Se trata ni más ni menos que de los juegos de mesa. Si nunca te has sentado a jugar a la Oca o al Parchís con tus hijos, ha llegado el momento. Los juegos suelen tener normas sencillas, elegir una ficha para todo el juego, esperar tu turno, contar las casillas de una en una, saltar de oca a oca... Si no se siguen las normas, no se puede jugar. Así que jugando, los niños van aprendiendo que en los juegos, como en la vida, es necesario cumplir unas reglas para hacer posible la convivencia.
Los juegos además, llevan implícitos otros aprendizajes como contar, leer o dibujar, reforzando así habilidades recién adquiridas en el colegio. Los deberes o las clases de refuerzo, se sustituyen por juegos, convirtiendo la adquisición de conocimientos en experiencias dignas de recordar.
Y aún hay más, porque el hecho de sentarse toda la familia entorno a una actividad común, sin más preocupación que el propio juego, refuerza la relación con nuestros hijos, les damos protagonismo y reforzamos su autoestima. Aquí desaparecen los roles familiares y todos estamos al mismo nivel, el de jugador, con lo que tus hijos disfrutarán libremente de esta nueva posición. Estar con tus hijos no es lo mismo que divertirte con ellos, algo infinitamente más enriquecedor para todos.
Y no os preocupéis por la edad, hay juegos aptos para todos. Dominó de dibujos para los más pequeños, La Oca a partir de los tres años y el Parchís a partir de los cuatro, son opciones clásicas. Pero en el mercado hay infinidad de juegos para disfrutar en familia y desarrollar su imaginación. Es un plan perfecto para un domingo ocioso o una tarde de lluvia, no os parece?
A qué jugáis en casa?
Un besazo!
Fotos: Sara González Carrasco