Este post nace a raíz de todo el debate que se creó en Instagram y como segundo capítulo de éste que escribí hace tres años. Como siempre que saco temas polémicos me gusta empezar aclarando que para nada los escribo juzgando ni transmitiendo el mensaje de que nuestra opción es la verdadera y la correcta. Es una más, igual de respetable que el resto. Con esto quiero decir que estoy encantada de recibir otros argumentos siempre que se hagan desde el respeto y desde la voluntad de aportar y no de destruir.
Dicho esto, ¿qué es la magia?
Creo que es un buen punto de partida. ¿Cómo definimos la magia? ¿Realmente de qué se trata? Magia de trucos de magos, magia de polvos de hadas, magia de hacer aparecer y desaparecer cosas… A qué nos referimos con quitarle la magia y la ilusión a nuestros hijos viviendo una Navidad sin mentiras. Sin duda, creo que es el punto de partida para todos aquellos que este tema les remueva o chirríe por dentro y tengan ganas de rascar un poco dentro de ellos.
Para mi, la magia es aquello que te hace vibrar, aquello que nos hace sentir vivos. Aquello que como describía la película de Inside Out te hacía crear aquellos recuerdos en forma de bola brillante. Para mi la Magia es crear vida dentro de mi, es aquellos momentos que sientes que te pondrás a llorar de lo feliz que eres. Para mi la magia son aquellos momentos que abrazas fuerte, que cierras los ojos y quieres que dure para siempre, que ese sentimiento que notas por todo tu cuerpo seas capaz de recordarlo en momentos tristes. Para mi la magia tiene que estar presente en nuestro día a día, siempre. No solo en una época del año. Sorprender a los que más queremos con nuestros gestos y nuestros actos, hacer que cada día tengo un poquito de aquella bola de recuerdos brillantes.
Realmente, ¿sólo se puede vivir una Navidad mágica haciendo creer que 3 personajes entregan regalos a todos los niños del mundo en una sola noche?
Sin duda, para mi no. Y eso no quiere decir que no lo celebremos, que no miremos cuentos que expliquen esta tradición, que no hayan regalos el día 6, que no vayamos a mirar la cabalgata de reyes o que no tengamos un tió en nuestro comedor.
Lo que sí hacemos es esforzarnos (¡y mucho!) en que no toda la Navidad se resuma es eso. Intentamos darle importancia a todo lo demás, lo que para nosotros es realmente la magia.
Vivir la historia de la Navidad (o como nos la han contado) como una tradición más: como la de la castanyera, la de Sant Jordi o la de Sant Martí. Como un juego. En el que yo no tengo que estar diciéndole a mis hijas a cada momentos que estamos jugando o que eso es verdad o mentira. Simplemente o lo saben o llega un momento en que su consciencia es capaz de entenderlo, asimilarlo por si solos. No hacen falta explicaciones porque todo se vive de manera natural. En esta parte es muy importante el lenguaje de los adultos (¿qué les vas a pedir A LOS reyes? ó ¿Qué te gustaría que te TRAJERAN LOS reyes? ó ¿qué vas a pedir PARA reyes?; )
Los adultos lo ponemos muy difícil. A veces, parece que no confiemos en su capacidad para crear millones de opciones mágicas y fantasiosas en su cabeza. Como si necesitaran que lo adornásemos con mil y una cosa, cada una más difícil de explicar para que la navidad fuera súper mágica. Ahora, además de reyes (y de tió en nuestro caso) también tenemos Santa Claus, un elfo que aparece cada día en un sitio distinto y que espía que te portes bien porque si no, no vas a tener regalos, reyes que te envían un video diciendo que has sido bueno, una ruta por google maps del trineo de santa Claus…
¿Realmente hace falta tanto?
Al final, cada familia escoge la manera cómo quiere celebrar esos días. Lo que le hace sentirse bien y sentir esa vibración o magia de la que os hablaba. Es cuestión de escucharnos y decidir cómo queremos celebrarlo.
A nosotros nos funciona crear nuestras propias tradiciones y rituales y sobre todo hacerlas partícipes a ellas. Crear nosotros las normas del juego. Cuando en el calendario de adviento nos propone coger el tió, Valentina ya sabe dónde ir a buscarlo (está en el balcón), y eso no quita que le haga una ilusión tremenda por fin poder cogerlo y ponerlo en el salón. Entonces llega el momento de escoger dónde lo ponemos, qué plato escogemos, qué comida, cómo nos organizaremos… ¡y está esperando que llegue ese momento! ¿Por qué? Porque para ella ya se ha convertido en un ritual, en una tradición que recoge momentos bonitos en familia, que la hace sentir bien, amada, arropada…
¿Y de los regalos? Hablamos más bien poco, intentamos focalizarnos en otros objetivos: cuándo empezaremos el calendario de adviento, cuándo iremos a ver aquel musical de navidad, cuándo montaremos el árbol o haremos galletas, etc.
Cuanto menos hablemos del tema, menos explicaciones tendremos que dar. Si algo estoy aprendiendo estos dos años de escuela de Valentina es a callar más. Y os puedo asegurar que funciona. Cuando ellos quieren una respuesta clara, nos la hacen y es ahí cuando están esperando una respuesta sincera. Pero muchas veces, somos nosotros los que antes de que pregunten o digan nada hacemos mil explicaciones que no necesitan. Por que como os decía arriba, su capacidad para montarse mil historias en la cabeza superará, y mucho, cualquier versión que nosotros les hagamos.
No es fácil, no os voy a engañar. A medida que se acercan las fechas es inevitable encontrarte con amigos, familiares, el charcutero o la panadera que te suelten un: uy, ¿ya te has portado bien? no hagas enfadar a la mama que los reyes vigilan y no te van a traer regalos..
Antes esto me ponía muy nerviosa. Incluso me enfadaba. Ahora contesto que en nuestra casa siempre hay regalos el día de reyes, siempre. Y que ella no tiene que preocuparse por hacerme enfadar, portarse bien o ser una buena persona en Navidad. Que de eso nos tenemos que esforzar todo el año.
Y si aparecen agobios, dudas, miedos (que en nuestro caso no ha pasado todavía) calmarla y decirle que todo saldrá bien, que de eso nos ocupamos su padre y yo. A veces, pueden salir incongruencias con otras familias (familias que celebran el papa Noel, o que su tió se va tirando pedos y cagando regalos todo diciembre, o que su calendario tiene chocolatinas en vez de actividades. Y no pasa nada, porque en su casa lo celebran así Cada casa, cada familia, lo celebra como quiere, pone sus normas, juega como le apetece. Y todo está bien.
Y cuando llegue el momento de la pregunta, si es que llega, por que quizás únicamente se entiende y una mirada de complicidad lo explica todo; creo que el papel del adulto es importante. El de saberle transmitir sinceridad y amor. Y que pensar algo que pudiera gustarle, levantarme a mitad de la noche y ponerlo debajo de un árbol era, únicamente, una parte más de la navidad, y que ahora ella también puede hacerlo. Que podemos pensar juntas qué le hará ilusión, y prepararlo y envolverlo y disfrutar más regalando que siendo regalado.
Hacer que la magia, esté siempre, en Navidad y todo el año. Que sea la energía que nos llene, el motor que nos mueva y que se traduzca en toneladas de amor y buenos actos. Ya sea alrededor de una mesa impresionantemente preparada o en los pequeños y sencillos actos de cada día.
¡Estad atentas!