Cuando se estrenó Enredados (Tangled, en la versión original), mi hija Àfrica Uri estaba a punto de cumplir los cuatro años. La película de los estudios Disney nos cuenta las aventuras que corren la princesa Rapunzel y su pelo infinitamente largo, rubio y mágico, cuando se escapa de la torre en la que su madre adoptiva la tiene secuestrada. En la película, el pelo de Rapunzel sirve para mucho más que para ayudar a que su madre suba hasta la torre agarrándose a su trenza interminable, y se convierte, junto con una sartén, en un elemento empoderador para la princesa. He de reconocer que me resultó entretenida y graciosa.
Lo que ya no me hizo tanta gracia fue la reacción de mi hija después de ver la película. Varios días después de ver la película, y no sé muy bien si surgió de la nada, o mientras la peinaba, Àfrica Uri sentenció:
“Quiero tener el pelo como Rapunzel”
Houston, tenemos un problema. Es la frase que resonó en mi mente. Mi hija mestiza, con su pelo 4B, quería tener el pelo liso, rubio y quilométrico. La cosa estaba complicada. En ese momento me quedé paralizada y me costó un momento reaccionar. Te voy a compartir un truco. Lo que hago con mis hijas cuando tengo que darles una respuesta y necesito tiempo para elaborarla es un proceso de dos pasos:
Repito su frase en forma de pregunta (“¿Quieres tener el pelo como Rapunzel?”)
Pregunto por la motivación (“¿Qué tiene su pelo que te gusta tanto?”)
Mientras pasamos por este proceso y mis hijas, a su vez, tienen que pensar las respuestas, gano un poco de tiempo y puedo empezar a elaborar un discurso que, necesariamente, tiene que pasar por poner en valor sus propios rasgos: su pelo rizado, su piel oscura Este es un proceso que tal vez pueda parecer banal, pero es sumamente necesario.
Durante la crianza de tu hija o hijo afrodescendiente su aspecto físico va a ser relevante y eso puede ser, entre otros, por estos motivos:
Que, desafortunadamente, en algún momento alguna persona decidirá hacerle sentir mal por apariencia
Que, por influencias del entorno crea que debe cambiar su aspecto para conseguir una mayor aceptación.
Sea por el motivo que sea, al final, vas a tener que acompañar a tu hija o tu hijo mientras transita esos momentos y tú vas a necesitar recursos que os ayuden a ensalzar su identidad y cómo poder hacerlo desde los cuidados corporales.
En mi nuevo taller “Maternidades racializadas” aprenderemos cómo incluir también los autocuidados corporales como parte de la crianza antirracista como forma de ofrecer recursos a nuestres peques cuando expresen desagrado por sus rasgos. Pero ese no será el único tema. También hablaremos de cómo armar (sí, para la lucha que es enfrentar el racismo) a nuestras hijas e hijos para poder desenvolverse ante situaciones que impliquen discriminación. Y, evidentemente, para dotar a nuestras criaturas de esas herramientas, las tenemos que aprender primero nosotras, las personas adultas de quienes están a cargo.
Si consideras que todos estos temas son importantes y te van a servir para criar y educar de una forma más consciente a tus peques afrodescendientes, apúntate a mi taller “Maternidades racializadas”.
Durante este curso de cuatro semanas que empieza el próximo 7 de octubre, abordaremos temas como el de la historia que te he contado; pero también hablaremos la importancia de tener referentes, lo necesario de reforzar su autoestima o sobre cómo actuar cuando sientan que se les ha agredido.
Para ampliar la información sobre el contenido del curso, pincha en este enlace. Te recuerdo también que estoy a tu disposición para responder las dudas que tengas y así te puedas inscribir al curso habiéndolas resuelto.