Mi experiencia de maltrato en las guarderías

Es inútil mirar hacia otra parte, porqué por desgracia nos puede pasar a cualquiera. Hoy os traigo mi experiencia de maltrato en la guardería. Sé que es una píldora amarga, pero si no lo tenemos en cuenta puede ser más peligroso que cerrar los ojos y esperar que sea una de esas cosas que pasan a los demás.

Mis primeros recuerdos de esta vida

¿Queréis saber cuales son mis 2 primeros recuerdos conscientes de esta vida?

Pues el primero es el de dos manos que me cogen la cabeza y otra que me mete una cuchara en la boca llena de garbanzos. Esa parte del recuerdo es muy nítida, un poco más borrosos veo el plato y baso de plástico azul/rojo y el comedor bastante oscuro de la guardería.

Sinceramente no lo recuerdo con gran agonía. Simplemente como algo forzado. No me gustó para nada. Y es que a parte del hecho anti-respetuoso de obligarte a tragar algo que no quieres por la fuerza (eso para mí es maltrato) te están cortando una de las vías para respirar.

Tienes la sensación de que intentan ahogarte.

Un poco como cuando el instructor de piscina pasaba y me metía la cabeza bajo el agua. Ahí sí que sentía que me ahogaban literalmente. Tenía un miedo cuando se acercaba a mí! Recuerdo hasta su nombre: Isaac. Suerte que llegó mi salvador (Gaspar) más adelante.

Waw que bonito este mundo xD

Bueno, segundo recuerdo.

Un niño me pegó en la guardería. Se lo dije a la maestra y no recuerdo como reaccionó. Simplemente se me quedó gravado en la cabeza mi posición. Brazo derecho y cabeza pegados a esa pared blanca del patio con el típico suelo naranja de los 90′. Me sentía abandonada, sin nadie a quien recurrir.

Quizás me soltaron un «no es para tanto» o no me hicieron el caso que yo consideraba. Vete a saber. Siempre he sido muy sensible y mi hija lo es 20 veces más que yo. Eso me da mucho miedo porqué la vida es bastante durilla.

El hecho es que cuando te pasa a ti, estas cosas las digieres y tiras «pa’ alante». Pero pensar que mi hija puede pasar por ello… no puedo.

MI HIJA JAMÁS PISARÁ UNA GUARDERÍA

Por cierto, las llamo guarderías porqué sirven para guardar. Que después hagan cosas educativas o no vale, pero el objetivo principal es el de guardar niños porqué los adultos tenemos que trabajar. Los gurus de la crianza respetuosa y grandes pedagogos coinciden en qué la cría humana de 0 a 3 años donde mejor está es con su madre.

El maltrato en las guarderías

Como os he dicho en otros posts trabajé como maestra de guardería (y preescolar) durante 5 años. Pasé por 4 centros diferentes. El último creo que fue el peor.

A veces pensamos al maltrato en escuelas infantiles en forma de bofetón o cosas que impresionan (de esas que se ven por la tele). Pero hasta acciones sutiles pueden crear cicatrices gigantes en nuestros pequeños. Me refiero al maltrato psicológico. Mucho más difícil de indicar con el dedo, de denunciar y sobretodo de descubrir.

A menudo oigo madres que me dicen «no no eso en mi guardería no pasa, Pepito entra y sale súper contento». Yo me callo, pero le diría «sí, y un niño maltratado también sale de casa con una sonrisa». Porqué ese es su cuidador, le quiere, se fía de él  por mucho que lo maltrate. Porqué los niños estás configurados para ello y además su percepción del tiempo es muy diferente a la de los adultos.

¿En qué consiste el maltrato para ti?

Esta sería la primera cosa que os preguntaría. Porqué no he vivido el maltrato de niños amordazados o cosas peores. Pero sinceramente, hay un repertorio muy grande de acciones que considero malos tratos y que son realmente demasiado comunes.

Para mí es maltrato que me fuercen físicamente a comer, como en la experiencia que os contaba. También lo es que me chillen continuamente con el objetivo de hacerme llorar (y no paren hasta que lo consiguen), que me sienten a la fuerza, que hablen mal de mi o me comparen en público para ridiculizarme, que me echen la bronca por cosas que se escapan de mi control (como hacerse pis en los pantalones, no conseguir dormirme, enfadarme porqué no consigo controlar las emociones).

