Este blog lo comencé a escribir para desahogarme como madre y escribo muchas cosas que me desahogan, pero hoy necesito hablar de mis hijos.
Hace menos de cuatro meses me propuse que la relación con mis hijos tenía que cambiar. No quería que ellos me recordaran como una madre gritona y malhumorada siempre. Quiero que mis hijos tengan un buen recuerdo mío. Sentía que no lo estaba haciendo nada bien, que perdía a menudo el control y que pagaba mi mal humor con ellos. Decidí entonces que nunca más iba a pasarme. Que nunca más los iba a gritar ni a ponerme de los nervios con ellos.
Para resumir un poco, que si no esto puede ser eterno, os cuento que los 10 primeros días tenía un presión constante. Estaba que me subía por las paredes para no gritar en casa. Incluso me dolía el pecho de la ansiedad que tenía. Esto sólo significa que antes lo estaba haciendo fatal porque me descargaba con ellos. Si antes tiraban un vaso con agua me suponía enfadarme con el autor del "crimen" y tener un cabreo constante toda la tarde. Ahora sin embargo no puedo decir que dé palmas con las orejas cuando tiran un vaso de agua, pero la cosa ha cambiado mucho. Se recoge ese vaso, se dice lo que se tenga que decir sin un sólo grito y no me paso media tarde mosqueada porque se ha caído ese agua cuando estaba comiendo y le ha dado sin querer. Sí, que podía tener más cuidado y estar más atento, pues claro, pero que no deja de ser un niño y tiene mil cosas mejor que hacer que estar pendiente de un vaso. Para eso es un niño, por eso los adultos no tiramos vasos. ¡Anda pero si resulta que los adultos también rompemos vasos y se nos caen platos!. ¿Y qué pasaría si ahora de adultos nuestra madre, pareja, jefe nos pusiera a caldo por haber tirado un vaso? Ahí lo dejo para que lo penséis.
Con mi reto y mi cuenta aguanté 84 días sin perder el control ningún día. No digo que no hubiera malos momentos, que los hubo y muchos, no digo que no pusiera una mala cara o no me enfadara en ese tiempo que sería mentira, no digo que mi tono no fuera un poco más elevado en algunas circunstancias porque mentiría, pero en ningún momento les grité ni perdí el control pagando mi mal rollo con ellos. Paré el día 84 porque sentí ese día que ya empezaba a descontrolarme de nuevo y a olvidarme del reto. No es que les gritara como una loca, ni que pasara nada grave, pero sí que ese día sentí que lo pagaba con ellos y les hablaba de mala manera. Así que mi cuenta acabó ahí. Lo que pasó fue que empezaron el cole y cambiaron de nuevo las rutinas. Sabía que podría pasar y aún así no supe anticiparme. A mí el hecho de que vayan al cole no me supone un "respiro", si no al contrario me complica mucho el tema de horarios y eso hace que yo esté mas estresada y con los nervios a flor de piel.
Después estuve unos días sin contar porque sentía que ya no necesitaba hacerlo, que el hábito de esos casi 3 meses se había instalado, sólo tenía que ser consciente de la nueva rutina y acostumbrarme. Bastante difícil, así que hace unos días decidí empezar de nuevo la cuenta.
Esta vez me está costando un poco más. Sé que es por el tema de los horarios y las prisas, lo intento y lo intento pero no consigo llegar a la situación que teníamos este verano. No es como antes de empezar con el reto que era pasarme el día enfadadísima, pero tampoco estoy conforme.
Tengo que decir que me estoy ayudando mucho de otra mami a la que he cogido un cariño muy especial. También es una mami 2.0, Nuria Orca que con su serie de post ¿Por qué los niños se portan mal? me está ayudando muchísimo. Leerlos detenidamente que seguro que os van a servir de mucha ayuda.
La semana pasada en su último post nos mandó deberes. Y yo que soy muy bien "mandá" sin pensarlo me puse a ello. Esa semana contaba lo que podemos hacer para eliminar las etiquetas que ponemos a los niños. Algo que considero muy importante. Constantemente les decimos a nuestros niños cosas como qué pesado eres, o qué malo.
Nuria nos dijo que para evitarlo y ayudarnos a no usar etiquetas escribiéramos en un papel las que usamos habitualmente y las cambiáramos por frases en las que no se les etiquete.
Así que eso hice. Por ejemplo, soy muy de decir a mis hijos "qué desobediente eres" y no consigo cambiarlo pero me muerdo la lengua, resoplo y como mucho le digo es que hay que hacer caso por esto o por lo otro según sea el caso. Como es salir corriendo hacia la carretera como si no hubiera un mañana una y otra vez. Siguen corriendo igual, eso no cambia pero por lo menos he conseguido quitar una etiqueta. Y parece que al explicarles una y otra vez por qué no pueden irse corriendo va costando menos que paren. Pero bueno nos queda mucho todavía con ese tema.
El caso es que hay que ser conscientes de que nuestros hijos se enteran de todo y lo peor es que copian todo lo que hacemos nosotros. Si yo grito ellos gritan. Y no puede ser así. Somos un ejemplo para ellos. Por eso sigo con mi reto y con mi lucha que aunque tenga parones y haya que poner el contador a cero para empezar la cuenta de nuevo.
Si estáis en esta situación, podéis uniros al grupo de Facebook En casa ya no se grita por lo menos os sentiréis más acompañados. Os dejo el enlace a otra entrada donde explica como iniciamos el grupo aquí
Si buscáis una guía para ayudaros en este camino pasaros por el blog Criar sentir vivir. A mí me está ayudando muchísimo. Sobretodo porque quien escribe esos artículos, no sólo lo hace desde el ámbito profesional, si no que vive en un primer plano el día a día con sus hijos y entiende perfectamente como madre todo lo que supone sentirse mal cuando gritas a tus hijos.