Este año estoy trabajando en atención temprana, en la etapa 0 a 3 años, y esto me permite conocer varias realidades tanto de escuelas infantiles públicas como privadas.
Está siendo una experiencia desalentadora en muchos aspectos (ya te hablé por ejemplo de los periodos de adaptación) y cada día me encuentro situaciones en las que siento que no se entienden ni respetan aspectos importantes del desarrollo infantil.
Desde la falta de movimiento, el uso de pantallas, la excesiva presión por adquirir contenidos intelectuales mediante fichas, hasta el tipo de cuentos que se ofrecen a los niños/as o de qué manera se hace.
Me he encontrado con situaciones en las que se narra un cuento a un grupo de niños/as de 2-3 años, y después no solo se les explica la moraleja o el sentido del cuento (muchas veces con especial énfasis), sino que se les bombardea a preguntas para comprobar que lo han entendido como toca, o se les exige que lo cuenten para controlar si lo han captado.
Es evidente que los cuentos nos ayudan, son herramientas que nos trae la cultura que nos aportan soluciones y remedios que van despertando nuestras fuerzas internas (mira mi post el tesoro de los cuentos de hadas), pero hay que dejar que hagan su trabajo, ¡no hay que explicarlos ni intelectualizarlos!
¿Por qué los cuentos no se explican?
Como me cuenta Auria G. Galcerán, una de las fundadoras de la editorial ING Edicions: “Toda explicación abstracta en la primera infancia desatiende el desarrollo de la vida interior”.El intentar explicar los secretos de los cuentos de hadas rompe el poder del cuento. Debemos dejar que los niños/as saquen sus propias conclusiones y que el cuento ejerza su propia magia.
Como sugiere el escritor Ben Okri hay que dejar que el cuento haga su trabajo “en silencio, de forma no visible”.
Un niño/a pequeño tiene una conciencia muy distinta a la de un adulto. No tiene la facultad ni la necesidad del pensamiento lógico, ni su sentimiento y su voluntad se dirigen a través de ideas intencionales. Sus percepciones sensoriales no le conducen a conceptos o ideas como a un adulto, porque los niños/as piensan en imágenes.
Y los cuentos ofrecen imágenes
Nos cuenta Àuria que los cuentos aportan imágenes anímicas portadoras de realidades internas y con un idioma imaginativo guían al niño/a hacia el amor a la verdad, a lo bello y a lo bueno.
El niño/a captará a su manera lo que hay detrás y esa moralidad vivirá profundamente como semilla en su interior.
Precisamente, Rudolf Steiner siempre insistía en lo imprescindible de satisfacer la necesidad de imágenes de los niños/as y consideraba que debían de estar muy presentes en la enseñanza de los primeros cursos.
En una de sus conferencias pedagógicas llegó a decir: <<¿Qué diría usted si alguien al que se le ha puesto un pescado en el plato separa cuidadosamente la carne de las espinas, aparta la carne y como las espinas? Seguro que usted tendría un miedo terrible de que pudiera ahogarse. Por añadidura, su organismo no podrá asimilar las espinas como es debido.
Sin embargo, eso es lo que ocurre, justamente eso, sólo que a otro nivel, al nivel de la instrucción anímica, si hace que un niño aprenda conceptos fríos, abstractos, secos en lugar de las imágenes llenas de vida, en lugar de aquello que atañe a todo el ser humano.>> ( “Gegenwärtiges Gestesleben und Erziehung”, Ilkley, conferencia del 13-8-1923)
Por eso los cuentos son tan valiosos, porque ofrecen imágenes de fantasía que nutren esa necesidad elemental de la infancia.
Pero lo importante de la imagen mental que provoca el cuento en el niño/a, es que esta imagen interna crece con él, y la puede utilizar en las más diversas situaciones, de la actualidad e incluso años más tarde.
Además la capacidad de hacer imágenes mentales es muy importante para adquirir más tarde la lectoescritura y otros aprendizajes superiores.
Pero para que el cuento pueda hacer su función, es importante descubrir el valor del cuento bien narrado.
