Yo que me las prometía muy felices con tenerlo todo "atado y bien atado", todo preparadito y listo, pero eso me pasa por hablar más de la cuenta. La primera en la frente. La buena noticia de tener plaza para Iván en el cole de Antía tenía su puntito en contra, comprar uniforme completo para él, cosa que no entraba en mis cálculos.
Al final, por ahorrarme unas perras (y cuando digo perras no digo 2â?¬ sino casi 100â?¬, ahí es nada) me he pasado el fin de semana de tienda en tienda buscando polos rojos sin ningún tipo de dibujo o bordado, para llevarlos a bordar el escudo del colegio. Al final, después de patearme todo tipo de tiendas y grandes almacenes, los encontré, y ayer los tenía en mi casa bordados con su escudo. Pero me encontré con que los de manga corta llevaban botones blancos y los "oficiales" tiene botones rojos, así que me tuve que ir a una mercería no, a tres, a por los puñeteros botones.
Además teníamos la reunión de 1º de Primaria, por lo que salí del cole casi a las 9 de la noche. Y ahí no quedó la cosa, no pude irme a casa porque tenía que recoger el baby de la niña en la modista. Porque sí, al precio que venden ese trozo de tela en forma de delantal, echando cálculos así a ojo me salía más a cuenta comprárselo una talla más grande y arreglarlo (para sacarle luego cuando vaya creciendo) que comprarle otro baby cuando se le quede pequeño. Y no os creáis, me ahorro un buen pico.
Alguien tuvo a bien preguntar en la reunión si los niños debían llevar algo al cole. Un estuche con lápiz, goma, aflila-lápices y una caja de colores. A las 9 de la noche y teniendo que ir aún a la modista, lo de ir a por una caja de ceras lo veía misión imposible. Nada más llegar a casa busqué el estuche en forma de bota de fútbol del Barça -#WTF- que le regalaron por su cumple, y a rebuscar en el cajón de las pinturas ceras o lápices de colores decentes. Pues como que encontré 12 ceras, 8 lápices de madera y 6 rotuladores, uno por color, prácticamente intactos. Por suerte Iván no es como yo, que si no lo llevaba todo nuevo a estrenar montaba un drama -por no decir un pollo-, a él le da igual, de hecho seguro que si se lo compro me hubiera regañado diciendo que ya tenía muchos colores en casa.
Así que ayer, con dos niños hiper vitaminados y super mineralizados que no se dormían ni a la de cuarenta, esta menda cosía botones a los polos, cintas para colgar en las perchas al baby y marcaba con etiquetas la ropa.
A Dior pongo por testigo que pusimos el despertador. Esta mañana escuché a mi sito levantarse, abrí el ojo, vi que había demasiada luz para ser las 7:30 (hora a la que programamos el despertador), cogí el móvil y con las mismas di un respingo que salté de la cama como un muelle. ¡Las 8:28! Allá que me voy al salón y me veo a mi sito rempanchingado en el sofá móvil en mano...
¡¡¡Pero tú sabes qué hora es!!!
Menos mal que había dejado mochilas y ropa preparadas. Desayuno exprés (batido de cholate y galletas mientras los vestíamos) y aquí servidora que tuvo que salir sin lavarse ni el careto.
El primer día de cole de mis hijos, el mayor en Primaria, la pequeña en Infantil, y no tenemos foto de recuerdo. Bastante que no llegamos tarde, porque entonces no me perdonaría mi #malamadrismo elevado a la máxima potencia.
Aunque el cole es el mismo, Infantil está en una ubicación y Primaria-Secundaria, en otra. Al cole de Antía hay que ir al coche, al de Iván andando, está casi al lado de caso. Como son muchos los padres que tienen a sus hijos en las dos ubicaciones, está todo organizado para que los peques puedan entrar antes en Infantil y así les de tiempo a los mayores a llegar al cole grande. Y como hoy era el primer día, queríamos ir juntos a dejar primero a Antía y luego a Iván.
