Más tarde descubrí que las niñas, al menos la mía, tienen un carácter fuerte, lo que me suponía un verdadero quebradero de cabeza a la hora de vestirla.
Parece mentira pero casi desde que no levantaba un palmo del suelo, ya tenía muy claro cómo quería vestir y no había manera de convencerla.
En mi cabeza no paraba de rodar el pensamiento no puede ser que una niña tan pequeña decida qué ponerse.
¿Te imaginas lo que pasaba, no? Aquella faldita o camiseta que desde un principio decía que no le gustaba, no se la ponía. Así que decidí ser práctica. No merecía la pena comprarle ropa que solo me gustara a mí. Tenía que conseguir congeniar sus gustos y los míos, de lo contrario, un montón de ropa corría el riesgo de no ser estrenada.
Quizá pienses que soy una mamá demasiado tolerante, que no ha sabido imponerse y que su hija le está comiendo la tostada. Creo que nada más lejos de la realidad. La opinión de Martina me importa, y si lo tiene tan claro, creo que hay que darle el beneficio de la duda, aunque la última palabra la tenga yo (o su papá).
No creo que Martina tenga mal gusto (bueno, a veces se pasa con el rosa y los brillos,…) y lo cierto es que con el tiempo hemos llegado a un entendimiento.
Sabe que le doy una de cal y otra de arena. Sabe que la última decisión la tomo yo y que hay ocasiones en las que no puede decidir y otras tiene rienda suelta.
Es simplemente que si tiene tan claro (que lo tiene!) qué quiere ponerse y corresponde… pues no tengo ningún problema en que elija su ropa. Está claro que con límites. Si no su armario sería monocromático (sí, el eterno rosa).
Conozco muy bien los gustos de mi hija: faldas/ vestidos con vuelo, el rosa, estampados divertidos y brillo! Su ideal sería una prenda que conjugara todo esto pero por suerte, acepta otro color que no sea el rosa, si tiene alguna de sus otras prioridades.
Con la nueva temporada, vuelven las nuevas compras y, de nuevo, la duda de si encontraré ropa con la que nos sintamos cómodas la dos, así que nos fuimos de tiendas, yo con los dedos cruzados, a ver qué encontrábamos.
Desde que Martina dejó de ser bebé no había vuelto a Prénatal, así que decidí ir a ver qué tal la nueva colección de esta temporada y debo decir que nos encantó. Vestidos de vuelo, como a ella le gustan, con colores y estampados que a mí me encantan. Shorts fresquitos y camisetas con el toque justo de brillo…
Ya teníamos casi todo seleccionado y fuimos directas al probador. Fue entonces cuando una de las chicas de la tienda me habló de la nueva Prénatal Vip Card. Es una tarjeta que al activarla, se te aplica un 30% de descuento en toda la colección textil (lo que a mí más me interesaba), incluido el textil de cuna y calzado marca Prénatal. Me pareció una buena idea activarla, ya que solo cuesta 20€ y tengo todo un año para comprar ropa en Prénatal con una rebaja del 30% y otras muchas ventajas.
Y como una imagen vale más que mil palabras, este es el resultado de nuestra tarde de compras!!
Está claro, ¡Las dos hemos salido ganando!
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