Ancho, alto y profundo es el reino de los cuentos de hadas, y lleno todo él de cosas diversas: hay allí toda suerte de bestias y pájaros; mares sin riberas e incontables estrellas; belleza que embelesa y un peligro siempre presente; la alegría, lo mismo que la tristeza, son afiladas como espadas. Tal vez un hombre pueda sentirse dichoso de haber vagado por ese reino, pero su misma plenitud y condición arcana atan la lengua del viajero que desee describirlo. Y mientras está en él le resulta peligroso hacer demasiadas preguntas, no vaya a ser que las puertas se cierren y desaparezcan las llaves.
J. R. R. Tolkien
Adentrarse en Fantasía es una tarea destinada solamente a los más osados. Allí somos intrusos, pues los habitantes del Reino de la Lógica y la Razón no suelen ser bien recibidos en tierras mágicas. Fantasía es una pesadilla para ellos, acostumbrados a vivir entre estrechas paredes de rígidas leyes. La sonrisa de un gnomo, un "buenos días" de un ratón o los polvos mágicos de un hada del bosque podrían abrasarlos como abrasa el hierro candente.
En una sociedad en la que la imaginación es un residuo desechable y los cuentos son cosa de locos, Fantasía queda lejos, muy lejos, esperando nuestro regreso. Así es. Los duendes, los trasgos, los dragones y los trolls nos esperan. Fantasía queda lejos, pero aún hay esperanza. Vive en los sueños del poeta, la mirada del artista y la luna misteriosa.
Los elfos claman ante la injusticia de nuestro autoimpuesto destierro. Las sirenas cantan en medio de las brumas oceánicas tratando de llevarnos a su reino peligroso. Y nosotros, perdidos en las líneas del tiempo, queremos regresar a casa sin quererlo demasiado. Allí hay tantos interrogantes? ¡Qué inseguridad! ¡Qué peligro!
Decía el genial Gianni Rodari que deberíamos disponer de una Fantástica del mismo modo que disponemos de una Gramática. Fruto de sus sueños locos rescató el proceso de imaginar lo que, según dicen personas muy serias (como ese señor de un planeta que visitó el Principito), no debe ser imaginado. Para ellos carece de beneficio y, por lo tanto, de valor. Pero al señor Gianni Rodari esto no le importó. Trajo lo imaginado de vuelta, y lo llamó Gramática de la Fantasía.
Hoy compartimos esta obra para que los aventureros puedan viajar, aunque sea por un breve tiempo, a la imponente Fantasía, para descubrir algunos de sus secretos. Que tengan buen viaje, y esperamos que vuelvan sanos y salvos. Confiamos en que así será, siempre y cuando su interés por el reino peligroso sea genuino y sincero. Fantasía es un lugar lleno de duras pruebas, y sólo los más comprometidos se atreverán a afrontarlas con el valor que requieren. ¡Bon voyage!
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Imagen de portada: C. Rolando