Este es el despacho de una de mis clientas, que trabaja muchos días desde casa. La mitad de la mesa le corresponde a ella y la otra mitad a su marido. Al ir ordenando otras zonas de la casa, ella misma se propuso afrontar el orden en el despacho. Pero como su marido no comparte su preocupación por el desorden, sólo ha colocado en su sitio lo que le pertenece a ella. Así que no he podido hacer unas magníficas fotos del “antes” y el “después”. Porque el tablón es de su marido y sigue como en la foto del “antes”.
Aun así, la cosa ha mejorado bastante y ahora se puede mirar sin que entren ganas de salir corriendo en dirección contraria.
Aunque soy admiradora de Marie Kondo, hay algunas cosas con las que no estoy de acuerdo. Por ejemplo ella dice que hay que ordenar por categorías y no por habitaciones. Creo que es una buena opción para gente que vive sola. Pero para familias y más, si tienen niños pequeños, pienso que es mejor ordenar por habitaciones o por zonas.
También es importante respetar el orden o el desorden de los demás. Y por eso me parece bien que mi clienta haya ordenado sólo lo suyo. Si se quiere tocar lo de los demás hay que dialogar y que te den su permiso. Esto sirve también para los adolescentes. Siempre es mejor animar que imponer. Y a los pequeños hay que ayudarles.