De nuevo, hoy te invito a sentarte conmigo a abrir este melón. Por que este melón, es de los grandes.
Mi primera respuesta a la pregunta ¿se puede teletrabajar (bien) con hijos? es rápida, y sin pensar: No, no se puede. Mejor dicho: no se puede hacer BIEN. No hemos llegado a ese nivel de adaptación en las empresas al teletrabajo, ni de conciliación.
Mi respuesta larga, con reflexión es: sí, al final se puede, pero haciendo un ejercicio de cambio de mentalidad (tanto personal, como por parte de la empresa), un gran ejercicio zen de paciencia infinita, y un esfuerzo en reajustar espectativas y tareas pendientes.
Advierto: este post está escrito desde mi experiencia personal, y no por ello, es la verdad sobre el tema, ni pretende serlo. Simplemente una ventana de reflexión (y también de desahogo) ante un tema candente, y aprovechando la cercanía del Día de la Conciliación (23 de marzo).
En un segundo post, próximamente, te compartiré algunos consejos para poder teletrabajar con niños por casa.
Como sabes, mi experiencia con el teletrabajo viene ya de lejos (+8 años), por lo que la adaptación a la situación de confinamiento, no ha supuesto un gran cambio para mí. Tengo mi espacio delimitado, mis rutinas establecidas, un horario pre-definido...
Y luego, llegó Julia. Julia, en ese sentido, ha nacido y crecido entendiendo que mamá trabaja en casa, lo que también ha facilitado (solo un poco) el proceso. No ha sido un cambio de un día para otro, para ella. Aunque dependiendo del día, se le hace más complicado, y el apego que tiene hace (muy) difícil el que pueda ponerme a trabajar con ella por casa.
En el momento en que acabó mi baja por maternidad, y me incorporé de nuevo al trabajo, Julia entró en la guardería. Esas horas, me permitían volver a una rutina laboral habitual (sin interrupciones, en horario habitual, etc), salvo los días en que se ponía mala, y estaba conmigo en casa. Por suerte, en mi empresa predican con la flexibilidad horaria, y el facilitar esa adaptación todo lo posible. Esos días, mi trabajo lo hacía en los momentos en que Julia dormía la siesta, o estaba más tranquila (jugando, vigilada siempre). Pero, como el paso de los meses, esos momentos de menor actividad del bebé se fueron reduciendo, al igual que las siestas. Ahora, con dos años, es un torbellino al que debes tener el ojo encima permanentemente, o que demanda mucha mayor interacción contigo.
La alternativa, en este caso, ha sido siempre coordinarme con mi pareja, implantando turnos (él trabaja fuera, en horario de mañana, y con mayor dificultad para cambiar de horario por ser más rígida la empresa en ese sentido; y yo, retrasaba mi horario a la tarde-noche). Estas alternativas funcionan, pero solo a corto plazo. Para mi, son jornadas extra-agotadoras, normalmente acompañadas de noches cortas. Se hacen, de buen grado pero implican un gran desgaste (mental y físico).
Y, como te digo, con la suerte de que me ofrecen facilidad de adaptación de horario, y mi pareja puede coordinarse conmigo para intercambiar horarios y cuidados.
Pero sé que no todos pueden hacer eso. Y llegó la pandemia para demostrarlo. Y ha sido un bofetón en la cara, de los que duelen.
Algunas personas han visto cómo de la noche a la mañana han tenido que aprender a teletrabajar, en un espacio que no tienen preparado para ello (con las consecuencias físicas que conlleva), y con unos niños a los que han implantado la formación a distancia, también de un día para otro (con un desgaste psicológico y físico que veremos qué implica a futuro).
Y esta situación, que a día de hoy seguimos arrastrando (y de la que todavía no vemos final), nos debe llevar, irremediablemente a reflexionar sobre conciliación.
Conciliar es poder equilibrar el tiempo de trabajo, el de cuidado de la familia pero también el tiempo personal para cada uno.
La pandemia ha sido un oportuno toque de atención para muchas familias, y muchas empresas, de que lo que estabamos viviendo (y seguimos) no es conciliar. En teoría, el teletrabajo es una solución, pero las condiciones que nos trae la pandemia no hace que sea la situación ideal. Y eso, sin tener entrar a hablar de las condiciones psicológicas en las que nos encontramos (de preocupación, incertidumbre). Nos encontramos con situaciones de exceso de trabajo y mucho estrés acumulado (esa sensación de no llegar a todo), y una falta de tiempo personal y de ocio que se suma a todo lo anterior (sobre todo durante los periodos de confinamiento total)
La situación actual nos obliga a ser flexibles, adaptarnos a la situación y sobre todo, practicar la corresponsabilidad, hacer equipo con nuestra pareja o gente que nos pueda ayudar, también con nuestros hijos, si tienen edad para hacerlo. Hacer turnos, organizarse bien, asumir que somos el mismo equipo (tanto para temas familiares como para las tareas domésticas), repartir tareas y responsabilidades.
En la empresa, es adecuado alejarse del presentismo (o más bien, telepresentismo), es decir, la necesidad de estar conectado de tal a tal hora, y centrarse en los objetivos y resultados. La flexibilidad horaria facilita la conciliación en casa, desde mi experiencia. Está en mis manos y en mi compromiso, el organizarme para poder dedicar el tiempo que necesito a realizar mis tareas y proyectos, adaptándome a la situación que tenga en casa ese día, aunque mi jornada sigue siendo de 40 horas semanales, y tengo un horario habitual (sobre todo de cara a poder estar localizable), el poder adaptar la hora de inicio y cierre, da cierto respiro al tema de la conciliación con hijos.
Todavía queda mucho por hacer y conseguir, en este sentido. Reflexionar y pensar en ello es un primer pasito. Tomar conciencia de tu situación. El 23 de marzo es el día de la conciliación. Puedes leer mucho más sobre este tema en la web de El Club de MalasMadres #yonorenuncio
>>> ¿Te ha gustado esta entrada? Compártela en redes sociales (#pegotiblog) <<<
Foto principal: Charles Deluvio en Unsplash