El medidor ya lo lucimos en casa. Buscaba uno animado y colorido, propia de una habitación infantil que poco tiene ya que ver con la habitación de bebé que fue (quita la cuna y el cambiador, y ya es otra). El vinilo está plagado de monos y otros animales que se suben por el cuello de una jirafa y tiene muchas otras pegatinas sueltas (pájaros y bichos) para decorar junto al medidor o a lo largo de la pared. Lo mejor es que se pega y despega fácilmente (por supuesto, es imprescindible que la pared no tenga gotelé) y como el medidor está dividido en tres partes, se coloca de forma muy fácil, si te equivocas puedes volver a despegarlo sin problemas y nunca quedan burbujas, como pasa con otros.
Cuesta poco más de 20 euros y tienen otros con diferentes diseños. Pero el detalle que me terminó de conquistar al verlo son las pegatinas donde puedes poner con un rotulador permanente la fecha y la altura del niño. Al peque le ha encantado ver en la pared cómo era cuando nació (45,5 centímetros), cómo creció hasta los 71,5 al año y hasta los 83 cm en los que se encuentra ahora, con sus dos añitos.
Aún no lo comprende, pero de esta manera le enseño que está creciendo mucho y lo relacionamos con sus fotos de bebés o de su primer cumpleaños. Algo parece que ha entendido, porque cuando le pregunto a ver hasta dónde llega, se estira todo lo posible para poder alcanzar al siguiente mono y señala sus marcas con orgullo.
¿Tenéis un medidor en casa? ¿Cómo es el vuestro?
La entrada Nuestro medidor infantil aparece primero en Y, además, mamá.