La autoestima y el juego de la verdad (post invitado)


Tabla de Contenidos

La verdad fortalece la autoestima, por Sara Sovrano
Lo que no expresamos se queda guardado en el cuerpo

La autoestima y la verdad

El juego de la verdad

Llevando luz a la consciencia

Corregir desde el amor

Educando desde el ejemplo

La autoestima es una característica de la personalidad que se forja en la infancia. En este post Sara Sovrano, coach y escritora, nos trae una historia sobre cómo ayudar a los niños a construir una autoestima sana.

¿Para qué sirve tener una autoestima consciente y saludable? ¿Cómo puede afectar a nuestra salud física y mental tener una autoestima baja o mal enfocada? ¿Puede la manera en que corregimos a nuestros hijos influir en su autopercepción?

Sabemos que la autoestima se comienza a construir durante la infancia y que la manera en que acompañemos a nuestros hijos en este proceso va a ser fundamental para que aprendan a quererse, cuidarse y valorarse.

Este es un post muy especial, ya que está escrito con mucho cariño y entusiasmo por Sara Sovrano, que amablemente se ha brindado a colaborar conmigo. Sara es creativa publicitaria además de especialista en coaching, PNL y mindfullnes. Además ha publicado dos fábulas infantiles de inteligencia emocional y más recientemente un musical online basado en uno de sus libros.

Por todo ello, espero que disfrutes de este post. ¡Comenzamos!

La verdad fortalece la autoestima, por Sara Sovrano



Estaba en un evento en el que había unas 50 personas entre el público, tanto niños como adultos. En la segunda fila estaban sentados un matrimonio y su hijo que no llegaba a los 4 años de edad.

Me llamó poderosamente la atención lo concentrado que estaba el pequeño escribiendo en un cuaderno. Me parecía un auténtico genio que a esa edad tuviera la capacidad de escribir durante tanto tiempo.
Cuando me acerqué para observarlo más detenidamente, el niño terminó la tarea y con una sonrisa de oreja a oreja le dijo a sus padres: “¡Ya terminé!” Sus padres comenzaron a examinar el escrito con el ceño fruncido: “¡Otra vez te has salido de la línea y te has olvidado cerrar el paréntesis!”. La cara del niño se ensombreció.

“¿Puedo verlo?”, solicité. Me dejaron el cuaderno a desgana. Comencé a observar esa letra infantil, propia de quien está aprendiendo, que claramente se salía de las líneas horizontales que marcaba el cuaderno. Pero me pareció absolutamente maravilloso que un niño tan pequeño fuera capaz de escribir fluidamente un folio entero. Me salió del alma decirle: “¡Pero si está super bien! ¡Enhorabuena! ¡Menudo trabajo!”. Sus padres, claramente enfadados espetaron: “Otra vez con el refuerzo positivo ¡así no aprenderá nunca!”

El niño se acercó a mí y en voz baja mirando al suelo me dijo: “Quiero llorar, si no lloro la tristeza se me queda atrapada en el alma”. “Llora lo que quieras cariño”, respondí.

el cariño de los padres fortalece la autoestima
Foto de Dima Valkov en Pexels


Lo que no expresamos se queda guardado en el cuerpo



Me desperté sorprendida por lo increíblemente revelador del sueño. Si algo he aprendido en los últimos tiempos es que absolutamente todo aquello que no expresamos, se queda bien guardado en el cuerpo. Y eso, es la causa de la mayoría de nuestros problemas físicos, mentales y emocionales.

¿Cuántas veces nos hemos reprimido o contenido a lo largo de la vida? Quise llorar y me tragué las lágrimas porque estaba en público. Decir que no, pero cedí por miedo a que me retiraran su afecto. Defender mi territorio y permití que lo pisotearan por miedo a perder el trabajo. Quise dar un abrazo y me contuve por miedo a no ser bien recibido. Decir un te quiero y lo callé por miedo a no ser correspondido. Quise, quise, quise y callé, reprimí y contuve hasta acabar con tal ansiedad que colapsé hasta el punto de estar al borde de tomar antidepresivos.

