No quería hablar de un tema tan difícil como el aborto. Simplemente porque no creo que posicionarse drásticamente hacia un lado u otro sea conveniente. Pero este fin de semana tuve la ocasión de ver una película preciosa que aborda el tema de manera un tanto diferente y me apetece compartirla.
El film en cuestión se titula October baby y relata la historia de una joven de 19 años que descubre que detrás de sus ataques epilépticos y sus continuos estados de ánimo depresivos está un parto prematuro. Sus padres le explican entonces que ellos no son sus padres biológicos y que fue abandonada por su madre verdadera tras un aborto voluntario fallido. La historia de por sí me pareció bastante distinta. Nunca se me había ocurrido que un aborto, a las veinte semanas, pudiera no terminar con "éxito" y la criatura llegara a sobrevivir.
El relato de la búsqueda de la verdad por parte de la joven es ya de por sí interesante y emotivo. Pero en su camino hacia sus propios orígenes donde espera encontrar las respuestas a muchas preguntan se topa con distintas personas que ayudan a completar el mensaje, un mensaje de amor, de perdón, de respeto.
Un policía ayuda a Hannah, la joven, a encontrar a la enfermera que estuvo presente en su nacimiento, un día de octubre. El relato de la mujer es conmovedor, cómo explica que para ella los pequeños abortados no eran tejidos como le hacían creer, sino seres humanos. Vi la cara de un niño, fueron algunas de sus emotivas palabras.
En su viaje conoce también a un sacerdote, un hombre de fe que conduce a Hannah hacia el perdón, que ilumina su camino para que deje atrás el rencor que siente hacia una madre que un día quiso deshacerse de ella y llegue a perdonarla para sanar su propio corazón. Sin juicios de valor, sin acusaciones vanas.
October baby es un canto a la vida que sorprende con un final en el que la actriz que interpreta a la madre biológica confiesa que ella misma sufrió un aborto en su juventud, hecho que hace que su interpretación cobre aún más importancia.
Una de las cosas que dice Gianna Jessen, la actriz que interpreta a la madre biológica de Hannah, en su declaración al final de la película es que la mujer, a lo largo de la historia, ha sido constantemente acusada y criticada cuando ha experimentado un embarazo fuera de las lógicas sociales y religiosas. Si el mundo, si los hombres y mujeres acusadores, en vez de apuntar con el dedo de la condena hubieran acompañado, comprendido y ayudado a esas mujeres, a lo mejor, no habrían tenido que llevar en su corazón el dolor de una vida interrumpida. Porque no creo que ninguna mujer, en su sano juicio, decida abortar y quedarse tan feliz. Y si decide tan complicado camino, no creo que nadie tenga el suficiente poder como para acusarla con ligereza. Tiene que ser un duro trance, lo suficientemente difícil como para encima tener que soportar la condescendencia de una sociedad demasiado acostumbrada a juzgar y poco a ayudar y comprender.
Al margen de creencias religiosas, de ideologías políticas, el tema del aborto debería ser tratado con más respeto, sin eslóganes fáciles y demagogos, sino intentando entender por qué una mujer se ve obligada a vivir un trance que le marcará para toda la vida.
Me ha gustado mucho la historia de October baby porque, a mi entender, da un mensaje de respeto y perdón, intentando entender las decisiones de cada uno, sin juicios gratuitos. Ojalá el mundo aprendiera de verdad a escuchar, aceptar y respetar y se olvidara de una vez de acusar gratuitamente. Puede que entonces muchas mujeres no tuvieran que sufrir el drama del aborto.