Pero para exigir hay que ir siempre por delante, con el ejemplo. Sí, se puede “obligar” con el ejemplo. Digo “con el ejemplo” porque los padres tenemos el riesgo de volver a la adolescencia con la tecnología, y comportarnos como niños.
Para pactar hay que tener presente que «Si hay que poner límites, estos deben ser conocidos por todos, desde el mayor de la casa hasta el más pequeño»
Edúcame despacio que crezco deprisa
Ceder en las cosas que no tienen importancia, para no ceder en lo importante. Todo con un tono amable y positivo.
No se trata de sobreproteger, se trata de aplicar el sentido común.
Más vale el reproche de un sabio que la alabanza de cien necios.
(Dr Antonio Crespillo Enguix – Edúcame despacio que crezco deprisa)
Ahí van algunas “reglas pactadas” en mi casa. Estas reglas no están escritas, aunque estoy pensando que no estaría mal imprimirlas y ponerlas en la nevera o en los corchos de las habitaciones.
Reglas indiscutibles e innegociables
Si tengo alguna duda, pregunta o inquietud en internet recurro a papá, a mamá o al profe. Ante la duda … pido ayuda.
Los datos personales no son públicos.
Durante el día hay momentos de desconexión: Comidas, estudio, dormir. Estar enganchado me quita libertad.
Si puedo, ahora, hago deporte, oigo música o leo un libro y no practico sofazing-tablet. La comodidad lastra mi personalidad.
En casa hay orden («para leer, estudiar, ver la tele, conectarme, salir, …»)
No navego por donde me lleva la corriente, así no me meto en ningún barrizal.
Cuando me voy a dormir dejo el móvil en el parking-móvil, él también se merece un descanso.
En los sitios públicos (clase, biblioteca, iglesia, …) quito el sonido a mi dispositivo.
No tengo perfiles falsos en ninguna red social.
Mi imagen no es pública, por favor, la cuido con esmero.
No etiqueto a nadie sin su permiso.
Me doy de baja de los grupos en los que no participo y así evito las distracciones y la perdida de tiempo («Mi tiempo es oro»)
No hago un comentario en una red social si no es necesario, de esta forma evito crear dependencias a las redes sociales.
En mi lista de amigos solo hay … eso … amigos («sobran los desconocidos»)
Mi contraseña es mía, es mi mejor secreto (de otra forma dejaría de ser «Mi contraseña»)
Entro y salgo bien de los sitios web, cielos, no quiero que me suplanten la identidad.
No digo por internet lo que no diría a la cara.
En internet no vale todo, detrás hay personas como yo.
Y si se te ocurre alguna otra idea para vivir el emocionante día a día de forma ordenada, todo es cuestión de pactarlo.
Quiero felicitar desde aquí a mi gran amigo el Dr. Antonio Crespillo por su nuevo libro Edúcame despacio que crezco deprisa del que no he podido evitar tomar algunas notas para este artículo. Estoy convencido de que este libro va a hacer mucho bien a las familias.