He vuelto a meter la pata, si. He vuelto a permitir que mi vaso se llenara y este fin de semana una gota que pusieron mis niños lo colmó (o más bien la gota la puse yo). Y la gota cayó con efecto "tsunami": grité y luego lloré de lo mal que me sentía.
He estado haciendo auto-reflexión o auto-evaluación, y he pensado en qué le diría a una mamá que le hubiese pasado lo mismo, y que no quiere educar con gritos, y que como yo, quiere educar con disciplina positiva a sus hijos ¿Qué consejo podría darle? Y en mi mente aparecieron muchísimas ideas y la principal fue la frase:
"Eres humana, puedes equivocarte. Solo cuando cometemos errores tenemos la oportunidad de aprender algo nuevo. Reflexiona, piensa en tu parte de responsabilidad, aprende y sigue adelante".
Así que eso me dije a mi misma y repase los pasos que podemos hacer cuando cometemos errores y te los voy a explicar de uno en uno, pero antes, voy a hacerte un resumen muy rápido de lo que pasó:
Estaba sola con los niños, día de limpieza "obligado" por la acumulación de las últimas semanas, los niños empiezan a jugar en su habitación y sacan todos los playmoviles, de repente el mayor me dice que quiere ayudarme, le digo que si, que saque el polvo de su habitación, el me dice que quiere limpiar los cristales, de nuevo le digo que vale y le reparo un poco de agua y un trapo. Él se esmera y le pone empeño. Llega el pequeño y también quiere. Vale, tu también. Ponen el suelo del balcón mojado pero no mucho porque tuve la precaución de dejarles poca agua. Acabamos de limpiar los cristales y vuelven a su habitación. Al poco descubro que habían retirado la cama para limpiar por detrás, el suelo estaba lleno de juguetes y ya no había quien pasara para dentro. Les pido que coloquen su cama, por favor pero con poca paciencia ya, me rebaten, la pongo yo y me la vuelven a retirar delante de mis narices y .... ¡explosión! ¡¡Es que nadie en esta casa me escucha!!
¿Alguna vez te ha pasado algo parecido?
Cómo te decía, en mi formación en disciplina positiva he aprendido los pasos para solucionar los errores y seguir adelante:
Lo primero, volver a la calma.
Es el primer paso, el más importante y el que muchas veces nos saltamos. Esperar a que se pase el enfado, a sacar la emoción a fuera y, si nos hemos "caído", reponernos y ponernos en pie. A veces puede pasar un tiempo para ello, incluso un día, pero es necesario que pase para afrontar los pasos siguientes.
Hay veces que no solo necesitamos esperar a calmarnos por un enfado... a veces necesitamos esperar para sacar la tristeza y la angustia que nos ha provocado el haber metido la pata. Necesitamos gestionar esa tristeza y reponernos. Así que, sea cual sea la emoción que estemos sintiendo después de un error, primero: Gestionarla para volver a estar en nuestro centro.
Yo primero me sentí enfadada pero después pasé a la tristeza porque ellos en realidad querían ayudar, solo que no sabían cómo hacerlo y yo, no había sabido enseñarles y guiarles.
Reconocer el error y aceptar tu parte de responsabilidad es el siguiente paso para afrontar un error.
Esto puede parecer complicado, pero si primero hemos gestionado nuestras emociones y estamos en calma, será mucho más sencillo.
Por un lado pedir perdón a la persona con la que nos hemos equivocado es muy importante. No pasa nada por reconocer delante de ella que hemos metido la pata. ¡Y con los niños tampoco! Aprenderán qué pueden hacer cuando ellos se equivoquen, aprenderán que son dignos de que les pidan perdón cuando alguien se equivoque con ellos, aprenderán que equivocarse es de humanos y a no temer al error y también, aprenderán a perdonar.
Pero por otra parte tenemos que asumir nuestra parte de responsabilidad en la situación. Esto puede ser un poco más complicado si no estamos acostumbrados, y además necesita que analicemos la situación mirando un poquito más atrás. El domingo grité, vale. Me equivoqué y lo asumo. Pero grité por una situación que se creó en casa y que yo ayudé a crear, tuve mi parte de responsabilidad.
¿Qué hice yo para contribuir a crear esa situación?
1. No cuidarme. Sí. La criptonita de las mamás es la falta de auto-cuidado. Llevaba más de un mes trabajando "un ratito más", preparando comida "más rápida", cenando "cualquier cosa", acostándome tarde, incumpliendo un reto que me propuse al empezar el año que implicaba un compromiso conmigo misma, eliminando muchos días mi rato de desconexión, no prestando atención a las señales de mi cuerpo y dándole solo un poco de atención en lugar de toda la que necesitaba, olvidando que el "No" también existe y queriendo complacer a los demás a costa de mis necesidades, no priorizando en temas de trabajo y queriendo llegar a todo, etc.