Pero, ¿Qué me llevó a acabar en ese punto? Una autoestima completamente destruida, pero enmascarada por completo con una actitud extrovertida y un optimismo ilusorio.

La autoestima y la verdad



La autoestima no es ni más ni menos que la autopercepción que tenemos de nosotros mismos. ¿Y qué ocurre cuando ni siquiera nosotros somos conscientes de nuestra verdadera autopercepción? Que nuestro cuerpo responde con todas sus armas: alergias, intolerancias alimenticias, bruxismo, migrañas, vértigos, candidiasis, fatiga crónica, insomnio, asma, contracturas musculares, etc.


La autoestima no es ni más ni menos que la autopercepción que tenemos de nosotros mismos.
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Y así pasé mi vida, sin una gran enfermedad que me incapacitara, pero con un cúmulo de molestias que me hacían la vida muy difícil desde que era un bebé. No fue hasta que mi marido y yo comenzamos a poner en práctica “el juego de la verdad” que comenzaron a remitir todos esos síntomas.

“Es curioso, cuando te conocí, pensaba que tenías muy buena autoestima, porque bailabas, eras muy creativa y extrovertida”, me dijo mi marido. Nos conocimos hace 10 años en un curso de autoestima en el que nos hicieron un test, según el cual yo tenía una autoestima maravillosa. Mentira y podrida.

Odiaba tanto mi cuerpo y mi aspecto físico que con 19 años mi madre me pagó la operación para ponerme implantes mamarios. Amaba pintar desde niña y fue eso lo que me ayudó a salir de la depresión a los 16 años. Pero mi crítico interno me torturaba con que no había estudiado bellas artes y dejé de hacerlo con 18 años. Era muy creativa, pero mi perfeccionismo patológico me impedía llevar a la acción cualquier idea, ya que si no lo hacía perfecto a la primera, ni lo intentaba. Tengo un marido que me adora y yo no hacía nada más que pensar que estaba conmigo sólo porque no había encontrado a otra mejor. Sólo era capaz de sacar mi voz cantando cuando estaba sola en casa. Y si sentía que pasaba cerca algún vecino, bajaba la intensidad para que no me oyeran. Y un largo etcétera.

El juego de la verdad



Pero como he mencionado, todo esto lo he hecho consciente gracias al juego de la verdad. ¿Y en qué consiste? Simplemente en verbalizar todo aquello que se nos ha pasado por la cabeza en algún momento de nuestra vida y que no habíamos contado a nade, e incluso nos habíamos autocensurado a nosotros mismos. Un día, nos sentamos Edu y yo delante de la chimenea y comenzamos a confesarnos el uno al otro, todos los pensamientos que nos avergonzaban.

Cuando uno hablaba, el otro sólo escuchaba, sin juzgar, sin interrumpir, sin opinar. Sólo intervenía para preguntar: “¿Y cuál es la verdad que se esconde tras esto?”. A base de tirar del hilo, fuimos llegando a las profundidades de la Caja de Pandora que todos tenemos bien escondida por miedo a ser rechazados. Y fue una de las experiencias más liberadoras que hemos experimentado los dos. Ese día nuestra relación pasó de ser estándar a premium. Con un nivel de confianza inquebrantable.

la autoestima se trabaja en familia
Foto de Vlada Karpovich en Pexels


Llevando luz a la consciencia



Ahora comprendo perfectamente la frase “la verdad os hará libres”. Porque sólo llevando luz a la consciencia es como se puede conocer a nuestro peor enemigo: nuestra mente. Sólo cuando empecé a decirme la verdad, fui consciente de la autoestima tan demoledora que tenía. Y sólo siendo consciente de ello es como he podido resolverlo.

Ahora no sólo puedo cantar delante de otras personas, sino que me he armado de valor y he lanzado un musical online para promocionar el cuento que he escrito e ilustrado “La Fresita Que No Quería Ser Cupcake”.

