Aprende a poner límites con respeto




Poner límites es una de las tareas que tenemos como padres, aunque a veces puede resultar desagradable. A través de los límites los niños van a comprender y conocer el mundo que les rodea. En este post te explico cómo poner límites de una manera respetuosa y efectiva.  

Todos, absolutamente todos, estamos rodeados de límites que cumplimos en mayor parte sin darnos cuenta. Desde que nos levantamos, salimos a la calle, vamos a trabajar, entramos en una cafetería… estamos sujetos a unos límites o normas que permiten que podamos convivir en sociedad.  

Algunos límites están escritos, como por ejemplo las señales de velocidad de la carretera o los carteles de prohibido fumar en espacios públicos. Pero otros los tenemos tan interiorizados que los cumplimos aunque no nos los recuerden constantemente, como esperar nuestro turno en una tienda o no saltar dentro del ascensor.  

Los niños vienen al mundo sin conocer cuáles son estos límites y nuestra misión como padres y educadores es mostrárselos y asegurarnos de que los comprenden y los cumplen.  

¿Quieres aprender a poner límites sin que suponga un enfrentamiento con tus hijos y a la vez facilitarles que los entiendan y los respeten? ¡Pues sigue leyendo!  

   

 

Qué son los límites



Muchos padres asocian la palabra límite como algo negativo y autoritario, que coarta o restringe. Para poder poner límites a nuestros hijos de manera respetuosa debemos entender que no se trata de establecer una lucha de poder ni de someter a los niños a una obediencia ciega.  

Por el contrario, si entendemos que lo límites son algo bueno y positivo para el niño nos resultará mucho más sencilla nuestra tarea.  

Desde el punto de vista de la disciplina positiva, los límites construyen un recinto seguro dentro del cual el niño puede experimentar y desarrollarse como individuo sin dañarse y sin causar daños a otros.  

Es decir, los límites lejos de restringirlo, le permiten moverse en libertad y seguridad dentro de ellos, potenciando su autonomía y sus capacidades. Los límites les protegen a la vez que les enseñan las reglas que necesitan para vivir en sociedad.  

   


Imagen de PublicDomainPictures en Pixabay  

  Los límites construyen un recinto seguro dentro del cual el niño puede experimentar y desarrollarse como individuo sin dañarse y sin causar daños a otros
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Por qué es necesario poner límites



No querer poner límites a los niños por miedo a enfrentarnos a ellos supone un tremendo error. A través de los límites, enseñamos a nuestros hijos a conocer el mundo en el que viven , a desarrollar el control de sus emociones y a convivir respetuosamente con los demás.  

Podría decirse que poner límites se convierte en una obligación que como educadores debemos cumplir, por su propio bien y por el bien común.  

Cuando ponemos límites a los niños se ven beneficiados de muchas maneras:

Aprenden a gestionar su frustración y enfado: Crear en los niños la falsa creencia de que pueden disponer de todo lo que deseen es un grave error. A lo largo de su vida se van a encontrar con muchas situaciones en las que no conseguirán su objetivo, y deben aprender a lidiar con la frustración que ello les provoque. Además, también es importante que comprendan que no son merecedores de todo por el simple hecho de existir para evitar que se conviertan en niños tiránicos.

Desarrollan su capacidad de autocontrolarse: Saber que existen unos límites que deben respetarse les enseña a controlar su comportamiento, poder medir sus acciones y valorar las consecuencias de las decisiones que toman.

Buscan alternativas: Al enfrentarse a un límite, les estamos obligando a buscar una alternativa que , dentro del límite, les permita cumplir su objetivo. Por ejemplo, si no está permitido moverse del asiento durante un viaje en coche tendrán que idear una opción que les divierta sin romper la regla, como jugar al veo-veo o cantar canciones. De este modo se estimula su inteligencia y la búsqueda de soluciones.

Les aporta sensación de seguridad: Las normas, y en especial las rutinas, les hacen sentir que está todo bajo control, que somos capaces de cuidarlos. No hay nada más desalentador e inquietante para un niño que sus figuras de apego o cuidadores sean inseguros y poco consistentes. Si perciben que estamos al mando de la situación estarán mucho más relajados, porque podrán confiar en nosotros. Si actuamos dubitativos o poco fiables, les genera una inseguridad que les lleva a comportamientos no deseables.

Aprenden a respetar: Mediante los límites van a comprender que deben respetar a los demás, al entorno y a sí mismos, lo cual le resultará imprescindible para poder desarrollarse emocional y socialmente.

Mejoran la convivencia en casa: Como miembros de la familia, los niños tienen que aprender que hay ciertos límites que deben cumplir igual que el resto. Esto les va a provocar una sensación de pertenencia al grupo y además va a facilitar un buen ambiente familiar.

   

   

poner límites es necesario

Imagen de Виктория Бородинова en Pixabay  

 

Tipos de límites



Según el psicólogo infantil Alberto Soler nos podemos encontrar con una amplia variedad de límites en función de su origen, como por ejemplo:  

   

Límites naturales, como la incapacidad de volar o la necesidad de comer y dormir. Ante estos límites poco se puede hacer o negociar, no dependen de nosotros y son inalterables.