¿Cómo contar un cuento? Algunas consideraciones
(1) Menos es más
Es importante no contar varios cuentos uno detrás de otro pues satura la capacidad del niño/a para vivenciarlos.(2) Lo que siente el adulto/a con el cuento sí que importa
Es muy importante la vivencia del adulto/a. Antes de elegir un cuento para nuestros niños/as deberíamos hacer un trabajo de indagación o reflexión y ver qué provoca el cuento en nosotros, qué imagen interna nos despierta.Por eso es mejor no explicar un cuento que nos resulte desagradable o que no nos guste porque el niño/a pequeño capta enseguida si estamos de acuerdo con lo que contamos o si lo hemos interiorizado o no.
(3) Respetar los finales
No hay que cambiar el final de los cuentos. Un cuento acaba como acaba. No hay que añadir ni modificar nada, tiene unas características propias que le dan un sentido.Si explicas el final, o la moraleja, estás cerrando el cuento y entonces pierde gran parte de lo que quiere transmitir.
Crearle a un niño/a pequeño conceptos morales diciendo “ves como fulanito era muy vago le ocurre esto”, lo que hace es cerrar el mensaje, lo limita.
El niño/a captará a su manera lo que hay detrás y ese mensaje vivirá profundamente como semilla en su interior.
Porque como dice Àuria la imagen puede hablar mucho más, te puede hablar adentro, afuera, te puede hablar en una situación futura de tu vida. Transmite cualidades.
(4) Repetir el mismo cuento
En la etapa de educación infantil es muy positivo contar el mismo cuento varias semanas seguidas, pues a través de la repetición es como el niño/a llega a una verdadera vivencia interna de las imágenes el cuento en todos sus aspectos.(5) Los cuentos se narran
Siempre, siempre es mejor narrar los cuentos que leerlos. Por eso los cuentos representados con teatrillo de mesa (como te explicaba en este post) son tan interesantes, porque es un soporte plástico que enmarca de una manera maravillosa la atmósfera de los cuentos. Además así es más fácil narrarlos también, y permite al niño/a conectar con su capacidad imaginativa con cada uno de los personajes.Y ten en cuenta que ninguna película, ningún CD o vídeo que reproduzca un cuento puede sustituir la presencia de la persona que cuenta o lee, ni su voz, sus gestos, su atención amorosa, su alegría, su sabiduría, su observación atenta a las necesidades de los oyentes…
Los niños/as viven la voz humana y el lenguaje, educan el oído, y la escucha, observan gestos y expresiones todo el proceso es mucho más rico y beneficioso.
(6) No simplificar el lenguaje
No cambiemos el vocabulario y cuidemos que el lenguaje del cuento sea enriquecedor.Como dice Heidi Bieler “el niño quiere erguirse y crecer interior y exteriormente. Vive en la conciencia del entorno, y por eso entiende el sentido de las palabras sin explicación”.
(7) Cuidar el momento del cuento
Pequeños rituales y costumbres como buscar un lugar especial para contar el cuento, encender una vela, cantar una canción o recitar un verso, hacerlo siempre en un momento concreto (por ejemplo antes de dormir), ayuda a entrar en un ambiente mágico que genera vínculo y repercute positivamente en cómo los niños se relacionan con sus propias vivencias.Para redactar este artículo me he apoyado en las explicaciones de Àuria G. Galcerán y en los libros “Cuentos para chiquitines” de la Ed. Rudolf Steiner, y “Cuentos Sanadores” de ING Edicions.
Quiero contarte antes de acabar que hace muy poco he abierto los Foros De mi Casa al Mundo, entre ellos un foro específico de juego y literatura infantil. Mi intención con el foro es que sea un espacio de consulta y de compartir información relacionada que pueda ser de utilidad para toda la comunidad. Muchísimas veces me llegan las mismas consultas repetidas por mail y esta es una manera de economizar tiempo, recursos y compartir. ¡Espero verte por allí!
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Los cuentos nos pueden enseñar mucho sobre los problemas internos del ser humano. Los cuentos enfrentean al niño con los conflictos básicos de la persona: la envidia, el poder, el éxito, la astucia Los cuentos acostumbran a plantear de forma breve un problema existencial. –
B. Bettelheim Tweet