Hoy os enseño un recurso ideal de Stockdidactic para trabajar las EMOCIONES con los peques, de forma lúdica pero muy didáctica a la vez.
Contiene 5 cápsulas de emociones (alegría, tristeza, enfado, asco y miedo), en diferentes colores y tamaños; y también, 10 tarjetas para asociar a las emociones correspondientes.
Las cinco cápsulas representan las emociones básicas: alegría, miedo, asco, ira y tristeza, cada una asociada a un color y están fabricadas en plástico duro. Además, al ser transparentes se puede ver lo que hay dentro. Se abren y se cierran con facilidad y por su tamaño son ideales también para pequeñas manitas.
¡Es un juego ideal para aprender a reconocer, comprender y exteriorizar las emociones!
A través de él, los peques identifican cada cápsula con su emoción correspondiente, introducen en ellas las tarjetas que despiertan o generan en ella esa emoción y explican verbalmente por qué se sienten así, verbalizar una emoción es el primer paso para aprender a gestionarla.
También pueden introducir objetos, dibujos, fotos, notas escritas, etc... Que ellos relacionan con cada una de las emociones. Por ejemplo, si un niño tiene pánico a los pájaros, puede hacer un dibujo de uno, comunicar el por qué le dan miedo e introducirlo en la emoticapsula del miedo.
Podemos dejar en el interior de las cápsulas dichos elementos hasta que se ha superado la emoción, de esta forma expresa y queda clarificado que ha superado sus baches emocionales.
El objetivo de este juego es ayudar a gestionar y vencer las emociones que no nos hacen sentirnos bien e incluso nos hacen sufrir, y llenar la emoticapsula de la alegría con muchísimos motivos, por eso es la más grande. Así, cuando estén un poco tristes, podrán abrirla y sentirse mucho mejor.
Desde Miniland nos proponen dos formas de juego:
La primera sería introduciendo algo (tarjetas, cartas, fotos, dibujos, objetos,…) que evoque un sentimiento, se le pide al niño que lo verbalice y después los adultos exploramos con preguntas abiertas.
La segunda sería un juego de imitación en el que los jugadores podrían imitar las expresiones de los recipientes, poniéndoles distintas caras y voces. Todo ellos ayuda a normalizar y comprender las emociones.
En definitiva, es un juego perfecto para desarrollar el autoconocimiento y la empatía entre los más pequeños, y además permite identificar y comprender las emociones de forma sencilla y divertida.
Además, caben unas dentro de otras y por su tamaño son geniales para viajes, como juego simbólico, para verbalizar las emociones del día, etc.