Normas sociales implícitas, aceptadas por la sociedad en general, como no correr por los pasillos del supermercado o no ponerse de pie en el asiento del autobús. Los niños desconocen todas estas normas y dependen de que nosotros se las mostremos.

Límites familiares, individuales de cada núcleo familiar y que serán distintas en función de las prioridades de cada uno. Así, habrá familias para las que, por ejemplo, sea muy importante no comer en el sofá mientras que para otras no tenga ninguna importancia. Cada familia establecerá cuáles son las normas que faciliten la convivencia en el hogar.

Sin embargo, desde un punto de vista práctico, podemos clasificar los límites en dos grupos: negociables e innegociables.  

Los límites innegociables son aquellos relacionados con la seguridad (por ejemplo, abrocharse el cinturón en el coche), con la salud ( como lavarse los dientes después de comer) y con el respeto a los demás (no se puede agredir a nadie). En estos límites debemos mantenernos firmes y consistentes, son normas que no pueden incumplirse y en las que no debemos ceder.  

Para el resto de límites se puede admitir cierta flexibilidad y negociación, con la finalidad de que el niño no se sienta inmerso en un ambiente demasiado estricto y opresor. Así, si por ejemplo tenemos la norma de que se cenan verduras cada noche, de manera excepcional en un cumpleaños o el fin de semana se puede pedir pizza.  

De esta manera les enseñamos que aunque los límites deben respetarse, algunos pueden ser más flexibles de manera puntual y además conseguimos que sean más sencillos de cumplir.  

   

a través de los límites les mostramos el mundo

Imagen de Mojca JJ en Pixabay  

  Poner límites a nuestros hijos no se trata de establecer una lucha de poder ni de someter a los niños a una obediencia ciega.
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Trucos prácticos para poner límites



A continuación te propongo una serie de estrategias para que te resulte más sencillo poner límites a tus hijos de manera respetuosa. Además serán más fáciles de cumplir para los pequeños:  

   

 

Los límites deben ser claros y concisos



En niños muy pequeños, si les saturamos de información pueden no llegar a entender lo que les queremos decir. Así que en lugar de decirles no puedes jugar con el cenicero de cristal porque es frágil y se puede romper y te puedes hacer daño, bastaría con simplificar a un no toques el cenicero. Una vez que el niño vaya creciendo y madurando podemos ir incluyendo la explicación del motivo de los límites, de acuerdo a su capacidad para comprender.  

   

 

Actuar cuanto antes



Si detectamos un comportamiento que queremos evitar, es importante poner los límites antes de que se conviertan en un hábito.  

De manera que si tenemos el límite de no saltar en el sofá, debemos dejarlo claro en el primer momento en que lo hagan, o incluso si se puede con antelación. Si lo intentamos después de que lo hayan estado haciendo durante meses, los resultados serán peores.  

   

 

Mostrar respeto



A la hora de establecer límites debemos recordar que lo hacemos por su bien, no para castigarles ni humillarles. De modo que hablarles de manera calmada y firme es mucho más efectivo que mediante gritos o amenazas. Es posible (y mucho más sencillo) conseguir que los niños respeten una norma si se les expone de un modo respetuoso que si se les trata de imponer a la fuerza o en un tono autoritario.  

   

 

Involucrarlos



¿Qué prefieres, cumplir una norma que te han impuesto o una que has acordado por consenso? Podemos hacerles participar en la elaboración de algunos límites, así se sentirán partícipes y los cumplirán con agrado.  

Te pongo un ejmplo. Si la norma es bañarse antes de ir a dormir puedes dejarles decidir quién se baña primero o si se bañan antes o después de cenar. Así se sentirán parte de la creación del límite y será más sencillo que lo cumplan.  

Los límites me permiten respetarme a mí mismo, me permiten mantenerme seguro, pero también me permiten comprender a los demás, y, de la misma manera, intervenir en mis comunidades con contribuciones que me hagan sentir útil y participante del bien común.

Marisa Moya, educadora y entrenadora de Disciplina Positiva  

   

 

Mostrarnos firmes



Si hemos establecido un límite, este debe ser respetado en primer lugar por nosotros. Si, por ejemplo, hemos decidido que no se puede usar la tablet mientras se come, no podemos saltarnos el límite solo porque estemos cansados o para evitar una rabieta. En ocasiones es difícil, pero no podemos exigirles que cumplan los límites unas veces sí y otras no. Mantenernos firmes es la mejor muestra de respeto hacia nosotros mismos y refuerza nuestra autoridad.  

   

 

Dejar que experimenten las consecuencias



Aunque nuestra tarea como padres es protegerlos de los peligros del mundo, no debemos caer en la sobreprotección. De tal manera que en ocasiones hay que dejar que vivan las consecuencias de sus acciones. Pero ¡ ojo! no me estoy refiriendo a castigos. Se trata de que aprendan de sus propios errores.  

