Hace cinco años a estas horas llevaba unas cuantas ya ingresada en expectantes.
Pase la noche en una habitación yo sola con mi hija y mis dolores, intentando inútilmente leer "Ángeles y Demonios", pero sin lograr pasar de los tres primeros renglones.
A estas horas, el miedo ya se había apoderado de mi e intuía que no iba a tener suerte, notaba que algo se estaba torciendo poco a poco.
A estas horas aún quedaba lo peor por llegar, los peores momentos que gracias a la vida, serían la dura y empedrada antesala, de uno de los regalos mas grandes que la vida me ha dado: Mi hija.
Son ya cinco años los que han pasado, cinco años con sus 1825 días a lo largo de los cuales he llorado de pena, miedo e impotencia, durante los que he ido aprendiendo de la mano de mi hija a superar su nacimiento.
Gracias a ella realicé terapia, por que, ¿como iba a demostrarla lo mucho que la quiero y lo sumamente importante que es para mi, con tanto recuerdo tenebroso y pena en mi mirada?
Ya no hay trauma, solo recuerdos o a lo mejor un poco de trauma residual, sin embargo ya no es importante, ya no maneja mi vida ni mi estado de animo.
Poco a poco, lo bonito de aquellos días, que también lo hubo, ha ido tapando a lo malo y a pesar de que yo a estas horas siga de pre-parto cinco años después...todo está bien, volvería a pasarlo y puedo decir que junto con el nacimiento de mi hijo mayor, ha sido la experiencia mas enriquecedora de mi vida.
Es probable que hoy y mañana, la "película" de mi parto siga pasando por mi cabeza a cada rato, me resulta imposible no hacerlo, es parte de la "sanación" necesaria para mi, sin embargo la película ya no pasa en primer plano y pantalla de cine, ahora está en una pequeña tele, de fondo...
En primera linea, a todo sonido y color, están las frases imposibles de mi hija, sus gritos, carreras, juegos y risas.
Sus grandes ojos y su larga melena.
Sus ideas descabelladas, sus retos y sus "mamá".
Pre-felicidades hija, pre-felicidades "to me" que volví a nacer con ella.