que es bueno considerar la idea de incluir algunas protecciones blandas en esquinas de mesas y encimeras.
Seguridad en puertas y cajonesLa curiosidad y la alegría son dos buenas características que no debería preocuparnos de nuestros pequeños. Al contrario, está bien alimentarla para que se sientan seguros de sí mismos. Pero todos coincidiremos que hay sitios que deben estar reservados para los adultos, como los cajones donde guardamos cuchillos y utensilios con los que fácilmente podría hacerse mal. Una llave o un bloqueador puede ser la situación ideal.
Algunos tenemos además algunos cajones que se cierran solos y que ya nos ha dado alguna “alegría” en forma de moratón en el dedo. Para nosotros, existen accesorios que evitan que nos pillemos los dedos. Y sí, podemos volver a considerarlo cuando nuestro peque ya anda por la casa.