Los juegos de mesa familiares son una opción de ocio que además de divertir aporta muchos beneficios a los niños. En este post veremos cuáles son las razones por las que los juegos de mesa pueden convertirse en un momento familiar muy especial.
Se acerca el otoño y dejamos de jugar en la calle para pasar más tiempo en casa. Dentro de todas las actividades que podemos hacer con nuestros hijos, los juegos de mesa son mis preferidos.
Juegos de estrategia, de cartas, de formar palabras o de rapidez… hay tantos juegos de mesa disponibles que bien puedes organizar un maratón de fin de semana.
Aun así, los juegos de mesa familiares no solo son divertidos, si no que además juegan un papel muy importante en la educación y desarrollo de los más pequeños.
En este post vemos algunas de las razones por las que los juegos de mesa son una pieza imprescindible en los momentos de diversión en familia. ¡Comenzamos!
Beneficios de los juegos de mesa familiares
Sentido de pertenencia
Para los niños, sentir que pertenecen al grupo familiar y que nos apetece hacer cosas con ellos es muy importante. Nos hemos acostumbrado a estar siempre atareados y en modo multifunción hasta el punto de considerarlo normal.
Mientras estamos con nuestros hijos chequeamos las redes sociales, contestamos mensajes o hacemos compras en Amazon. Estamos, pero sin estar. Sin embrago, un juego de mesa nos obliga a concentrarnos al cien por cien en el juego y en las personas con las que jugamos.
Esa dedicación exclusiva alimenta el sentimiento de pertenencia de los niños y les hace sentir muy importantes y queridos. Así que dedicar un tiempo de juegos de mesa familiares puede convertirse en un estupendo y divertido modo de estrechar la relación con nuestros hijos.
Las reglas del juego
Por lo general los juegos de mesa tienen unas reglas que hay que respetar para poder jugar. Esto supone un perfecto entrenamiento para las normas de la vida real.
Aprender a respetar los turnos, conocer la dinámica del juego y , por qué no decirlo, trabajar la picaresca de intentar hacer trampas les va a facilitar enfrentarse a las normas y reglas del juego de la vida en el futuro.
Por ejemplo, si un niño tiene dificultades para esperar o es muy impaciente, un juego en el que tenga que respetar los turnos de juego le puede servir para practicar esa habilidad. De igual modo, el juego puede servir como un punto de partida para irnos acostumbrando a las normas y reglas que tengamos en casa..
Competitividad sana
Lo más divertido de un juego es ganar, pero también hay que aprender a perder. Los juegos de mesa familiares nos dan a los padres una genial oportunidad para enseñar a nuestros hijos cómo competir de manera respetuosa y, sobre todo, cómo manejar la frustración al perder.
Cuando un niño pierde en un juego puede sentirse triste o enfadado y es completamente normal. En estos casos los adultos podemos validar su emoción (recuerda, no hay emociones malas) y explicarle que es normal que se sienta así. Perder no supone ningún fracaso y que tendrá más oportunidades de ganar en otro momento.
A lo largo de la vida, las personas vamos a experimentar esa frustración cuando algo nos salga mal o no consigamos nuestros objetivos. El juego en familia puede asentar las bases para aprender a manejar esa frustración y darle la dimensión adecuada. Un niño que aprende a vivir sus problemas como oportunidades de aprendizaje se convertirá en un adulto con gran capacidad de adaptación y seguro de sí mismo.
Resolución de conflictos y trabajo en equipo
Los juegos de mesa familiares son un magnífico entrenamiento para el cerebro. Algunos pueden basarse en crear una estrategia para vencer al adversario, de modo que el niño debe idear un plan y valorar los pros y contras de sus acciones. Estos juegos, como por ejemplo el Monopoly, equivaldrían a diseñar un proyecto en la vida de los adultos.
Otros, como el Jenga, además de reforzar la comprensión espacial tridimensional también estimulan la toma de decisiones, puesto que en cada turno debe elegir qué pieza retirar sin que se caiga la torre.
También existen juegos en los que se pone a prueba la memoria y sabiduría de la familia, como el Trivial. Este es seguramente mi juego de mesa favorito, puesto que siempre se aprenden nuevos datos y puede jugarse tanto de manera individual como un grupos.
Hay infinidad de juegos de mesa familiares y en cada uno de ellos se ejercita una o varias habilidades para que los peques puedan aprender a la vez que juegan. Un ejemplo de un amplio catálogo de estos juegos es el que ofrece Juegos Hasbro, en el que podemos elegir los juegos que más se adapten a la edad y gustos de toda la familia.
Ocio sin pantallas
Todos sabemos que cuánto menos tiempo pasen los niños frente a una pantalla muchísimo mejor. Pero lo que resulta tan obvio en la teoría puede ser difícil de llevar a la práctica.
Muchas veces nos encontramos con los niños aburridos y sin saber qué hacer y nos quedamos sin ideas para salir del momento. En estos casos, un buen juego de mesa les puede tener entretenidos durante un par de horas sin necesidad de recurrir a la televisión o las tablet.
Los juegos de mesa familiares pueden ser una alternativa a las tardes de lluvia en las que parece que el reloj no avanza y además convertirse en un tiempo en familia de calidad. O ¿se te ocurre mejor plan que un torneo familiar de juegos de mesa?
Cuánto menos tiempo pasen los niños frente a una pantalla muchísimo mejor. Pero lo que resulta tan obvio en la teoría puede ser difícil de llevar a la práctica.
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Muchos recuerdos de mi infancia se sitúan alrededor de un tablero de juego y espero que mi hijo pueda compartir con nosotros esa afición. Y tu ¿te animas a jugar con tus hijos? ¿Cuál es tu juego favorito? Escríbemelo en comentarios