Padres helicóptero
Están obsesionados por tener el control total sobre sus hijos y al final son padres que acaban agotados.
Cualquier problema que tienen los niños debe ser resuelto por este tipo de padres que, lejos de dar la autonomía e individualidad que necesitan los pequeños, se afanan en solucionar todo lo que sucede alrededor de la vida de estos. La excesiva protección hace que los hijos se sientan perdidos si tienen que tomar decisiones propias.
Esto se ve reflejado en muchos adolescentes que no saben tomar ninguna decisión por si mismos si no es con la aprobación de sus progenitores. Son jóvenes que no saben hacer nada solos y que no saben el esfuerzo de llegar a una meta, ya que este lo ha realizado el progenitor. Los padres helicóptero no dejan pensar a sus hijos por si mismo ya que les dan la solución antes de que puedan intentar resolver el problema por ellos mismos.
Estos padres tiene que aprender a dejar un poco el control y a respetar la privacidad de sus hijos. Darles espacio para que se desarrollen y establecer tratos basados en la confianza mutua, en los que madre e hijo/a cedan cada uno un poco.
Padres ambulancia
Los padres ambulancia perciben cada dificultad en la vida de sus hijos como si fuese una urgencia que debe ser atendida ipso facto. Al final el estrés continuo que genera esta situación provoca numerosos casos de estrés y agotamiento y los padres acaban abatidos sin poder disfrutar completamente de su paternidad.
Padres perfeccionistas
Todos queremos lo mejor para nuestros hijos pero cuando nuestro objetivo es convertir a nuestros hijos en los mejores en todo esto puede conducir al fracaso nuestro y la decepción en ellos. No es necesario que nuestros hijos sean los mejores en todo, debemos ayudar y estimular las capacidades en las que pensamos que nuestros hijos pueden destacar y debemos ayudarles a vencer sus miedos y las dificultades que tengan en su vida, pero exigirles demasiado se puede volver en nuestra contra cuando menos lo esperemos.
Los padres perfeccionistas contemplan a sus hijos no como son, si no como quisiera que fuesen. Se dejan de ver sus habilidades, sus capacidades y sus inquietudes focalizando su atención en las cosas que a ellos les parecen las mejores y dignas de reconocimiento.
Entre las causas que provocan esta actitud podrían estar:
Baja autoestima y sentimiento de inferioridad.
Pesimismo
Preocupación por lograr la aceptación social.
Percepción distorsionada de los logros de sus hijos. Incluso logrando sus objetivos tienen la sensación de que se podía haber hecho mejor.
Sentimiento de culpabilidad.
Fuente: psyscienceblog
Padres cómplices
Pretenden ser los mejores amigos de sus hijos pero llegan a convertirse en verdaderas sombras de los mismos, alimentándose de sus vidas y de todo lo que les rodea.
Estos padres, sobre todo cuando nuestros hijos son adolescentes, tienen que tomar conciencia de que los jóvenes necesitan compararse con un modelo distinto a ellos, más adulto, más sabio, capaz de guiarlos y protegerlos, que no es lo que obtienen cuando actuamos como si fuésemos sus amigos.
Nuestros hijos necesitan que discutamos con ellos, necesitan tener secretos que compartan solamente con amigos y debemos reflejar una figura no idílica para ellos, sino real.
Padres competitivos
Vivimos en una cultura obsesionada con la juventud y la belleza. No es extraño, por tanto, que los temas del cuerpo y la edad puedan llegar a convertirse en una especie de lucha entre madres e hijas. Un problema añadido es que no nos permitimos tener envidia de nuestras hijas, de sus cuerpos tonificados y sus pieles perfectas.
Aceptar que efectivamente estamos compitiendo, aunque no queramos, con nuestra hija, nos permitirá hacernos responsables de cambiar algunas conductas específicas que están jugando en contra del bienestar emocional de los hijos y embarullando nuestra relación con ellos.
Padres Esponja
Para estos padres, todo lo que les pasa a sus hijos es asumido como si fuese de ellos y lo absorben como una esponja.
No existe un límite entre padres e hijos y se apropian de ellos como si fuesen una prolongación de ellos mismos.
Para estos hijos resulta agobiante el hecho de que no puedan sentir ni expresarse libremente entorpeciendo su capacidad de llevar a cabo sus propias ideas y recursos.
Los padres debemos ser conscientes de que, no podemos evitar que nuestros hijos se equivoquen, lo único que podemos hacer es estar ahí para escucharlos y ayudarles en todo lo que podamos.
“Los logros de los hijos tienen que medirse con la vara de los hijos, no con la de los padres, y satisfacer sus propios sueños, no los nuestros. Y es bueno que ellos puedan reconocer las diferencias”.
Recursos:
http://www.abc.es/familia-padres-hijos/20130505/abci-tipos-madre-libro-201304181235.html