Según la psicogenealogía recibir un nombre es recibir una identidad. Los nombres que recibimos pueden estar cargados de las historias de los antepasados a los que pretendemos honrar al renombrar un miembro de la familia como ellos, a personajes históricos o súper estrellas. Esto puede ejercer un peso o un poder, marcar un destino.
Al bautizar un nuevo miembro es importante darle una identidad limpia y liviana, que no le produzca lazos a otros destinos de los miembros de nuestro árbol genealógico. Elegir los nombres de antiguas novias o personajes famosos lo impulsarán a un destino de eterna novia o de gloria para el cual no necesariamente han elegido nacer o no posee el don.
El árbol genealógico ejerce una fuerza de magnetismo sobre sus miembros, por lo que requiere ser conocido, recorrido y sanado para identificar las repeticiones y círculos viciosos de acción. Muchas veces se representan destinos de otros miembros del árbol y hasta que no tomamos conciencia de esto es muy difícil de transgredir.
¿Cómo elegir el nombre?
Si estamos en un proceso positivo de elección atraemos a nosotros nombres positivos que vibran con nuestras capacidades y nos impulsan a crear y estar en armonía.
Si nuestro campo magnético está en una vibración negativa o estas persisten ocultas, atraemos a nosotros nombres que nos representan aquellas cosas, situaciones o relaciones que tenemos que sanar.
Por eso habitualmente conocemos personas con el mismo nombre, vivimos en lugares representados por una energía particular del nombre del lugar, seguramente esto esté relacionado con nuestra conciencia, por eso un gran cambio interno lleva a cambios externos. Y los nombres que atraemos cambian concretamente como nuestra vibración.
Elegir nombres originales para bebes y nuevos para nuestro árbol, limpios y sanos en cuanto a vibraciones que podamos depositarle.
No utilizar el nombre de antiguas parejas, hijos desaparecidos o hermanos que ya no están.
Darle a nuestro hijo una identidad clara y limpia lo ayudará a forjar su propio destino y ser quien es sin representar destinos con los que carga.
Representando solamente su propia creación, con una identidad clara y un destino propio por construir.
Recorrer los libros de nombres, buscar su significado, transitar el debate familiar. Realizarlo de un modo abierto o cerrado. El proceso de dar el regalo del nombre al recién nacido requiere de conciencia profunda.