En torno a los 4 meses de edad, los bebés pueden empezar a presentar regurgitaciones o pequeñas convulsiones que derivan en vómitos, debido a alimentos mal digeridos. Esto es común, pues sus pequeños organismos empiezan a aostumbrarse a hábitos diferentes de alimentación, vamos, a comer de una manera más adulta.
¿Cuándo sí que tenemos que estar alerta? a partir de los 18-20 meses, si los síntomas persisten. Las principales señales de que el niño puede estar en proceso de desarrollar el reflujo gastroesofágico, entendido como enfermedad, eso sí, tratable, y en principio no grave, son: insomnio, malestar general, segregación anormal de babas, escalofríos, y/o eructos incesantes, eminentemente.
¿Por qué el niño lo pasa mal? sencillamente, porque es un proceso anormal, que se da de manera intensa en el estómago del bebé. El contenido gástrico y duodenal pasa al esófago de manera involuntaria. Esto le produce todas esas reacciones al niño.
El tratamiento del reflujo es diferente, según el grado de intensidad que experimente el bebé o niño. Lo ideal es acudir cuanto antes al pediatra, porque él os aconsejará mejor que nadie. Normalmente con terapia y fármacos se cura, pero en ocasiones hay que operar. También es vital el tipo de dieta del paciente.
¿Quiénes queréis compartir aquí vuestras experiencias con este problema en casa? ¿Creéis en 'terapias alternativas' tales como masajes y remedios naturales? ¿Cómo lo estáis llevando?