Se chilla muchísimo y muy a menudo a los niños. Se los ridiculiza día tras día.

LO PEOR?

Cuando ignoran su llamada de auxilio. No hablo de ese momento en qué lloran porqué quieren chocolate y no se lo damos. No no. Hablo de crearle esa sensación de «desamparo» abandono total, sentir que no tienen una roca a la cual agarrarse cuando todo su alrededor se hunde. A veces porqué la maestra está ocupada, a veces porqué está harta de los niños.

Todo ello afecta a su autoestima y la seguridad en ellos mismos.

Mi experiencia de maltrato en las guarderías

Guardería número 1 – Cachete al canto!

En el primer centro donde trabajé duré apenas 3 meses. Era horrible, ni en tiempos de guerra. Consistía en una sala donde juntaban a 30 niños de edades diferentes. Los bebés se pasaban el día en las hamacas, los demás eran libres. Eran 2 maestra y yo la aprendiz (en teoría…).

Cada 40 minutos echaban por el suelo una caja de juguetes (o coches o construcciones de plástico…).

Obviamente la disciplina se basaba en chillidos, amenazas y castigos. Lo peor fue cuando se llevaron a un niño en otra habitación, lo regañaron y me pareció (con muchísima claridad) escuchar un cachete. Digo me pareció porqué está claro que esa maestra se escondió a propósito para que yo no viese nada.

Muchos me preguntan «¿Por qué no la denunciaste?». Pues mira porqué acababa de llegar a Italia y pensé que aquí se estilaba este tipo de educación. Pensé «Dios mío si que están atrasados! Si aún pegan a los niños!». Como si los italianos fueran de otro planeta.

Además tenía 20 años. Acababa de entrar en el mundo laboral. Francamente creo que no tenía las narices para encararme a nadie. Era la última en llegar, no sabía cambiar pañales, ni redirigir ciertos comportamientos y tampoco hablaba bien la lengua.

Dejo el tema.

Me fui.

Segunda guardería – Reviviendo traumas infantiles

Esta guardería pintaba mejor. Hacía parte de una franquicia bastante famosa en Italia, era bilingüe, usaban varios métodos educativos chulos pirulos! Guay!

Lástima que las educadoras eran como eran.

Ese centro tenía 2 salas. Una para los pequeños, muy bonita. Eran unos 15 (2 maestras). Otra para los mayores (mi grupo). Teníamos 21 niños entre 2 educadoras. Así que cuando una se ponía mala la otra se pegaba un tiro.

Sí, me he quedado sola con 21 y han salido vivos del cole. Pero «vivo» y «decentemente» son cosas diferentes.

De esa guardería saqué una amiga para la vida (no era mi compañera como veréis a continuación).

¿Lo malo? Me hacían sentir incapaz continuamente porqué no chillaba a los niños. Si yo los trataba con respeto venía mi compañera a pegarles la bronca, zarandearlos y sentarlos a la fuerza para que llorasen. Es muy típico por aquí moverlos un poco para que pierdan el equilibrio y acaben sentados por el suelo.

Cuantas veces luché y discutí… y siempre acababan ridiculizándome. Se ve que yo no sabía nada de educación.

Ahora viene lo peor…

Mi compañera (que en teoría tenía también la obligación de enseñarme el mester) hizo algo que me mató. Teníamos en clase la típica niña del grupo que no comía NADA pero nada de nada. No quería probar. Mi técnica era la de dejarla en paz. Ese día mi compañera se cansó, le chillo hasta que la peque se puso a llorar, le tiro la cabeza hacia atrás y le lleno la boca de una cucharada.

Resultado: yo morí dentro, mi corazón se paró (tuve un flashback realmente amargo). La niña lloró y no comió. Y seguramente se consolidó aún más su aversión por la comida, su inseguridad hacia el mundo y muchas otras cosas horribles.

