Hoy me ha dado por retomar los temas escatológicos, que parece que siempre funcionan bien. No en vano, hasta hace no tanto, sobre esta temática versaba el que era el post más leído del blog. No sé que tienen, pero estas cosas siempre concitan la atención del personal. Cualquiera podría pensar que nos gusta más una caca de bebé que a Ana Rosa Quintana un asesinato con tintes morbosos…
Y no lo retomo de manera gratuita, que sé que los más malpensados ya estaréis rumiando algo similar a esto: “Claro, como le funcionó una vez, ahora nos va a tener todos los días leyendo sobre mierdas”. No, señores. Lo retomo porque nuestra pequeña saltamontes ha dejado de ser la fofucha de la casa para convertirse en la nueva diva escatológica del pop mundial. La gran Lady Caca.
Hasta ahora era una bebé normal. “Amiga de sus amigas”, diría un entrevistado a pie de calle en cualquiera de esas noticias de sucesos que hacen salivar a mi querida Ana Rosa. ”Saludaba siempre”, añadiría otro. Y sí, hasta ahora, como cualquier bebé normal, lloraba, mamaba, sonreía, se reía a carcajadas, gruñía a modo de zombie The Walking Dead cuando estaba incómoda, se meaba sobre nosotros cuando le cambiábamos… Pero siempre tenía el decoro y el detalle de hacerse caca en el pañal. Hasta ahora.
Hace unos días, recién levantada y mientras la mamá jefa la cambiaba, no tuvo inconveniente en expulsar sobre ella un barrizal de lodo en tonos verdes y amarillentos. Adiós pijama y zapatillas de estar por casa. No respetó ni que su madre casi estuviese de estreno. Luego, por la noche, mientras la mamá fofucha y el papá en prácticas intentaban bañarla sin ahogarla, no dudó un instante en soltar todo lo que tenía dentro de su pequeño estómago en el agua de la bañera. Un chapapote que nos obligó a abortar la misión y a iniciar una huida de emergencia.
Lady Caca ha sembrado el terror en casa. Y el papá becario cruza los dedos para que con el tiempo deje de ser una estrella del pop fecal y acabé convirtiéndose en toda una Lady Madrid. Como su mamá. “Más bonita que ninguna, ponía a la peña de pie…” (Y la sigue poniendo, oiga)