Después de vivir una pérdida tan dura como la del año pasado, esta vez nos era totalmente indiferente todo lo que no fuera que estuviera bien. Cómo se iba a llamar, qué cochecito llevaría o cómo nos iría con la lactancia materna eran cosas que ni se me pasaban por la cabeza en el primer trimestre. De hecho incluso dudamos en querer saber el sexo cuando la doctora nos dijo que ya estaba claro.
Vivirlo con ella está siendo especial y complicado al mismo tiempo. Por un lado, ella está como loca por convertirse en hermana mayor. Le habla, le da besitos y se pasa el día diciéndome todas las cosas que va a hacer para cuidarle. Que va a tener mucho trabajo, dice. De hecho, ella también dice estar esperando un bebé, le da pataditas y va a salir por su ombliguito jajajaja
Pero por otro lado, es imposible poder dedicarme y dedicarle todo el tiempo que le dediqué a ella en mi primer embarazo. Hay días que me invade la culpa porque parece que ni soy consciente de lo que estoy viviendo. Otros, consigo sacar algún momento para decirle cuánto le queremos y las ganas que tenemos de achucharle y cuidarle y parece que lo veo todo de otro color.
Si todo va bien, dentro de tres meses seremos cinco (ya sabéis que Lolita es una más de la familia) Tres meses pasan volando y lo único que quiero ahora mismo es vivirlos intensamente.
Todas las fotografías de este post son de Verdesotti
Al poco tiempo de saber que esperábamos un bebé leí este post de Natalia Sánchez y me llegó realmente al corazón. Aún no sabíamos que íbamos a tener un niño, pero pensé exactamente lo mismo. Que todo lo que quería para él es que fuera feliz e intentar criarlo, como a Alma, con apego y libertad.