Con el tiempo empecé a darme cuenta de que mi compañera trataba peor a los que más se acercaban a mi. A los que yo gestionaba a mi manera. Vamos, con respeto.

Discutir con mi compañera sobre métodos educativos (o de adiestramiento, que es lo que hacía esa) fue totalmente inútil. Lo pasé bastante mal y a la que podían además se reían de mí por no hablar bien el Italiano. Era complicado defenderse sin la lengua. Lo que os puedo asegurar es que una situación como esa no se va a repetir delante de mis ojos en la vida.

Me fui porqué no me sentía a gusto. Quería encontrar un lugar mejor y quizás con un poco de currículum construido me hubiesen contratado en una guardaría más decente.

Tercera guardería. Vi la luz!

Finalmente encontré maestras humanas. Os aseguro que de todas las guarderías donde he trabajado esta era la más humilde. La más viejecita, seguramente jamás hubiese inscrito allí a mi hija. Pero las maestras eran un amor, la coordinadora también.

Si os puedo dar UN BUEN CONSEJO es que tratéis con la jefa de la estructura. De ella dependerá todo lo que pase ahí dentro. Os lo puedo asegurar. Palabra de maestra.

Allí aprendí muchísimo! Me divertí! Acabaron dándome el grupo de 3 a 6 años! Y como soy una maestra poco común les dejé pintar con pinceles una mesa entera, patas y sillas. Tengo un video con el que fliparon todos xD Cuando pasó la coordinadora por mi clase pensé «me va a despedir», pero siguió caminando sin decir nada. Los niños se lo pasaron genial y lo limpiaron todo.

Ahí empecé a sentirme yo misma.

Por desgracia el año después vendieron la gestión y todas las que no estábamos fijas saltamos. Me volvieron a llamar pero ya había firmado contrato en otra parte. Y es que uno de mis dones es el de encontrar trabajo en menos de 2 semanas xD

Cuarta y última guardería. Todo lo que no se debe hacer

Creo sinceramente que la propietaria de esa estructura sufre algún trastorno psicológico o varios. En serio.

No sabría como describirla pero vamos, os puedo asegurar que el 90% de las chicas que pasaban por la guardería a hacer unos días de prueba ni siquiera aceptaban el trabajo. Aún recuerdo una morenita que acababa de salir de la uni con un montón de proyectos, me recordaba a mí. Estuvo súper a gusto conmigo y ya teníamos ideas para llevar a cabo en clase. Hasta que apareció mi jefa.

La chica acabó llorando. Ese día me dijo que no iba a volver más. De todos modos la jefa tenía intención de contratarla (total ahí no duraba nadie xD) pero la pobre, obviamente, no aceptó el trabajo.

Huían todas. Muchas llorando. Otras denunciándola. Hasta mis compañeras se juntaron para llevarla al tribunal.

Un horror de persona.

Bueno, al tema.

Esa mujer maltrataba psicológicamente a todo el que pasaba por su campo visual y auditivo. Grandes y pequeños. A la cocinera le llovían insultos directos a diario. Degradaba a los niños, intimidaba.

Con ella te cagabas de patas pa’ abajo. Os lo prometo.

Le di la noticia de mi embarazo temblando y llorando hundida en el pánico de como iba a reaccionar ese volcán en llamas!

Maltrataba psicológicamente a niños y maestras. Además en mi caso el patrón se repetía. Si una de las niñas se encariñaba conmigo la trataba peor. Hubo una pequeñita que la encerraba «a dormir» a oscuras porqué quería venir conmigo y la pobre lloraba sola en el cuarto.

Decidí salir durante las pausas, sabía que lo hacía por mi. Fue mi única manera de salvarla. Mi compañera me aseguró que al no estar yo la dejaban salir tranquilamente y toda esa historia terminó.

En esa guardería me sentía una niña más del montón que me salvaba solo por  medir 1.64cm y no 80cm.

El primer año allí llore mares y mares de lágrimas. Pensad que hasta que no me vine a Italia lloraba 2 o 3 veces al año contadas; os lo aseguro. No soy de berrinche.

Increíble como algunas personas se permiten tratar a los niños de una manera a la qué no tratarían a un adulto.

