Cuando nació nuestro primer peque, los libros infantiles empezaron a acompañarnos en nuestro día a día. Así que habilitamos un espacio en una de las estanterías del comedor para poder dejarlos accesibles al pequeño. Cuando eran pocos, para él era sencillo sacar alguno para verlo, pero cuando empezaron a ser más y de múltiples tamaños, la cosa comenzó a complicarse. Además, no podía ver bien el libro del que se trataba al solo ver la ilustración lateral de los mismos. Esto hacía que para elegir un libro, muchas veces tuviera que ir sacando un poquito cada uno de ellos para ver cuál era el que quería ver en ese momento.
Con nuestra pequeña empecé a ver que además de tener muchos libros acumulados, la niña no los veía y parecía mostrar menos interés por los libros que su hermano. Pero cuando le dejabas unos cuantos en una mesa o zona de juego, estaba como loca con ellos mirándolos, pasando las hojas, buscamos objetos en cada página, y más cosas.
Así que empecé a mirar opciones para mejorar la visibilidad de los libros y accesibilidad de los mismos para los niños. Entre ideas que vi leyendo en muchos sitios, la que más me gusto es la que comentaban en esta web hecha con especieros de ikea.
http://www.tigriteando.com/almacenar-cuentos-infantiles/
La idea de poner los libros de manera frontal a los niños, para que pudieran ver la portada, me parecía genial, vamos, como si de una librería se tratara. Nuestro problema es que no nos cuadraba mucho con la estructura y distribución de nuestro comedor. Pero al enseñárselo a mi marido le vino a la cabeza una idea genial, ¿por qué no reciclar el zapatero que ya no estamos usando para convertirlo en librería?. Que idea más genial. Así que nuestro papá manitas se puso manos a la obra.
Partimos de un zapatero alto como un armario y poco profundo. Tenía una puerta de espejo que quitamos y en la parte interior unas varillas donde se colocan los zapatos un poco inclinados.
Tanto las varillas, como los agujeros de las mismas nos iban a servir para colocar las maderas que harían de “estantería” para los libros.
Compramos en la tienda de bricolaje unos tableros del mismo color que el zapatero, wengué y unos molduras de color aluminio, para hacer de base de las estanterías para los libros.
Cortó los tableros a la medida necesaria para que cuadraran con el zapatero y también cortó la moldura a medida para cada una de las baldas. Haciendo unos pequeños agujeros, la moldura se atornilla a la base de la balda, lo que permitirá apoyar los libros de manera frontal sin problemas.
A continuación, cortó trozos de las varillas del propio zapatero de la medida que permitía hacer de anclaje de la balda a los agujeros que ya tenía el zapatero para las varillas. De esta manera, cada balda tenía 4 piezas en sus laterales (2 a cada lado), constando de un trozo de varilla atornillada al lateral de la balda. Esto replicado por 6 baldas en total que podíamos ubicar sin problemas en el zapatero, reaprovechando los agujeros del mismo.
En la parte superior preparó unos agujeros aprovechando las escuadras que refuerzan la estructura para atornillar la estantería en la pared. Con ellos conseguiremos evitar que la estantería caiga por accidente sobre los peques si se les ocurre (que se les ocurrirá) trepar sobre ella y usarla como escalera. Es más que probable, al tener baldas tan bajas, que se les pueda pasar algo así por la cabeza, incluso a los menos aventureros, ¿alguien lo duda?. Y más vale prevenir.
Una vez las baldas estuvieron listas, solo había que colocarlas en sus respectivos agujeros de anclaje y empezar a usarla. Y así quedó nuestra librería vacía.
Solo faltaba limpiarla y empezar a colocar libros.
Si veis el detalle de las baldas tanto vacías como con libros, veréis que están inclinadas como cuando pones los zapatos en un zapatero, lo que encaja a la perfección con lo que queríamos conseguir, una librería con los libros bien visibles, fáciles de coger y de seleccionar.
Podréis pensar, sí pero la librería es realmente alta y los libros de arriba niños pequeños no llegan. Cierto es, pero hemos dejado esa parte para libros que realmente, de momento, la más pequeña de año y medio necesita estar acompañada para verlos, ya que sobre todo son libros de hojas finas o con pop up, de manera que tiende a investigar sus funcionalidades y quedarse con algún trozo en la mano (es lo que tiene la curiosidad, jejejeje). Así que pueden pedirlos sin problemas y los leemos juntos o los puede mirar ella estando nosotros cerca para comprobar que no los rompe.
Un trabajo de bricolaje estupendo ¿verdad?. La verdad es que tiene un poco más de trabajo que las alternativas que había visto por internet, pero realmente es lo que nos cuadra a nuestro comedor y nuestra distribución. Así sigue todo igual de integrado.
A los niños les encanta su nueva librería. A cada persona que entra en casa se la enseñan y le explican los libros que hay, como los cogen y los dejan, y lo que les gusta. Así nuestra familia de libros puede seguir creciendo.
En breve os contaré algunas de nuestras nuevas incorporaciones. Todos muy chulos, ¡incluso interactivos!
Si os gusta el bricolaje y los DIY, no os perdáis la Mesa de Luz que hemos hecho para nuestros peques, sencilla, práctica, barata y muy divertida.
¿Qué tipo de librería tenéis vosotros? ¿Tenéis muchos libros? ¿Los tenéis accesibles para los peques?
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