Sigo siendo autocrítica. Soy consciente de que no soy ni Mariah Carey, ni Withney Houston, ni Celine Dion. Pero el hecho de no ser cantante profesional ni de tener una voz privilegiada, no ha impedido que disfrute haciendo algo que me divierte tanto. Tengo la suficiente autocrítica como para escucharme cantando Sobreviviré de Mónica Naranjo y pedirle a una amiga que baje un tono a la música de base para proteger los tímpanos de mis oyentes. Pero tengo el suficiente amor propio como para tirar adelante porque no es tan terrible y yo lo que ofrezco no es un concierto profesional, sino una experiencia para que la gente se divierta.

Corregir desde el amor



Y es aquí cuando llegamos a la parte más complicada en la educación de los hijos. ¿Cómo fortalecer su autoestima de manera consciente?

Corregir es imprescindible si queremos que nuestros hijos aprendan y mejoren. Pero es muy diferente corregir regañando como lo hacían los padres de mi sueño, que haciéndolo con amor. Y con amor me refiero a que si se corrige, no sólo se utilicen palabras amorosas, sino que se esté ahí presente para atender todas las necesidades de tu hijo. Y si tu hijo necesita un beso y un abrazo, dárselo. Pero eso no siempre es lo que necesitará. Tal y como decía el niño de mi sueño: “Si no lloro, la tristeza se queda atrapada en mi alma”.


Corregir es imprescindible si queremos que nuestros hijos aprendan y mejoren. Pero es muy diferente corregir regañando que haciéndolo con amor.
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Observa a tu hijo cuando le corrijas. ¿Se tensa? ¿Se entristece? En ese caso, aliéntale a jugar a la verdad, y permite que diga todo lo que se le pasa por la cabeza. Sin juzgar, sin interrumpir, sin opinar. Tú estás para ayudarle desde el amor.

Compréndelo y pregúntale cómo le hace sentir eso. Si te dice la emoción, estupendo. Dale permiso para llorar, o para patalear. A mí me parece maravilloso pegar puñetazos a la cama cuando es necesario descargar. Pero si no es capaz de conectar con una emoción, pídele que observe su cuerpo. Puedes decirle: “Siente tu cuerpo. ¿Está relajado y con energía? ¿O hay alguna parte de tu cuerpo en tensión? ¿Te sientes cansado o sin ganas de jugar?”

Y como los niños están completamente conectados con su cuerpo, te irá diciendo si lo siente en el estómago, en la garganta, en la espalda Tú dile: “Observa esa parte de tu cuerpo con mucha atención para que no se te escape”. En el momento en el que empiece a observar, notará que se intensifica la sensación en esa zona hasta que desaparece por completo y nos habremos asegurado de que no se le queda una emoción atrapada en su cuerpo que pueda dañar su autoestima para siempre.

Es maravilloso ver los efectos de la liberación en uno mismo, ya que una vez verbalizado todo lo horrible que dice la mente, es cuando el corazón se fortalece y nos hacemos conscientes de la auténtica verdad. Y es ahí cuando las relaciones se fortalecen hasta crear unos lazos inquebrantables.


Una vez verbalizado todo lo horrible que dice la mente, es cuando el corazón se fortalece y nos hacemos conscientes de la auténtica verdad.
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Foto de Elly Fairytale en Pexels


Educando desde el ejemplo



Recuerda que la coherencia va por delante de la educación. No puedes exigir a tu hijo que haga algo que tú no haces. Así que yo os invito a que primero pongáis en práctica el juego de la verdad en vosotros mismos, ya sea en pareja o con alguna amistad cercana.

Cuando lo tengáis integrado, ponedlo en práctica con vuestros hijos y estoy segura de que vuestra familia pasará de ser estándar a premium. Y vuestros hijos crecerán con una autoestima saludable, siendo conscientes de que pase lo que pase pueden confiar no sólo en vosotros sino en sí mismos. Que son libres para tomar sus propias decisiones y que pueden enfrentarse a cualquier reto que les depare la vida.

Porque como dijo Sun Tzu: “Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no temas el resultado de cien batallas”.

Publicado inicialmente el6 junio, 2021 @ 4:05 am

Fuente: este post proviene de Mamá hace magia, donde puedes consultar el contenido original.
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