Aunque no soy psicólogo, ni especialista, puedo afirmar sin lugar a dudas que haber establecido una rutina para mis hijos desde que son pequeños ha sido super beneficiosos para mí y para ellos.
Creo que establecer rutinas básicas (comer, dormir, bañarse, hora de juegos, salidas a pasear) le otorga seguridad a los niños, ya que saben que viene a continuación y eso mientras son pequeños es muy importante para criar niños si no más felices, al menos seguros. Aunque la verdad creo que felices también.
Además, las rutinas van creando hábitos que permitirán a los niños adaptarse con facilidad a la etapa escolar y yendo más allá, a la etapa universitaria, al entorno laboral y a su vida adulta en general.
Por más que no nos guste el sistema educativo, es un hecho cierto que en algún momento nuestros hijos deben entrar en el preescolar, así que si vienen de casa con una rutina más o menos establecida, les será más fácil seguir las rutinas que se apliquen en el colegio y en consecuencia, adaptarse a la vida escolar no será tan traumático.
Por otro lado, las rutinas nos facilitan la vida como mamás, porque si adoptamos la rutina más adecuada para nuestros niños implica que en algún momento del día tendremos un tiempo para nosotras y sabemos que eso es importantísimo y necesario para nuestro bienestar emocional.
Y aunque crear una rutina y mantenerla no es fácil, una vez que agarramos el hilo de la cuestión, todo se torna más fluido en nuestro día porque existe algo de organización y manejo del tiempo.
Para mí eso es esencial, ya que solo dispongo de 24 horas en el día y necesito cumplir con mis obligaciones de trabajo, hacer mis cosas y descansar y, si mis hijos no tuvieran una rutina para dormir, por ejemplo, hoy pueden dormirse a las 8:00 de la noche, mañana a las 10:00 y pasado a las 9:00, por ende, yo no tendría una hora fija para dormir, salvo esperar que ellos decidan a qué hora quieren dormirse, lo que conlleva a que me canse, me frustre y esté de mal humor.
Por supuesto, con niños las rutinas no pueden ser inflexibles, tampoco estamos en un campo de entrenamiento militar. Hay días que las cosas cambian. Bien sea porque tocó una salida, o porque es fin de semana, porque nos retrasamos en el médico, etc, etc. Hay miles de imponderables que suceden y hacen que la rutina de los niños cambie. Lo importante es volver al cauce poco a poco, es decir, si un día no hubo baño por X o Z, tratemos que la hora de dormir sea la de siempre.
Es verdad que a veces seguir una rutina puede ser muy cansón para uno como mamá y hasta estresante para tener a tiempo todo listo para los niños a la hora en que deben levantarse o a la hora de comer, pero de tanto hacerlo se vuelve un hábito y sale automático.
Honestamente, crear rutinas implica un poco de sacrificio de nuestra parte. Me explico. Yo no me quedo hasta tarde en las reuniones familiares o fiestas aunque la esté pasando buenísimo porque mis niños son pequeños y siento como mamá que no es bueno “abusar de su paciencia” y si están cansados se pueden poner necios y malcriados y empezar a portarse mal, entonces antes de forzarlos prefiero irme para que puedan relajarse en casa y no se enojen.
En fin, puede que una rutina te ate de manos como madre y no deje que tus hijos vayan a su aire, pero a mí me funcionan de maravilla y creo firmemente que las rutinas nos facilitan la vida a todos y permiten que nuestros niños puedan ser niños felices y seguros y su adaptación a la sociedad sea más fácil y llevadera.
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