Las niñas ya no quieren ser princesas. Ahora quieren ser las dueñas de sus vidas y que ningún príncipe venga a salvarlas de nada porque ellas solas pueden con todo. Ahora, igual que antes, quieren ser científicas, exploradoras, camioneras, médicos. cocineras, … Pero sobre todo quieren ser libres, independientes y autónomas. Y para que puedan conseguirlo es fundamental seguir trabajando en la educación en valores y la igualdad de género.
A parte de ser el título de un libro bastante famoso, las niñas ya no quieren ser princesas, es el titular del post de hoy. Un post con el quiero hablar sobre la importancia de educar a niños y niñas en la igualdad de géneros y alejarnos de viejos y antiguos estereotipos que tanto daño han hecho a niños y niñas. Y digo a ambos, aunque es más que evidente que niñas y mujeres nos hemos llevado la peor parte, porque a ambos nos han encasillado en roles que nos han limitado e impedido desarrollarnos al máximo y ser quienes en realidad podíamos haber llegado a ser.
Educar en igualdad de género desde la familia y la escuela
A estas alturas de la película de nuestra historia es más que evidente que debemos seguir apostando más y más en educar a nuestros hijos e hijas en valores tan fundamentales como el de la igualdad de género. Y debemos hacerlo desde la más tierna infancia.
¿Por qué?
Porque es cuando somos pequeños que estamos libres de prejuicios. Nuestra mente es como una tela en blanco donde dibujamos nuestros sueños, nuestras esperanzas, nuestras ilusiones y nuestros objetivos. No entendemos de roles limitantes ni coercitivos hasta que nuestros adultos de referencia empiezan a ejercerlos y nosotros a imitarlos. De modo que una educación basada en la igualdad de géneros es una educación que permitirá a niños y niñas a vivir en una sociedad más justa y equilibrada donde hombres y mujeres se respeten por igual. Dónde ninguno domine sobre el otro.
Las niñas ya no quieren ser princesas porque quieren ser otras cosas, porque pueden ser otras cosas y debemos permitir que así sea cuando nos piden, por ejemplo, jugar a juegos que hasta hoy eran considerados de niños.
El juego como ayuda a la educación en valores, la igualdad y la coeducacación
La igualdad, la coeducación, es un camino que debemos empezar desde casa, en el seno familiar y continuar en las escuelas. Un buen modo de hacerlo es a través de los juegos, ya que como bien sabemos es mediante sus juegos como los niños interiorizan las normas sociales y los diferentes roles que cada uno de nosotros tenemos en la sociedad.
Disfrazarse forma parte de esos juegos de niños en los que cada uno le gusta jugar a ser tal o cual cosa. Hacer de su héroe preferido o colocarse un pañuelo pirata o empuñar una varita mágica. Los disfraces para niña ya no tienen que ser solo de princesa, ellas también quieren ser heroínas, bomberas, cocineras, médicos, … Lo que sea.
Y aunque los disfraces de princesa sean los que mayor éxito puedan tener lo importante es que ayudemos a nuestras niñas a elaborar otros modelos de princesas que no necesiten príncipes valientes que las salven.
Porque lo verdaderamente importante no es el vestido en sí mismo si no lo que ha significado hasta el día de hoy el término princesa que, como bien sabemos todos, no significa otra cosa que una mujer desvalida que necesitaba de un hombre para subsistir. Lejos de este esterotipo de mujer limitada y empobrecida debemos apostar por educar a niñas seguras de sí mismas, que crean en su potencial, autónomas e independientes para llegar a ser todo aquello que se propongan sin necesitar nada más que su propio esfuerzo.
Pero a la vez que hacemos esta apuesta no podemos olvidar que de nada servirá todo este trabajo si no apostamos por educar a los niños en roles alejados de lo que venía a ser ese príncipe apuesto y valiente. El hombretón que todas las mujeres necesitan. Esos que solo juegan al fútbol, huyen de trabajos domésticos o de los cuidados de sus hijos. Sí, ya sé, estoy haciendo una caricatura, una exageración porque ahora ya son muchos los papás que cuidan de sus hijos, cooperan con sus parejas en las tareas domésticas y han dejado atrás esos roles tan «masculinos».
El cambio es posible y tú formas parte de él
Las niñas ya no quieren ser princesas ni los niños jugar con coches o a fútbol. Y aunque no son tantos como me gustaría ver en los parques he de confesar que ya veo muchos niños pequeños empujando carritos con muñecas. Algo impensable hace unos años. Y sí, también muchas niñas que juegan a fútbol con sus amigos, con coches y camiones de arena.
La educación en la igualdad de género empieza en casa con unos padres tolerantes que quieren ver a sus hijos felices disfrutando de ser quienes quieren ser.
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