A punto de poner un pie en diciembre, y después de un Black Friday del que no he conseguido librarme, comienza un mes muy especial, el mes de la navidad. En el colegio donde trabajo, los alumnos llevan preguntándome cuánto falta para navidad desde que empezamos octubre, y en casa poco más o menos. Vera lleva semanas con ganas de montar por casa algo de navidad. Y como no, es el mes de los regalos.
Este fin de semana, aprovechamos para dar una vuelta e ir tomando ideas sobre los regalitos para las peques, para pedirles a los reyes magos este año y pensaba que cada vez empezamos antes a mirar, tomar ideas e incluso ir de compras. No sé vosotros, pero a nosotros a veces nos pasa que no tenemos muy claro por qué decidirnos, en primer lugar porque hay millones de cosas bonitas donde elegir y en segundo lugar, porque nunca sabes con qué acertarás. En nuestro caso, las peques aún son bastante pequeñas y cambian bastante de ideas sobre los regalos, asi que es difícil cogerles el punto.
Y con esto… intenté hacer memoria sobre aquellos regalitos que más me habían gustado a mí de pequeña, y recordaba los cuentos, las gomas de borrar con formas, las ruedas para calcar dibujos y algunas que otras muñecas especiales… y pensé que con la cantidad de regalos que he recibido a lo largo de mi vida no recuerdo ni la mitad seguramente. ¿Os pasa a vosotros?
Sin embargo, recuerdo las primeras veces que fui al cine con mis padres, el helado más grande del mundo, las cenas en un restaurante italiano o los pollos asados en casa de algunos domingos. Me recuerdo muerta de vergüenza cantando en un karaoke, jugando al pictionary o al scatergories con mis padres. Recuerdo celebrar un cumpleaños con una pizza llena de velas y como este millones de momentos.
Y pensé que quizás el regalo de su vida no será la muñeca más chula o el arco iris más llamativo. Seguro que habrá regalos que les vuelvan locas o les hagan brillar sus ojitos, pero con el tiempo… el mejor regalo quizás no sea algo material, sino alguno de los recuerdos que compartan con nosotros, con sus abuelos, titos, etc
El regalo de su vida podríamos habérselo dado hoy mismo con cada beso antes de ir a dormir, o bailando de camino al baño, o con la reconciliación después de un gran enfado.
¿Cuál creeis que será el regalo de vuestra vida?¿Y de vuestros hijos?
Y no por ello dejaremos de pedirle a los reyes aquello que creamos que les pueda hacer ilusión, ni dejaremos de tener la ilusión de la noche de reyes, pero intentaremos que a esa noche, a estas fiestas en general… le acompañen muchos recuerdos como nuestro calendario de adviento, sus trajes de elfos, etc
¿Qué pensais? ¿y si por un momento pudiéramos ver cuál será el regalo de su vida?
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