Una mala o buena maestra, padres presentes o no, mostrarse respetuosos con otros o lo contrario, muchísimos son los ejemplos donde en positivo o en negativo damos mensajes.
Uno trata, al menos yo, de cuidar el entorno, hablar mucho y explicar con acciones y palabras nociones de buen relacionamiento en sociedad.
Pero un día de malo lo tiene cualquiera, y la pedagogía nos la metemos en el bolsillo, y nos sale todo al revés de lo planeado.
Viernes, lluvia, frio, sueño acumulado, mochilas del cole, elementos de trabajo, salir corriendo al shopping después de las obligaciones semanales, armar una logística de taxis y subtes para llegar con tiempo todo para ver a Peppa Pig.
Se lo había prometido, ella gritó de emoción cuando vio el anuncio en la tele, estaba muy ilusionada.
Parece que muchas mamás (y papás) tuvieron la misma idea, algunas incluso la tenían más difícil con el temporal y las distancias.
10, 20, 100 a medida que pasaban los minutos la gente se acumulaba en el hall central y se enteraba de la noticia:
– No, Peppa no va a recibir más chicos, es más desde las dos de la tarde que se cerró el cupo.
– ¿Qué cupo?
– ¿Dónde decía que había que sacar entradas?
– ¡El afiche dice que es por orden de llegada de 14 a 20!
– ¿Cómo que si vengo mañana a las 10, me dan entradas quizás para las 18.30 para sacarme una foto?
Lloran, los nenes lloran, no entienden que Peppa es un señor disfrazado y que quien organizó la movida (se pasan la pelota de uno a otro) no fue claro, fue ambiguo, fue poco flexible.
Porque vamos si tenés 100 niños llorando pegás volantazo sobre la marcha, cambias el sistema de la entrada, armás una cola por orden de llegada y en menos de una hora todos los niños se van contentos con la foto de la cerdita a casa.
Y uno se empieza a salir de eje.
Voy y me quejo, hay cola para hacer queja.
Refunfuño, siempre delante de la nena, "Quien organizó esto seguro, seguro es hombre o muy joven. Ninguna madre organizaría una cosa así, sabiendo que no iba a salir bien, que los chicos menores de 5 no pueden esperar horas y horas por una foto con un muñeco…"
Entro en el círculo del enojo, no puedo ver llorar a mi hija, ni a los hijos de otras.
¡Jesús que enojada que estoy con todos, el canal, el shopping, el de marketing que no está presente, no aparece, yo quiero explicaciones! ¡Qué venga el mismísimo Papá cerdito a dar la cara!
¡STOP!
¿Qué hacés mamá? ¿Qué papel (on) estás haciendo?
Podés enojarte, podés reclamar, obvio, desde tu rol de mamá y adulta.
¿¡Cuantas desilusiones tendrán los chicos en su vida!?
Forman parte del desarrollo, del aprendizaje, y como padres podemos ayudarlos a sobrellevarlas. Hoy será Peppa, mañana será un amigo del jardín que faltó a su cumple, pasado un novio de la adolescencia.
OK, los organizadores hicieron las cosas mal, vos también y, a ver todos a coro, lo que hacen los grandes para bien o para mal repercute en los chicos.
¿Y entonces?
– Manejá tus impulsos y enojos, la manera que resuelvas tus propias frustraciones frente a ellos es tomado como modelo.
– Salí (salgan) del círculo del enojo por el enojo, busquen soluciones, alternativas positivas. ¿Hubiese sido mejor volver a casa o aprovechar y tomar unos helados juntos aprovechando la salida? Ojo que no es "tapar" con un "te compro el juguete que quieras", no, es buscarle una salida airosa y coherente al momento.
– Hablen. Sé real, explicale. Hay cosas que pasan y escapan a nuestras ganas y deseos de que salgan de una manera. ¿O no? ¿A vos no te pasa a diario en tu trabajo o en tus relaciones?
¿Y quién soy yo para decirte que hacer si no soy más que otra mamá?
Soy una que se equivoca, mucho y que me di cuenta que ayer metí la pata y ojala pueda ayudar a otra a volver al eje.
De paso te cuento que si vas a ir al shopping no te aventures si ver como resolvieron el tema después del revuelo.
– Mamá no te enojes con Peppa, ellas es buena, no tiene la culpa de que los que organizaron lo hicieron al revés todo – me dijo mi hija, de 4, al volver a casa.
Hoy la lección la aprendí yo.
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