Al no cuidarme, enseguida dí paso sin darme cuenta al punto número 2.
2. Olvidarme de ser firme y cumplir los límites con los niños. Al estar cansada, no me daba cuenta pero estaba siendo menos firme y las rutinas, destartaladas por las navidades, no habían logrado volver a sus horas. Para mi los horarios son límites muy importantes a seguir, ya que si no todo lo demás va cayendo como fichas de dominó.
Al permitir que los niños vieran "5 minutos más de tele" eso se convertía muchos días en terminar acostando a los niños casi una hora más tarde, lo que me quitaba a mi tiempo para cenar y trabajar tranquilamente, lo que implicaba que me acostara más tarde, que por las mañanas todos tuviésemos más sueño, que dejara dormir más a los niños por pena de que se habían acostado más tarde, que tardarán más en vestirse, que llegásemos tarde al colegio, que escucháramos todo el camino el "estoy cansado", y claro, caer en el desgaste del "venga vamos", "que es tarde", "vístete", etc, etc, etc. ¿Te suena? Y por las tardes más de lo mismo, poca organización, permisividad para no ir a la ducha a la hora que tocaba, y... ¡vuelta a empezar! Esto enseguida llevó al punto 3.
3. Dejar de ser amable, no pararme a enseñar a los niños cómo hacer algunas cosas y no recordar muchos puntos para conseguir la colaboración de los niños, y provocando así, luchas de poder, demanda excesiva de atención y oposición a muchas de las cosas que les pedía. Muchos momentos de conflicto que se iban acumulando y vaciando mi paciencia.
Y analizando la situación del domingo de una manera más concreta, contribuí a esa situación (por estar cansada y no pensar con claridad):
Al no dedicar tiempo a enseñarles.
Al no ser firme y recordarles que si dejaban de jugar tenían que recoger los juguetes.
Al no ofrecer opciones en cuanto a qué querían limpiar y luego al ceder cuando dijeron los cristales y no me parecía del todo una buena idea.
Al no validar sus sentimientos cuando querían ayudar a limpiar todo lo que había detrás de la cama.
Al no centrarme en buscar una solución ante el desastre montado en la habitación.
El tercer paso es reconciliarse.
Pedir perdón, decir "lo siento". Si los dos primeros pasos nos los saltamos no sonará un perdón sincero, y los niños reconocen muy bien la sinceridad. Así que es mejor no tener prisas para pedir perdón. Si estamos tristes por haber metido la pata, ese perdón será más una necesidad nuestra para sentirnos aliviados que un reconocimiento real de habernos equivocado. Si seguimos enfadados, será un perdón forzado. Sea como sea, el niño se dará cuenta.
Encontrar una solución, es el último paso.
Depende de lo que haya pasado la solución será una u otra. Si hemos roto algo la solución puede ser arreglarlo. Con según que sosas la solución será comprometerse a no volverlo a hacer.
¿Cual puede ser la solución cuando explotamos y gritamos?
Para mi la mejor solución es comprometerme a prevenirlo no olvidando todos los aspectos que me han llevado a explotar así (acostarme tarde, no dedicarme tiempo, no decir que no, no priorizar, querer llegar a todo, etc) y después, trabajar en no volver a contribuir en la creación de situaciones parecidas en momentos concretos como el del domingo (enseñarles, ser firme y amable a la vez, ofrecer opciones limitadas, validar emociones...)
Pero la prevención es lo más importante, porque si estamos bien, aunque se cree un poco de caos en casa, lo sabremos reconducir rápidamente. Personalmente, a mi es lo que más me funciona, porque si no estoy bien, las situaciones de caos se multiplican (por la mañana, a la hora de dormir, cuando jugamos, ¡a todas horas!) y no podré afrontarlas con disciplina positiva.
Ahora que he asumido mi parte de responsabilidad ya no estoy en la posición de víctima.
Si , porque después del mal momento, cuando me sentía triste, vinieron a mi cabeza todas las cosas que "conspiraban" contra mi (modo ironía):
Que si aplicar disciplina positiva una sola es más difícil porque los niños reciben dos mensajes distintos, que si paso mucho tiempo sola con los niños, que si llevo muchas responsabilidades, y bla, bla, bla.... Que sí, que son cosas reales, que están ahí, que complican las cosas, pues sí, y me fastidian también; pero no son excusa para no responsabilizarme de mi parte. En todo hay dos partes y una es la mía.
Y en tu caso, tú también tendrás tu parte. No podrás hacer que las demás personas hagan las cosas como tú quieres, pero tú si puedes hacer tus cosas como tú quieres. Trabaja con tu parte y lo demás vendrá solo.
No te quedes lamentándote por las piedras que te encuentres en el camino, quédate con lo tu capacidad para saltarlas.
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