Ahí que iba mi niña con su uniforme -menos la falda, que aún no la tenemos-, su mochila de la Princesa Sofía, y el medio sueño aún encima. No le dio tiempo a hacerse a la idea a la pobre, todo de sopetón. Y al llegar, como no, una marabunta de niños, padres, un sitio desconocido -ella no conocía el colegio-, entré con ella hasta donde estaban la seño, había muchos niños llorando así que nos invitaron a entrar hasta la clase para dejar a los niños más tranquilos. Antía estaba algo abrumada ante lo desconocido pero no lloró, le dije que se queda en clase con muchos niños y que yo la recogía dentro de un ratito, me dio un besito y me fui sin mirar atrás, para no darle tiempo a ver cómo me marcho.
Mientras, papá se fue a llevar a Iván -básicamente me dejó tirada en el cole sin avisar, viendo que la hora se le echaba encima-, así que no pude acompañar a mi niño mayor a su primer día de Primaria en su nuevo cole. Otra vez sentimiento de #Malamadre total por no poder decirle "pásatelo muy bien y haz muchos amiguitos" y darle un beso de despedida. Eso sí, el pater no se libró de la bronca por no esperarme y obligarme a perderme este momento.
Lo que me gusta de este colegio (entre otras muchas cosas) es que en Infantil no hay adaptación, pero sí dejan un pequeño margen los primeros días para que no sea un caos la salida de todos los cursos juntos, y los más pequeños de cada ciclo salen antes. Así que nos organizamos para ir a recogerlos ya que a mi me iba a ser imposible ir a por Antía, por lo que iba papá, y yo recogía a Iván.
Me alegró encontrármelo en la fila jugando con un amiguito, no corrió para abrazarme, iba hablando con uno y con otro, y cuando llegó a mi me dio un enorme abrazo diciendo que le encantaba el nuevo cole, que había hecho muchos amigos aunque no le pasaban la pelota cuando jugaron al baloncesto en el recreo, y que quiere quedarse a comer en el comedor porque le encanta la comida y así no pasa hambre. Eso va a ser que en casa no lo alimentamos, jodío niño que es a veces jajaja.
Salió feliz como una perdiz, que para mi es muy importante. Le dio un besazo a su seño, que se ha sorprendido de lo tremendamente cariñoso que es mi niño. Y está deseando volver mañana. Por el camino además se encontró a sus amiguitos de su anterior cole, así que no le ha dado tiempo a echarlos de menos.
Antía también genial. Hoy tenía logopedia, por lo debía entrar más tarde al cole, pero decidimos no llevarla hoy porque valoramos con la logopeda que el primer día de cole era importante que entrara igual que sus compañeros. Ha pasado la mañana jugando y pintando, ha hecho amiguitos, se ha encontrado con dos amigas de la guarde y se lo ha pasado de maravilla. Sin llantos, sin penas.
Lo mejor es que fue llegar a casa, comer y caer rendidos como troncos. Se ha notado el madrugón (aunque hoy no ha sido tanto), la mañana intensa y la verdad es que estaban necesitados de ocupación y rutinas. Porque el verano es para disfrutarlo pero el ocio los tenía ya aburridos, con horarios descontrolados que nos tenían ya a todos más nerviosos de lo normal. Ahora, vuelta a la normalidad, que a veces se agradece.
Y yo que me siento la mar de orgullosa de mis niños con estas pequeñas tonterías. Porque me encanta ver la capacidad de adaptación que tienen, lo sociables que son, cómo se integran con relativa facilidad en nuevos grupos. Eso me da mucha tranquilidad, no se si podía irme sabiendo que mis hijos se quedan llorando de pena.
Mañana prometo foto, espero que no se me escape. No quiero dejar de inmortalizar ese momento, aunque sea el segundo día del cole, porque seguro que alguna vez en la vida agradeceremos sentarnos a recordar estos pequeños momentos.
Aunque no me quito esa extraña sensación en el pecho, en mi cabeza, de que definitivamente ya no tengo bebé. Mis dos hijos están en etapa escolar, no hay vuelta atrás, crecen casi sin darme cuenta y tengo la tremenda necesidad de disfrutarlos a tope. Porque tan pronto como han dejado de ser bebés, dejarán de ser niños...