Ayer, ya un poco cansada de que mi Pulguis me trajese por turnos los cuentos del pollo Pepe y la oruga glotona (que ya son el pollo cojo y el libro para meter el dedito en los agujeros y el resto me da igual), me puse a buscar por casa algo para entretenernos y que le supusiese algún reto y no se cansase tan rápido como las cosas de siempre que ya conoce.
Me fui a la cocina y cogí un botecito de espárragos vacío y limpio con tapa y encontré en el cajón del material tres papelitos de colores. Nos sentamos las dos en la alfombra de su cuarto y nos pusimos manos a la obra. Primero rasgamos los papeles de colores haciendo tiras y las fuimos apilando por colores. Cuando ya estuvieron todos los papelitos le enseñé el bote y ya no hizo falta nada más. Me lo cogió de las manos, intentó abrir la tapa, vio que no podía así que la dio para que se la desenroscase y ya no hubo niña en los 45 minutos siguientes.
Ella solita cogía papelito a papelito y los iba introduciendo con un cuidado tremendo en el bote, afinando la psicomotricidad fina, llenaba el bote y le ponía la tapa. Bueno, eso las dos primeras veces, luego metía dos, ponía la tapa. Sacaba los dos. Metía 4 de golpe. Ponía la tapa. Metía otros 3 más. Ponía la tapa. Y así un larguísimo etc.
A parte de trabajar la psicomotricidad fina con sus manitas también hacíamos distinciones de color ya que yo le iba diciendo a veces que sólo un color, o dos colores y así haciendo variaciones.
Y cuando ya se cansó de tanto meter y sacar papeles del botecito lo puso en el suelo y lo echó a rodar viendo cómo se movían los papelitos dentro.
Vaya, que para ser un simple bote y tres papelitos dieron un juego tremendo.
La verdad es que muchas veces llegamos cansados y no nos ponemos a innovar pero es cierto que para ellos todo es nuevo y cualquier cosita que les mostremos va a suponer un estímulo nuevo por descubrir y les va a entretener mucho más que cualquier otra cosa que ya conozcan y encima desarrollan habilidades como la psicomotricidad fina, les hace pensar y esforzarse.
Así que habrá que hacer un esfuerzo y a ver si al menos dos días en semana nos ponemos como reto el prepararles alguna actividad por simple que sea, que resulta muy gratificante verles descubrir y jugar también con ellos.
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