Aguanté muchísimo. Cada día trabajaba 2 horas extras no pagadas. Tenía el curro a casi 2 horas de casa… El segundo año empecé a encararme con la jefa y a amenazarla con sindicatos. Las cosas mejoraron aunque el clima no fuese el mejor. Conseguí llevar a mi grupo de 14 yo solita sin ella por medio. Aprendí muchísimo. Pasé de corderito a lobo en esa empresa. Lloré mucho pero ahora soy una persona muy segura de sí misma y tengo claros mis principios a nivel laboral.

Lo más gracioso es que me han llamado ya 3 veces para que vuelva a trabajar con ellas desde que las dejé. «Dad gracias que no os denuncio» debería haberles respondido.

Prevenir y detectar el maltrato en las guarderías me parece prácticamente imposible

Soy maestra, he trabajado en esos centros durante años. Nadie se ha quejado jamás.

Seguramente se acaban descubriendo muchos de los casos grandes de maltrato (no todos). Me refiero a los que vemos en las noticias. Pero el maltrato del que yo hablo es invisible. Porqué no es algo que se de cada día a cada hora, o que deje una huella visible.

Muchas madres con las que hablo argumentan que «mi hijo entra y sale la mar de contento de la guardería». Nunca discuto esa frase porqué no quiero crear inseguridades. Ya bastante tenemos las madres. Pero en el último centro donde trabajé los niños que entraban y salían llorando eran los más «mimados» por la jefa, sus favoritos.

En cambio, los que trataba peor entraban y se iban como si nada. Supongo que renegados a lo que les tocaba vivir. No había nadie que les salvase de esa situación y había que adaptarse al medio. Así que sufrían en los momentos de maltrato psicológico y después santas pascuas. Porqué los niños tienen esa capacidad sanadora o luchadora o llamadla como queráis.

«Papá me da bofetones de vez en cuando pero yo le quiero igual»

Un niño que es maltratado por el padre le quiere igual. Lo busca. Vale, hay casos. Pero existen padres que dan bofetadas, que gritan y amenazan. Pero el niño les sigue igual. Porqué está programado para ello y si algo hacen bien los niños es seguir su instinto. Algo que deberíamos recordar las madres.

Quizás no lo abofetea a cada minuto. Solo «cuando se porta mal». Cosa que hará deducir al niño que eso ocurre por su culpa. Lo mismo en la guardería. En ese caso el referente es la maestra. Si ve que su madre o padre confían en ella, lo acabará haciendo él también. Sobretodo porqué esas mismas cuidadoras también dan cosas positivas a los niños, por incoherente que os pueda parecer. Les dan de comer, los meten en la cama con caricias, les cambian el pañal…

Los niños no tienen la capacidad de cuidarse solos, están programados para depender de alguien. Así que buscaran siempre un adulto. Obedecerán, cederán. Porqué no pueden hacer otra cosa.

Como veis, ya solo con esto encuentro razones de sobras para no inscribir a mi hija en una guardería. No viviría. No sería capaz de cerrar los ojos. Pero es que mi relación con estos centros no empezó con el pie derecho.

Un niño no debe pagar las consecuencias de un adulto que pierde el control de la situación

La infancia debería de ser la cosa más sagrada de esta vida y el maltrato hacia ella imperdonable. Que nosotros no seamos capaces de reconducir sus acciones hacia la dirección que nosotros queremos no significa que tengamos el derecho de aprovecharnos de esa «necesidad de seguridad» que tienen los niños.

Después de este post amargo acabemos con algo dulce…

En el 2017 llegó la maternidad a mi vida. Con ella me acerqué a las pedagogías alternativas y a la disciplina sin lágrimas. Ya no siento que sea yo quien se equivoca, la pieza que no funciona… Sino que la mayoría vive aún en la crianza y pedagogías conductistas, adultocéntricas.

Pero OJO! PORQUÉ HE VENIDO A CAMBIAR EL MUNDO! La infancia es el tesoro más valioso que tenemos y hay que protegerlo a toda costa. El día que los adultos nos mentalicemos de ello, viviremos en un mundo mejor.

Os espero en los comentarios…

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