Desde que las escuelas infantiles pueden volver a abrir sus puertas de nuevo he escuchado y leído bastantes comentarios desagradables y ofensivos hacia el sector. Personas que expresan lo siguiente: ¿y para que van abrir? Para lo que hacen, los niños están mejor en su casa. Obviamente, desconocen totalmente lo que se hace en las aulas de infantil y la situación de todos los profesionales que trabajan en el nivel 0-3 años.
Quizás todas estas personas que emiten juicios hacia un empleo y todos sus trabajadores deberían pensar un poquito más antes de hablar. Para ellos es un hecho que los niños de 0-3 años no hacen absolutamente nada en las escuelas infantiles y que los educadores se tocan las narices en sus jornadas laborales. Ojo, un hecho que ni siquiera se han molestado en comprobar porque no han entrado en una escuela infantil en su vida.
La realidad de la educación infantil no es de color rosa
¿A pintar un mural con los niños, cambiarles los pañales y limpiarles los mocos se le llama trabajo? Desgraciadamente, me he topado con esa frase muchísimo más de lo que me gustaría. Sí, los educadores infantiles pintan murales con los peques, les cambian los pañales y les limpian los mocos, pero no es lo único que hacen. Todavía se sigue creyendo que la función más importante de las escuelas infantiles es guardar a los niños.Por supuesto que los educadores son responsables del bienestar y protección de los más pequeños, pero no trabajan en guarderías. Ellos tienen una titulación (mínima de dos años) para poder trabajar en escuelas infantiles adecuadamente. ¿Quién crea y desarrolla actividades dinámica adaptadas a los niños? ¿Quién tiene en cuenta la educación en valores desde la infancia? ¿Y quién apoya a las familias cada día? Los EDUCADORES.
Educadores sin ningún tipo de ayuda ni apoyo
Muchísimos educadores infantiles se enfrentan cada día a la situación de estar solos con quince o veinte niños de dos años. Quince o veinte niños que requieren de una atención total. Niños con diferentes ritmos, habilidades, capacidades y personalidades. Niños que necesitan (y deberían) tener una atención individualizada para poder desarrollar sus talentos, pero que desgraciadamente es imposible.Es imposible que un educador infantil pueda hacer bien su trabajo si está solo frente a quince o veinte niños de dos años. Es muy muy complicado dar atención adecuada y tiempo de calidad así. Como ya sabéis, los educadores infantiles solo tienen dos ojos, dos manos y dos piernas. Os podéis imaginar el grado de estrés y ansiedad que pueden llegar a desarrollar estos trabajadores.
Lágrimas, estrés y ansiedad después del trabajo
La educación infantil debería ser uno de los trabajos más maravillosos del mundo, pero la realidad de muchos educadores es muy diferente. Ellos se esfuerzan al máximo y entregan su corazón cada día dentro de las aulas, sin embargo, al llegar a casa rompen a llorar y son conscientes del grado de estrés, ansiedad y desmotivación que les provoca su cruda realidad.Sin embargo, al entrar en clase lo hacen con la mayor de las sonrisas, con una actitud positiva y dispuestos a dar lo mejor de sí mismos a todos los niños y familias. Siempre piensan que la situación mejorará, que dentro de poco podrán tener un convenio justo y que su trabajo no pasará desapercibido en la sociedad ni el sistema educativo. Ojalá algún día esas esperanzas sean la realidad de la educación infantil.
Lucha por un convenio justo y digno para la educación infantil
En pleno siglo XXI todavía los educadores infantiles tienen que salir a las calles a luchar por un convenio justo y digno. Todavía tienen que pedir más respeto, comprensión, valoración y reconocimiento hacia su profesión. Estamos cansados de decir que el nivel 0-3 años es increíblemente importante y que no debería pasar sin pena ni gloria por el sistema educativo.Hay educadores infantiles de corazón se ven obligados a dejar las escuelas infantiles donde trabajan porque no llegan a final de mes. Las personas que tanto alzan la voz contra esta etapa no tienen ni idea de lo que es tener que abandonar una vocación por no poder pagar las facturas. Una vocación por la que los educadores han estudiado, se han esforzado y han puesto todo su corazón. Esa es la realidad de la educación infantil.
No pretendo que este post sea negativo y pesimista. Lo único que quiero es crear conciencia y hacer reflexionar a la gente. Me gustaría que de una vez por todas la educación infantil ocupara el lugar que se merece dentro del sistema educativo. Espero con todas mis ganas que ese deseo se pueda hacer pronto realidad y que los educadores infantiles tengan un convenio justo y digno.