Sí, hace 32 grados, y a mi me encanta el verano, y estoy tan inmersa en las actividades escolares de fin de curso que no me permite pensar mucho; pero apenas hay luces en la calle porque anochece después de las 9 y pobre papá noel se asa de calor y tiene que estar dentro de los masificados centros comerciales bajo el aire acondicionado…y yo entre una cosa y la otra no encuentro el espíritu navideño.
Porque si tengo nostalgia de ti todo el año, en Diciembre ya no sé donde esconderla. Porque por poco que me guste el invierno, necesito el frío, necesito que oscurezca temprano y las calles se llenen de luz para ponerme el traje de duende navideño. Para ponerme en ambiente y prepararme para las fiestas. Yo necesito ferias navideñas, de las de pesebres y adornos. Yo necesito calles como las que mencionaba Remorada en una de sus #escenitasnavideñas:
Pero es que cada cosa tiene su tiempo ¿no? ¿A quién se le ocurre mezclar la locura de fin de año (los que tienen hijos en el colegio entienden de qué hablo) con la maratón de cumpleaños escolares típicos del buen tiempo, con la Navidad y sus cenitas varias!! ¿Cómo voy a tener yo el espíritu navideño si no paramos quietos? Si me paso de el día de un lado para otro, ¿cómo voy a recordar en qué época estamos? ¿No seria mejora repartir las cosas a lo largo del año como toda la vida? Que sino el resto del año nos aburrimos jeje. En el hemisferio Norte está la Navidad por un lado, con sus cenas, compras, reuniones familiares maratónicas, y por el otro la locura del fin de curso seguida del veranito con su reto de entretener a los pequeños de la casa…pero es que aquí todo es A LA VEZ…que estrés!
Que sí, que tengo dos niñas pequeñas y ellas no han conocido las navidades en invierno, ni entienden porque los dibujos de la tele se empeñan en ponerle nieve y frío a la Navidad, y con ellas hago manualidades navideñas, adornamos la casa, y todo lo que sea necesario para que ellas sientan ese ambiente y se emocionen como todo niño debe emocionarse con la magia en navidad (en Navidad y todos los días). Y aunque tampoco tienen tiempo de darse cuenta de que es Navidad porque van de actividad en actividad, intento que se pongan en ambiente. Ellas tienen su calendario de adviento, y con ellas fuimos a entregarle la carta al viejito pascuero en su burbuja de invierno, en casa apareció el Tió e incluso #terremotomayor hizo uno. Seguimos algunas tradiciones y creamos otras. Y a ellas no se les olvida la cuenta atrás hacia el ansiado 24 de Diciembre.
Pero si estoy sola lo que encuentro es la nostalgia…esos recuerdos de luces, de caminar con frío por Santa Llúcia comprando la figura nueva de cada año para el pesebre, y el musgo; esa magia navideña que no hace falta buscar porque está en cada escaparate, en cada iluminación, en cada familia que pasea. Esa magia de entregar la carta a los reyes, y no solo eso, de verlos llegar la noche del 5 de enero con los regalos que a casa llegarán más tarde.
Aqui se celebra nochebuena, y Navidad suele ser un asado cerca de una piscina o a la sombra para capear el calor. Y se acabó. Se fue la Navidad. A pesar de los excesos, prefiero esas laaaargas sobremesas, esa Nochebuena seguida de una Navidad en la que te sientas a las 14 a comer y te levantas a las 22 ya cenado, ese Sant Esteba donde a no te cabe ni una miga de pan pero no perdonas los canelons…y apenas te recuperas llega el 31, y el 1, y….pestañeas y llega la comida del 6 de Enero para celebrar la llegada de los reyes magos! Comida en exceso, pero mucha familia y muchas horas apretaditos en casa que fuera hace frío. Aquí, que hace calor, siento que la Navidad es más fría…cosas que tiene una.
Pero hay algo que te regala el vivir lejos, y es que aprendes a apreciar detalles que quizás antes podían pasarte inadvertidos. Hay miembros de la familia (vale, no somos familia ni de sangre ni apellido, pero somos familia igual) que cada año consigue traerme un poco de mi Navidad a este lado del mundo. Que consigue emocionarme cada año y que me den ganas de llenar la casa de luces y disfrazarme de viejo pascuero para sudar al sol si hace falta. Un poco de esas tradiciones, un poco de loo dulces típicos, una ayudita para mantener esas tradiciones, hasta consiguen que el Tió llegue a casa a tiempo. Cada año, con la llegada de Diciembre, llega una caja llena de Navidad: llena de turrones, polvorones, neules, reyes de chocolate, monedas gigantes con las que a las niñas se les cae la baba y lo mejor de todo: el calendario de adviento de chocolate, que las pequeñas terremoto esperan con ansia. Hasta correos cumple con su parte y a más tardar el día 1, aquí está la caja! Cada año le digo la ilusión que nos hace, pero esta vez por aquí quiero darle las gracias, por que sin esa caja nuestra navidad no sería la misma, y eso es gracias a ella!
No es fácil pasar la Navidad lejos de casa, y no es fácil aprender a vivir la Navidad de una forma distinta, con otros colores (y otros calores) Como cada año pienso cómo me gustaría llevar a las pequeñas terremoto a esa cabalgata el 5 de Enero, porque cada año crecen a pasos agigantados y yo quiero llevarlas antes que empiecen a guardar la magia en un cajón, o antes que esa magia no les parezca tan clara como antes. Pero mientras esperamos que nos toque el gordo la próxima semana para cruzar el charco, vamos a seguir aprendiendo a disfrutar y saborear de esta navidad veraniega, de comerse las uvas a las 8 de la tarde, de dar la bienvenidas al año nuevo con los fuegos artificiales de fondo. Porque si he sido capaz de aprenderlo yo sola, seguro que las pequeñas terremoto se encargan de enseñarme…
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