Escribo esta entrada desde un balcón de Cádiz, con un cuenco de aceitunas y una copita de fino a mi vera. Pero cuando leáis estas líneas ya estaré en mi dulce hogar. Han sido dos semanitas de sol y mar que nos hacían mucha falta en Casa Cute, pero ya vamos teniendo ganas de volver.
A lo largo de estos 15 últimos días he disfrutado de todos mis placeres vacacionales, no me he dejado ni uno, y os los he ido mostrando a los que me seguís en Instagram. Pero resulta que Miss Lavanda ha tenido la misma idea y nos ha propuesto contar en un post cuáles son esos lujos que nos tiene reservado el veranito. Así que allá va mi aportación, cargada de fotografías, sol, playa y sur. Mucho sur. Éste es mi decálogo de placeres veraniegos:
Para mi es lo máximo. Notar el calorcito del sol con el cuerpo lleno de gotitas y que de pronto llegue una ráfaga de brisa. Me vuelvo sorda. No existo. Pobre del que rompa ese momento...
Soy muy friolera y, por mucho calor que tenga, cuando llego al agua siempre me parece que está congelada y que no me meto ni loca. Así que me tiro un rato que sí, que no, que si las olas, que si el viento... Pero, ¿hay mayor placer que no tener otra cosa en qué pensar más que en si mojarse o no ?
No soporto las aglomeraciones. Pero cuando quiero darme un baño, las aborrezco. Así que yo soy la que aperece en la piscina cuando todo el mundo se larga.
En chancletas y en pareo. Las dos últimas semanas no me he puesto otra cosa y ahora me da una pereza horrible pensar en pantalones largos, zapatos.... Debería irme a vivir con alguna tribu africana. ¿Por qué nos vestimos tanto?
Es mi relax. Irme a un lugar donde no me conoce nadie para no peinarme, no maquillarme... Salir de la ducha, echar el pelo para atrás y que se seque como le dé la gana.
Tomar un zumo de naranja fresquito mientras abajo limpian la piscina y no se oye nada más que los pajaritos. Impagable.
Este es el mi momento con mayúsculas. A las 12.30 de la mañana, cuando el calor aprieta y la arena empieza a picar. Ya te has bañado, has tomado el sol un buen rato y la familia que acaba de montar el campamento a tu lado empieza a rayarte la oreja. Te levantas, coges el pareo, la cartera y te diriges a tu oasis: el chiringuito. El de este año ha sido la pera limonera.
Sólo avellana. Me vuelve loca este sabor. Nunca, y digo nunca, pido otro. Ni mezclo con otros sabores. Ah! Y en tarrina, por favor.
Estas han sido nuestras primeras vacaciones con el renacuajo. Verle descubrir cosas nuevas es maravilloso.
A veces, solo hay que dejar a la naturaleza que siga su curso y quedarse mirando ¿verdad? Ver cómo se pone el sol en el horizonte, como se va escondiendo en el mar para volver con fuerza al día siguiente. Es maravilloso.
Bueno, ahora os toca a vosotros contarme vuestros placeres veraniegos! ¿Compartís alguno de los míos? Contad, contad...