Imagen
Sapito Mayor cumple los 4 en junio. Dicen por ahí, que con el comienzo del cuarto año se acaba esa etapa de rebeldía y berrinches, de "o se hace lo que yo digo o armó tremendo quilombo", esa etapa conocida como terribles dos años. Dicen. Pero no todo lo que dicen es cierto, y una aprende que cada niño es un mundo y no se puede llevar de manuales ni, menos que menos, de consejos de los demás para criarlo de la mejor manera. Lo que con unos funciona, con otros no, y no haya con que darle
Sin embargo, tal vez el "dicen" no esté tan errado en este caso. Y no, con eso no me refiero a que se acabaron los berrinches y que, a partir de ahora, tendré un niño obediente, casi un potus. Terrible es y seguirá siendo. Pero esa etapa en la que tenía que seguirlo detrás para que no arroje un juguete a la basura o para que no toque algún enchufe o cable que (descuidadamente, lo sé, pero soy #malamadre y a veces no puedo evitarlo) estaba a su alcance, o estar atenta a que no revolee ningún juguete contra el televisor, ya no existe. Poco a poco los eternos berrinches por cada no de mi parte van desapareciendo. Aunque aún los hay, son más esporádicos. Ya no tengo que estar encima de él, ahora se.entretiene sólo. Se encierra en su pieza a jugar, se pone a ver vídeos de Pocoyo (le gusta más ahora que cuando en realidad debía gustarle XD) o Cars. Cuando está con sus amigos, hasta parece que no existo y en los cumpleaños ya no me llama para que esté con él. Y, por momentos, parece que no hubiera hijo. Y bueno, los chicos crecen (se me pianta un lagrimon)
Pero, claro, a mi se me ocurrió tener hijos seguidos. Y, creo haber dicho ya en este blog que aquello de "se crían juntos" no es más que otro de esos "dicen" que no es cierto. Y cuándo uno se pone más maduro y
Dicen (de nuevo esa palabra) que el segundo es más desastre que el primero. Sapito Bebé era tan tranquilo que yo no lo creía. Pero, un día Sapito Bebé dejó de ser un bebé y se lanzó a la maravillosa experiencia del andar erguido, tal como alguna vez lo hicieron nuestros ancestros, los simios. Y, con las manos libres, ¡mucho desastre se puede hacer! Hasta ese momento, el televisor estaba a salvo porque el andador chocaba con la mesa y le impedía llegar. Pero sin andador de por medio, ¿quien le va a impedir prenderle y apagarlo a gusto o cambiarle el canal a su hermano?
Todos los niños son diferentes, eso siempre lo tuve en claro. Y en.mi casa tengo el mejor ejemplo. Mi hijo mayor era realmente un santo. Y no lo digo porque piense que el pequeño es satanás. Lo digo porque jamás hizo esas cosas "normales" en un niño de su edad, tales como querer meter los dedos en un enchufe, tirar un juguete al inodoro o meterse algo pequeño en la boca. Sapito Bebé si hace lo que todo nene de 1 año y pico hace.
Y mi casa está patas pa"rriba. La mesa ratona espera escondida en una habitación a que el Bebito aprenda que si un vidrio se golpea se hace trizas y corta. Las puertas de los muebles y los cajones están literalmente atados. Los adornos de los lugares bajos han desaparecido (muchos sucumbieron a las "manos mágicas" del pequeño y otros tantos terminaron amontonados en los lugares más altos), la pila de juguetes va decreciendo, porque ahora si, juguete que se rompe, se tira, nada de andar jugando a la Doctora Juguetes. Y uno tiene que andar acordándose de cerrar la puerta del baño al salir o de cerrar la llave del gas al terminar de cocinar (si, también le fascina.abrir las hornillas) Y bueno, por algo dicen que los hijos te cambian la vida.
Lo peor de todo esto es que ¡los terribles dos años aun no comienzan! Estamos aun en la previa, así que esto se puede poner peor... Será cuestión de armarse de paciencia (que nunca me ha sobrado) y esperar otros tres añitos...