Que entusiasmo vivir con Coni y con Edgar el primer Halloween de nuestra bebé, pues aunque hace un año ya había nacido, ella estaba guardadita en el hospital.
Que trabajo nos ha dado elegir el disfraz, estaba indecisa entre tanto disfraz tan bonito, tierno y adorable que hay para bebés.
Después de ver tantos terminamos comprando uno en un reconocido almacén de ropa para bebés. En el mercado había muchos modelos que me gustaban, pero mi esposo y yo llegamos a la conclusión que los de la tienda eran los más adecuados para la bebé, pues a diferencia de los disfraces que había en el mercado que estaban hechos de tela muy delgada, los de la tienda estaban hechos con tela más calentita y cómoda, ideal para resguardar a Isabel en estas noches frías del año. La disfrazamos de brujita pues ya no había talla en el disfraz de calabaza que me gustó. El vestido traía su gorrito y una mallas muy gruesas. supimos que elegimos la marca adecuada cuando Isabel se mantuvo calentita entre los aires fríos que caracterizan el otoño. Aunque después de comprar su disfraz vimos una botarga de Peppa Pig que era tan tierna, pero ya habíamos comprado el disfraz de la bebé.
Si pensaba que disfrazar a mi hija mayor iba a ser asunto más sencillo, estaba equivocada... con eso de que está en una etapa de sentirse niña mayor me ha costado trabajo que se decidiera por un disfraz. Nada le apetecía entre un montón de disfraces muy lindos, mucho menos quiso disfrazarse como la hermana y la mamá (sí, yo adoro disfrazarme) así que terminó decidiendo llevar un atuendo de Unicornio ¿nada terrorífico verdad? ¿Pero que le podíamos hacer? Le terminamos comprando una falda de tul, unas mallas y un leotardo y una diadema con el cuerno de unicornio que no fue difícil encontrar por lo mucho que se ha puesto de moda este animal fantástico. La he maquillado en tonos rosas, azules y morados. Se veía bonita mi niña mayor.
Este año decidimos retomar nuestra visita a Coyoacán, aunque lo hemos de reconocer, ya con una bebé no es lo mismo, de hecho se nos hizo muy pesado el trayecto, nos engentamos, y nos cansamos de andar cargando a Isabel, tanto que al otro día mi marido amaneció con un terrible dolor en cuello y espalda. Además entre tanta gente que llega no se puede recolectar muchos dulces. Nos acompañó una amiguita de mi hija mayor y mi hermana. Al final de la noche nos consentimos con una rica cena.
Al otro día no hemos salido pues edgar tenía que realizar un trabajo de la escuela así que nos quedamos en la casa, más tarde deje ir a Constanza a dar un paseo con su amiguita.
Fueron días estupendos comparados con la tristeza y preocupación que vivíamos hace un año mientras nuestra pequeña Isabel estaba en el hospital.