La palabra límites no me gusta. Siempre la he sentido relacionada a castigo, a normas estrictas. Siempre me ha sonado opuesta a libertad. Por ello, cuando leía la revista Edúkame de este mes, me sorprendía la frase:
” Los límites aportan seguridad para aprender con libertad”
Lo primero que aprendo al empezar a leer es que la palabra disciplina, que me gusta tan poco como límites, viene del latín y significa enseñanza o educación. Oh! Yo pensaba que tendría que ver con castigo…¿por qué será?
Aun así, no me gusta lo que asocio a limites o a disciplina, pero me gusta el ejemplo que da la revista de qué pasa si nuestro hijo, con dos años, al jugar pega y nosotros no le decimos que eso no está bien, que no debe pegar. Si no le ponemos ese límite, cuando se relacione con otros niños bien puede pasarle que sus amigos dejen de querer jugar con él porque pega, o que sus amigos le peguen de vuelta. Ambas opciones no son un buen resultado. Y el quizás el pequeño ni entienda porqué. Me ha gustado este ejemplo porque en casa, al enana, pega continuamente cuando se enfada o se frustra.
Observándola durante meses me doy cuenta que pega porque no consigue expresar lo con palabras. Ella abre la boca como si quisiera decir algo pero como no le sale, no encuentra las palabras,…entonces levanta la mano y pega, o pelliza, o le tira a su hermana del pelo. Cada vez le he dicho que no se hace, y cada vez se echa a llorar en cuanto le digo eso. Y cada vez le cuento porqué ella tiene derecho a enfadarse, pero no puede pegar. Poco a poco (muy poco a poco) ha ido verbalizando los enfados y bajando la cantidad de veces que levanta la mano. Quizás le he estado poniendo un límite sin darme cuenta.
¿Pero cuales son los límites adecuados? ¿Como no pasarse? Desde Edukame nos sugieren preguntarnos si con ese límite ayudamos al niño o si lo estamos poniendo por comodidad nuestra o como una forma de expresar nuestra impaciencia o malhumor.
Otro ejemplo que puedo encontrar aplicado a nuestra casa es que las niñas saben bien que no está permitido cruzar la calle sin dar la mano a mi, a su padre (o a otro familiar) da igual que esté verde o no. Aquí muchas veces me he encontrado conductores que no respetan el paso peatonal, aunque vaya acompañado de luz verde para peatones, y con la altura de mis hijas y los tremendos coches que se conducen aquí…esa norma o límite no es flexible. En este ejemplo sí siento que con el límite les entrego seguridad, protección y amor. A la mayor siempre le han dado mucho miedo los ruidos, los camiones, etc, pero cruza segura cuando va de la mano, y generalmente no hay que pedírsela, ella te la toma cuando te acercas al cruce.
Un aspecto de la revista que me ha hecho pensar, es el fruto que se recoge con este establecimiento de limites. Limites que sean necesarios, no ponerle limite a todo (es que no me gusta la palabra, ya lo he dicho…) Espero que les permita, como nos cuenta Edukame, saber autolimitarse en la adolescencia, saber ellas solas qué está mal, o donde está el limite en la experimentación y el pasarlo bien típico de la edad.
Vamos con otro ejemplo. ¿Cuántos niños pelean para sentarse en la silla del coche? ¿Cuántos no quieren ir atados o preferirían ir adelante? Ese límite, en el que no cedo me da igual el rato que cueste subirlas y atarlas, se me ha hecho siempre difícil. A mi de pequeña me gustaba ir suelta, asomándome por la ventana, estirada durmiendo…peeeero eso no significa que a la hora de pensar en mis hijas no sepa exactamente cómo deben viajar para estar lo más seguras.
Aquí en Chile la norma dice que solo hasta los 4 años deben ir los niños en silla especial, por encima de esa edad pueden ir sencillamente con el cinturón. A mi la norma me parece insuficiente, pero independiente de la ley, mis hijas van a seguir circulando con sus respectivas sillas hasta que el cinturón les quede a la altura adecuada. Para mi con ellas esto siempre había sido una pelea. Las compañeras de colegio de mi hija mayor en su mayoría, como mucho, usan alzador, aunque el cinturón les quede alto. Y cuando van en el coche de otra mamá, nada. Los buses que trasladan a los niños del colegio a casa, por mucho que lleven cinturones, no les obligan a ponérselos porque los veo todos los días asomando por la ventana. Al principio se quejaba y quería ir como sus amigas. Yo siempre le he explicado porqué ella iba con silla y por qué iba a seguir así unos años más. Ahora sabe porqué debe ir así, lo entiende y ya ni pregunta. De hecho, la he escuchado explicar orgullosa ante sus amigas que ella va protegida en su silla del coche.
Rescato de este número de la revista es que los límites deben fijarse siempre desde el amor, y siendo límites que ayudan al niño a desarrollar su autonomía y a crecer seguro, no siendo estrictos y prohibiéndolo todo. Y me doy cuenta desde los ejemplos que esos límites, sin gustarme la palabra y sin pensarlo, son los que hemos aplicado por intuición en casa: niñas atadas en sus sillas cuando vamos en coche; para cruzar hay que dar la mano; todos los días no pueden comerse caramelos ni patatas fritas; hay que lavarse los dientes, no puede jugarse con cuchillos y cosas así.
Nosotros aceptamos que las niñas nos discutan estos límites, que muchas veces se enfaden porque no quieren aceptarlos. Los mantenemos porque sabemos que se algo bueno para ellas, y les explicamos porqué lo mantenemos. Poco a poco lo entienden y muchas veces les parece bien cumplir con ellos una vez saben a qué se deben. Pero con algunos límites tampoco me da miedo saltarmelos algunos días. La seguridad en el automóvil y al cruzar la calle no, pero sí hay días que se duermen sin haberse lavado los dientes, o que comen dosis triple de patatas fritas. No se puede ser perfecto tampoco ¿no?
Para cerrar, me quedo con esta frase (para la edad de las terremoto)
“Los limites en esta etapa deben estar enfocados a su orientación y protección sin coartar su potente iniciativa y curiosidad”
Si quieres leer el número completo de la revista para saber más sobre como poner límites desde el respeto, evitando abusar del no, y como manejar la frustración de los pequeños evitando también los castigos, suscribete aquí.
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