Veamos un ejemplo. Si el límite es que tienen que comerse la comida que se les ha servido y no se la quieren comer, la consecuencia es que pasarán más hambre hasta la hora de la cena. En este caso, si ante la negativa inicial le ofrecemos una comida alternativa no hay ningún aprendizaje positivo. Si por el contrario aceptamos su decisión de no comer lo que les hemos ofrecido, tendrán hambre a lo largo de la tarde y aprenderán para un futuro que es mejor para ellos comer al mediodía.  

Obviamente, hay situaciones en las que no podemos dejarles experimentar las consecuencias . Por ejemplo no podemos dejar que crucen la carretera o vayan en el coche sin los sistemas de seguridad.  

   

 

Tener paciencia



No olvidemos de que son niños y que están aprendiendo diariamente una cantidad inmensa de conocimientos y experiencias. Es normal que en ocasiones fallen y no por eso se convierten en niños malos ni nosotros en malos padres. Simplemente son errores, de los que se debe aprender y rectificar.  

Igualmente, es totalmente normal que tengamos que repetir las normas una y otra vez hasta que finalmente las comprendan. Al fin y al cabo se trata de un proceso de aprendizaje. Del mismo modo que les lleva un tiempo aprender a leer o a sumar, también requiere un periodo de práctica conocer los límites que les planteamos.  

   

 

Dar ejemplo



Parece obvio, pero no podemos pedir a nuestros hijos que no estén enganchados a la televisión si lo primero que hacemos al llegar a casa es encenderla. Nuestro ejemplo es la mejor enseñanza. Así que tendríamos que ser consecuentes con los límites que les ponemos y cumplirlos nosotros igualmente.  

   

 

Anticiparnos



En muchas ocasiones nos encontramos con que los niños no tienen muy claro lo que se espera de ellos y es necesario explicárselo. Dedicar unos minutos a contarles lo que va a suceder a continuación y cómo deben comportarse nos puede facilitar enórmemente la tarea.  

Recordar que los niños nacen sin conocer las normas que a nosotros nos parecen obvias nos puede ayudar. Así, en lugar de esperar a que el niño incumpla una norma que desconoce y regañarle por ello, tiene más sentido que nos anticipemos y le expliquemos como debe comportarse.  

Por ejemplo, si vamos a entrar en una biblioteca, podemos explicarle mientras vamos de camino que tendremos que hablar susurrando y que tendremos que andar de puntillas. De este modo, lo tomará como un juego mientras aprende la norma.  

De lo contrario, puede que el niño no conozca cómo debe comportarse y se encuentre con que su madre o padre le regaña sin saber muy bien por qué.  

   


Foto de bruce mars en Pexels  

 

Qué hacer cuando el límite se incumple



Aquí aparece planeando la figura del castigo y otros métodos poco respetuosos como respuesta al incumplimiento de la norma. Para que lo veas más claramente, te voy a poner un ejemplo.  

María, tiene cita con su dermatólogo a las 10 de la mañana. Sin embargo, por no haberse despertado a tiempo, llega a las 11 a su centro de salud. ¿Cuál crees que es la opción más lógica?:  

   

Opción A: el médico manda a María al rincón de pensar poara que reflexione sobre lo que ha hecho. Eso sí, durante un minuto por cada año de edad. En total 34 minutos.

Opción B : el médico le dice a María que se siente muy triste porque ha incumplido la norma y le deja de hablar durante lo que resta de día. Cada vez que María intenta hablare, el médico le recuerda lo enfadado y triste que está.

Opción C: María experimenta las consecuencias de su fallo, se queda sin ser atendida por el médico y tiene que pedir una cita nueva. Como no quiere volver a perder la cita, el siguiente día se pone dos alarmas en el despertador.

Parece obvio, ¿no crees? Pues con los niños sucede igual. En lugar de mandarles al rincón de pensar o enfadarnos con ellos, podemos dejarles ver cuáles son las consecuencias de sus actos, buscar soluciones y aprender del error. Así, la siguiente vez podrán cumplir los límites porque conocen las consecuencias , no porque nos tengan miedo.  

En definitiva, que cada equivocación no sea un fracaso, sino una oportunidad para mejorar.  

   

Como has podido observar a lo largo de este post es fundamental que los niños tengan límites en su vida y es nuestra responsabilidad ponerlos.  

Con las herramientas que te he mostrado, puedes conseguir que sea una tarea respetuosa y agradable, sin entrar en guerras ni conflictos.  

Se trata de una misión que va a requerir un esfuerzo por nuestra parte y para la que vamos a necesitar altas dosis de comunicación, adaptabilidad y empatía.  

Finalmente, la capacidad que tengamos para poner límites a nuestros hijos van a marcar su desarrollo y resulta una pieza fundamental para que se conviertan en adultos felices.  

Y tu ¿cómo te sientes al poner límites a tus hijos? ¿te consideras demasiado estricta o piensas que eres muy permisiva? Si quieres, puedes compartir tu experiencia en los comentarios.  

¡Muchísimas gracias por leerme!  

Publicado inicialmente el24 enero, 2020 @ 12:00 am  

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