Cuenta la leyenda que una madre tuvo dos hijos con pies de tortuga, una característica que les hacía llevar un ritmo lento pero seguro.
Cuando el primero de los niños tortuga comenzó la escuela la maestra pidió a su madre una reunión.
-Su niño es muy inteligente, aprende todo lo que vamos enseñando en la escuela, pero tiene pies de tortuga.
-Dígame algo que no sepa, el niño nació así, es su ritmo.- contestó la madre a la maestra.
Y la maestra decidió que era algo que debía cambiar. Hablaría con el niño, le pediría más rapidez en las tareas para que fuera haciendo todo al ritmo normal del aula.
Pronto el mayor de los niños aprendió a hacer las tareas al ritmo deseado por la maestra, pero dejando de lado la calidad de los resultados y sin dedicarle mucho esfuerzo a la tarea, simplemente la hacía rápido y punto. La maestra volvió a invitar a la madre a una reunión:
-Su niño hace las tareas rápido y de forma muy sucia, además comete muchísimos errores y se distrae…No sé que le habrá pasado…¿ha ocurrido algo que le pueda haber afectado?
-No que yo sepa, en casa todo está igual y con su hermano tiene muy buena relación.
-No se, qué extraño, era un niño muy limpio en sus tareas, atendía y parecía entender todo y ahora…
Al año siguiente el hermano pequeño comenzó el colegio y la maestra correspondiente llamó a la madre para reunirse:
-Su niño es muy inteligente, aprende todo lo que vamos enseñando en la escuela, pero tiene pies de tortuga.
-Dígame algo que no sepa, el niño, al igual que su hermano, nació así, es su ritmo.- contestó la madre a la maestra.
Ritmo lento pero seguro
Esta historia está por concluir pero es una forma breve y amena que me sirve para presentarte mi reflexión del lunes, no se por qué pero el lunes me invita a la reflexión todas las semanas así que no me parece mala idea tomarlo como un hábito.
Pues sí, tengo dos niños tortuga: creativos, con las cosas claras, sociables, curiosos, buenos estudiantes pero para el sistema educativo son lentos. A mi no me gusta que me los etiqueten así, me parece mejor que digan que su ritmo es lento, pero también es eficiente.
Me llena de orgullo cuando Sergi coge su cuaderno de sumas, restas o multiplicaciones en casa y las hace a su ritmo sin cometer ni un solo fallo o cuando Julio de 4 años repasa los puntos para construir letras sin salirse ni un poquito o cuando colorea de forma ultra perfecta sin salirse del dibujo.
Son pulidos, amantes de las cosas bien hechas, como sus padres.
Cuando me reúno con las maestras siempre tiene que salir esa palabra: “lento” y la aborrezco porque basándose en ella se les exige a los niños un ritmo que no es el suyo. Cada cual necesita un tiempo diferente para realizar las actividades y no creo que ese tiempo que necesita cada uno se pueda normalizar, porque es algo que va en el modo particular de cada niño para procesar la información.
Pero más rabia me da aún que en primaria existan programas de apoyo en el colegio, programas en los que se hace un seguimiento personal de cada niño y se enfoca la actuación fortaleciendo aquellas materias en las que peor va. Y sin embargo no quieren ingresar al mayor de mis hijos en esos programas, a pesar de que yo misma lo he solicitado.
Argumentan que no es necesario, que el niño no se esfuerza porque no quiere, porque puede hacerlo mejor, puede estar más atento, puede…pero es lento. Y cuando no es lento hace las tareas guarramente y sin enterarse de la mitad de lo que han explicado, sin leer enunciados y sin saber qué debe contestar.
Esto en el caso del mayor, la historia del pequeño está aún por contar. Tiene una gran capacidad para quedarse con todo lo que le explicas, pero no se permite a si mismo ni un solo fallo por lo que dedica bastante tiempo a hacer la tarea que le mandes de forma impecable y sin cometer errores. Miedo me da cuando llegue a primaria y su ritmo no sea el de sus compañeros.
Aunque también pienso que si en algún momento los maestros consideran que no alcanzan los objetivos que se les exige en cada curso y deben repetir no le voy a dar la menor importancia. Hablando mal y pronto: me la pela. Confío en ellos y conozco por cómo trabajamos en casa que poseen una gran capacidad para adquirir conocimientos, aunque deban dedicarle algo más de tiempo.
Si repiten curso en algún momento estará bien, se lo mostraré como una oportunidad para hacerlo mejor que el año anterior, para aprender más.
Porque está claro que el sistema educativo al completo no cambiará por dos niños que nacieron con pies de tortuga, lentos pero seguros.
Dicen que las casualidades no existen y justo mientras escribía este post me ha llegado al correo la última entrada de El blog de Salvaroj que justamente trata sobre esto y que aquí te enlazo para que la disfrutes: El futuro de la educación no está en estandarizar sino en personalizar.
Quizá pienses que igual soy una madre loca y antisistema que se queja por quejarse o por defender a su cachorro, una mamá leona, que se enfrentaría a cualquiera con tal de que dejen a sus hijos en paz pero en absoluto, apoyo la labor docente, critico el sistema educativo que ata manos, aumenta ratios y provoca fracaso escolar donde no debería haberlo.
Para demostrarte que no soy todo esto, que no me quejo de vicio, si no te basta que un blog como El blog de Salvaroj toque este tema te enlazo al brutal blog educativo de mi colega profesional Mel, Nunca Jamás y yo que en este artículo te viene a decir mucho más claro y extenso que esta historia que te cuento no es personal, es algo que ocurre, es algo global y una de las causas de la pérdida del entusiasmo por aprender: Es muy fácil de entender, no todos los alumnos aprenden de la misma forma.
El miércoles publicaré el tercer cuaderno para trabajar colores y otros conceptos partiendo de los cuentos clásicos. El primero fue Caperucita y el color rojo, el segundo Ricitos de oro y el amarillo y el miércoles podrás descargarte: Garbancito y el color verde.
¡Hasta el miércoles! Que tengas un gran inicio de semana.
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