Nunca os he hablado de la ciudad que me vio crecer. Allí está mi familia y allí pasé mi infancia y gran parte de la juventud dejando atrás a muchos amigos y colegas de profesión. Aunque de vez en cuando me dejo caer por “el reino”, lo cierto es que las visitas se van espaciando. Sin embargo, tras 9 meses escribiendo en el blog, nunca antes os había hablado de esta bonita localidad extremeña, capital de la autonomía, la que fue el centro neurálgico del Imperio, se entiende romano, y de la que aún quedan cientos de vestigios. Todas estas cualidades, convierten a Emérita Augusta en un lugar de referencia para amantes del arte, las “piedras” y las buenas viandas.
Y hablando de viandas; si alguna vez habéis pensado viajar a mi tierra, no podéis dejar de visitar el restaurante “Casa Benito”, uno de los lugares con más solera gastronómica de la ciudad. Con un fuerte carácter taurino y totalmente remodelado hace pocos años, su privilegiada localización, en en el centro de la Calle Santa Eulalia (zona comercial y bulliciosa), lo hace visita imprescindible. Es común ver a los “guiris” fotografiando sus repletas paredes de carteles del toreo, grabados, abanicos, cabezas de toros y toda clase de artículos relacionados con la “Fiesta Nacional”.
Pero no voy a hablaros de su decoración “kitsch” sino más bien de sus ofrecimientos gastronómicos. El restaurante “Casa Benito” no se caracteriza por su alta cocina sino más bien por su gastronomía sencilla, de carácter rural y productos de la tierra. Los revueltos de ajetes y trigueros de la zona, el jamón, el lomo y sus carnes como los “cigarrillos de secreto” o las tostas, suponen una buena variedad de carta para visitantes de “batalla” o para quienes deseen disfrutar de unas cañas y algo de picar en su más que agradable terraza.
Pero volvamos al interior. Es como un museo repleto de anécdotas e historias taurinas. De hecho, no os quedéis con la duda, y preguntad a alguno de sus camareros que estarán dispuestos a comentaros alguna que otra historia curiosa del lugar.
Además de la zona de “tapeo”, el restaurante cuenta con dos salones arriba, mucho menos bulliciosos y con un trato y una atención algo más exclusiva. Quizás no sea el restaurante con la mejor cocina de Mérida pero sin duda, es uno de los mejor ubicados y una buena decisión si necesitamos reponer fuerzas mientras visitamos el centro emeritense como el Museo de Arte Romano, el Templo de Diana, Alcazaba, Puente Romano, Teatro y Anfiteatro etc… todos ellos poco distantes de la calle Santa Eulalia y de los que hablaré sin duda en otra ocasión. Por cierto, si habéis pensado acercaros a Mérida este verano, recordad que, como cada verano, se desarrolla el Festival de Teatro Clásico. Yo tuve la suerte de cubrirlo como periodista durante cinco años, y fue sin duda una de las mejores experiencias profesionales de mi carrera.
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